La mujer podía sentir la tela de encaje de las bragas color n***o que se había puesto aquel dia, eran unas brasileras que seguramente ya todos en el salón habían visto a la perfección. Catalina se cubrió como pudo con la palma de la mano y salió corriendo hacia donde le pareció mejor, no se sentia capaz de salir del salón asi porque sabía que afuera debía haber muchas más personas esperando entrar, y no quería que nadie más tuviera la oportunidad de burlarse de lo que le habia pasado. Mientras todos las miraban, las mujeres con repudio y los hombres con deseo, Catalina se alejó hasta que encontró alguien que le pudo dar indicaciones del baño más cercano, ella fue hasta ese lugar y se encerró en uno de los muchos cubículos. –No es posible que esto me esté pasando a mi – dijo para sí mis