Los hijos secretos del CEO.

¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? – Sofia Herrera se levantó y fue al baño de aquella lujosa habitación de hotel. Sentía que la cabeza le dolía como los mil demonios y su cuerpo se sentía pesado, como si acabara de abrir los ojos después de una larga pesadilla de esas de las que aún no terminaba de despertarse. Sofia se echó agua en la boca, tratando de hacer a un lado aquel mal sabor que tenía, sin embargo, eso fue lo menos importante cuando se vio al espejo y vio su esbelto cuello lleno de chupetones. Las marcas moradas estaban por todas partes, incluso cerca del lunar en una posición provocativa. Su maquillaje estaba corrido por todo su rostro, el labial se le corrió de los labios y la máscara de pestaña estaba sobre sus pómulos, al darse cuenta de la fatalidad de su aspecto, Sofia se apresuró a regresar a la habitación, debía llamar a sus padres, no sabía dónde estaba y ellos probablemente estaban muy preocupados. Al salir de la habitación vio el cuerpo de un hombre dormido sobre la cama en la que ella estaba hasta hacía algunos segundos. –¿Ethan? – preguntó inocentemente, mientras trataba de recordar lo que había pasado. Recordaba haber recibido una tarjeta firmada por su prometido, Ethan, en la que le entregaba la llave de una habitación y le pedía que la esperara allí, que tendrían una velada especial, después de allí, lo único que había en la mente de la chica eran borrones. Sofia quitó solo un poco la sabana del cuerpo del hombre, pero quedó horrorizada al darse cuenta de que la persona durmiendo no era Ethan, su prometido, si no que era Connor, el mejor amigo de su prometido. De inmediato, con la respiración entrecortada y los nervios a flor de piel, ella se puso la ropa, que estaba regada en pequeños montoncitos alrededor de todo el lugar, al hacerlo, vio la argolla de compromiso en su dedo anular. ¿Cómo había podido hacerle eso a su prometido? ¿Cómo había dormido con su mejor amigo? Después de haberse puesto la ropa, Sofia alcanzó un vaso de agua fría y se la tiró encima a Connor. –¡Hmmph! – gruñó él, con resaca por la noche anterior. –¡Connor! – gritó ella, sintiéndose jodidamente mal. El hombre se incorporó poco a poco, al hacerlo, Sofia se sintió culpable por los pensamientos que tuvo. Connor era un hombre muy guapo, era el mariscal de campo, eso le había asegurado un excelente físico, por si fuera poco, su rostro parecía tallado por ángeles. Sin embargo, esa mañana, había algo diferente en él, sus ojos grises irradiaban un aura fríamente mortal. –¿Qué estás haciendo en mi cuarto? – chilló ella – tu no deberías estar aquí – soltó en tono elevado. Esta habitación... Ethan la ha preparado especialmente para mí. Connor rodó los ojos con fastidio. –Es mi hotel, por si no lo sabías, mi padre firmó los papeles unos días atrás, así que técnicamente, tú estás en mi cuarto – dijo como si nada. Connor se veía tan tranquilo, ¿Cómo podía actuar con tanta naturalidad? –Connor, ¿Dónde está Ethan? ¿Por qué estás aquí? La chica tuvo una sensación desagradable en la habitación. –Ethan nunca estuvo aquí, pero no te preocupes, esta mañana le he enviado un mensaje temprano para que venga por ti, no debe tardar en llegar – dijo soltando un bostezo. Sofía lo observo con una mirada de horror. –¿Qué hemos hecho? Connor fue al minibar y sacó una botella de agua. –Relájate, soy yo quien debería estar histérico. ¿Cómo pude tocar a una chica tan baja, fea e ingenua como tú? Siempre se lo dije a Ethan, incluso mi perro Samoyedo tiene más clase que tú. El hombre la miró como si fuera la criatura más repugnante del mundo entero. Sofia estaba sin palabras, Connor había fingido durante mucho tiempo ser su amigo. –Vas a explicarle a Ethan lo que ha pasado, tienes que hacerte responsable de tus actos – escupió con rabia – le dirás que has abusado de mí. –No intentes hacerte la víctima, Sofia. Yo no abusé de ti, anoche tú prácticamente te tiraste a mis brazos. Deberías sentirte satisfecha y agradecida, ¡No sabes cuantas mujeres desearían estar en tu posición! Sofía tuvo ganas de