Henry y Antonia organizaron sus cosas en una de las habitaciones del servicio de la gran casa de Ezra, mientras su hija y el dueño de la propiedad tenían relaciones en el piso superior. –Ya se han tardado demasiado Valeria y Ezra, ¿No lo crees? – preguntó Antonia nerviosa. La mujer sabía que Valeria no era una persona demasiado inteligente, alguien con el cerebro de Valeria no dudaría en embarazarse y eso era lo peor que podía pasarle a la familia. Había demasiados dramas como para sumar a un bebe a la ecuación. –¿Qué quieres que te diga, mujer? ¿Qué voy a irlos a buscar? Creo que ambos ya están lo suficientemente grandecitos como para perderse – soltó Henry frustrado. A él, por el contrario a Antonia, no le interesaba un comino nada de lo que le sucediera a Valeria, a partir del mom