vomitar al escuchar aquello. –Vas a explicarle a mi prometido todo lo que ha pasado aquí – volvió a exigir, esta vez de forma más demandante, para que él entendiera que ella no estaba jugando, en lo absoluto. –Ethan ya lo sabe – Connor levantó los hombros con indiferencia. –¿Que? – ella sintió que el aire se escapó de sus pulmones. –Connor sabía que yo iba a dormir contigo, todo ha estado planeado, desde el principio, supongo que me he ganado los mil dólares. “Me apostaron” – dijo Sofia para sí misma, sintiendo el peso de la traición sobre sus hombros. –¡Te acusaré con la policía! A ti y a Ethan, esto no va a quedarse así – señaló ella. –No vas a decir absolutamente nada al respecto, ¿Me entendiste? Como lo hagas, me aseguraré de que todos crean que es una mentira, que eres una cualquiera trepadora, dañaré tu reputación, y haré que sea imposible para ti encontrar un trabajo decente en esta ciudad. Haré tu vida pedazos – la amenazó. –Yo… – ella intentó hablar, pero él la detuvo. –¿No fue clara mi advertencia? – preguntó Connor en tono disgustado – No... quiero... volver a tratar contigo... nunca más. El tono del hombre no dejaba lugar a dudas. Sofia casi tembló, pero mantuvo la cabeza erguida. –¿Crees que bromeo? – Connor empujó a Sofia contra la pared y apretó su agarre en el cuello de ella, sin importarle si ella jadeaba por aire – No quiero ver esta cara repugnante tuya, ni mucho menos ser tocado por tus manos sucias – Connor se alejó. Connor salió de allí y Sofia se derrumbó de inmediato y tosió, ya no tenía fuerzas para continuar. Repentinamente, alguien apareció de nuevo. Sofia levantó la vista cuando vio al hombre frente a ella con los ojos enrojecidos. –¿Ethan? El hombre suspiró, incrédulo. –¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué acabo de ver salir de aquí a Connor? – cuestionó, temblando nervioso. –¿Y todavía te atreves a preguntar? – soltó ella con repugnancia. Ethan parpadeó y su lengua se volvió rígida. En ese momento entendió que ella lo sabía todo. –No... No es lo que piensas, Sofia. Apretando los dientes, Sofia lanzó un teléfono con rabia, quería herirlos, de la misma forma en que ellos la habían herido a ella. –Lárgate de aquí, déjame. No quiero verte nunca más. –No hagas esto, Sofia. Yo realmente te amo. Me pediste que esperara hasta que nos casáramos. Acepté. Después de esa estúpida apuesta me enamoré de ti de verdad, nuestra relación es algo en serio, yo te amo, quiero estar contigo. Eres la mujer de mi vida. La garganta de Sofia se contrajo. Su corazón se rompió al ver las lágrimas y pensar en todas las promesas que Ethan le hizo. –Por favor... confía en mí, Sofia. Haré que Connor pague por lo que hizo. –¡Basta, no más! Cada palabra que sale de tu boca se siente como mil agujas perforando mi corazón. Has roto mi confianza, mis sueños, mis esperanzas. A partir de este momento, no quiero verte cerca de mí nunca. Sofia se tragó sus lágrimas, ninguno de ellos dos se las merecían, habían jugado con ella, Connor había fingido ser su amigo y por otro lado Ethan había jugado a ser el caballero perfecto que iba a casarse con ella y protegerla de todo. –¡Te arrepentirás de traicionarme! Dondequiera que vayas, me aseguraré de que sufras. Sofia golpeó la puerta y salió. –Espera, Sofia... Ethan intentó alcanzarla, pero Sofia corrió a través de los pasillos del hotel hasta llegar al elevador, quería llegar a casa, quería olvidarse de todo lo que había sucedido y refugiarse en su hogar. Por desgracia, mientras estaba en el taxi de camino a su casa, recibió un mensaje en su celular, era de Connor, le había enviado un video. Al abrirlo, el corazón de la chica comenzó a latir a toda velocidad, el video era de ella en la cama con él. Pero eso no era todo, bajo el video estaba nuevamente aquella advertencia que él le hizo estando en la habitación del hotel. –Espero no volver a verte la cara en esta ciudad o entonces mostraré a todos este video. En un abrir y cerrar de ojos, el mundo de Sofia se oscureció, pensó, al tiempo en que botaba el anillo de compromiso a través de la ventana del taxi.