Reencuentro

2499 Words
-1-  Perú  (Febrero)  Luz abrió los ojos lentamente mientras trataba de reconocer el lugar donde se encontraba. Una gran carpa de color blanco se develó ante ella y comenzó a recobrar  poco a poco el sentido del oído y a lo lejos logró escuchar que unas personas conversaban entre si. Después el dolor llegó a su cuerpo sobre todo en al área de la cabeza y al ver tanta luz se sorprendió ¿dónde estaba? ¿Por qué había tanta luz si hace rato caminaba por una cueva?  ―Luz Ruíz de Con Caballero, mujer, nacionalidad española y mexicana, tipo de sangre O+, alergias a la carne roja. Inusual, pero creíble ― escuchó una voz de hombre y no era precisamente la del guía que le ayudaba hace rato.  Ella se levantó un poco y vio a un chico de cabello largo, amarrado con un man bun, cabello castaño obscuro, ojos café y una sonrisa de infarto que de inmediato la cohibió. ―¿Español? ― le comentó ella.  ―¿Mi acento? ― contestó él.  ―Tu barba, los españoles tienen barba muy tupida ― respondió.  Él se río ante la observación, de nuevo inusual ―¿Seguro es eso? ¿No tiene nada que ver mi acento? Que por cierto.. uno que tú también tienes.― ―Mi acento es… peculiar ― se defendió ―  a todo esto… ¿Quién eres y por qué tienes mi tarjeta de emergencia en tus manos si estaba en mi bolso? ― preguntó.  El chico sonrió de nuevo y le acercó el bolso a Luz para después regresarle la tarjeta. Ella la guardó en su cartera y revisó que las fotos de su familia y sus tarjetas estuvieran ahí.  ― Pues la tengo primero porque tenía que ver cómo se llamaba la paciente que atendía, ya sabes… soy el doctor y lo segundo porque desde el momento que te vi pensé ¿será ella? ¿No? ¿Si? Así que para asegurarme abrí tu bolso y la busqué, pero sólo con ver la foto de tu padre supe que eras tú.― Luz se quedó viendo al doctor a los ojos y él levantó la ceja ―¿No me recuerdas? ― preguntó él.  ―¿Tengo que recordarte?― replicó.  ―Digo, si yo te recordé, sería lindo que me recordaras.― ―No.― ―¿Ni un poco? ¿Nada? ― ―Nada, nadita… ― ―¿Segura? ― ―Me dirás ¿o jugaremos al adivina quién? ― finalizó ella la serie de preguntas.  El doctor se acercó a ella y con el dedo le pegó la cinta microporosa que pegaba la gasa que protegía la herida. Las miradas de ambos se encontraron y Luz comenzó a sentirse nerviosa.  ―Puedes quitarte la gasa mañana,  debes limpiar la herida con cuidado y luego regresar para que te quite los puntos ― le murmuró con una voz tan sexy que sonrojó a Luz.  ―¿No me vas a decir?―  ―Me dijeron que caminabas por una cueva y te caiste. Te pegaste en la cabeza pero fue leve la herida.― ―¿No me vas a decir quién eres? ― insistió la chica.  ―¡Ay Luz Ruíz de Con Caballero! ¿Qué hacías en esa cueva?― murmuró tierno.  Luz sentía la atenta mirada del chico sobre ella y, aunque podía incomodar a cualquier persona, él la sentía bastante familiar. Aún así le quitó la mano y lo alejó.  ―No puedo perder el tiempo ¿sabes? Me dices o me voy, no me importa quedarme con la duda.― El doctor la vio a los ojos y se mordió el labio ― tantos años juntos, tantas fiestas aburridos en la sala, tantos momentos en el barco y ¿no me recuerdas? ― Ell volvió a verlo a los ojos y luego levantó la ceja ― ¿David? ¿David Canarias? ― preguntó divertida.  ―¡Vaya! Si que he cambiado.― ―y Bastante, no te reconocí con el cabello largo― destacó.  ―¿Sólo por el cabello? No mientas ― le respondió él ―para serte honesto, tu sigues igualita, misma mirada intensa ― dijo sin más y Luz esquivó sus ojos para no sonrojarse ― te soy honesto, eres igual a tu madre pero con la mirada de tu padre, combinación rara.― ―La combinación que hay ― contestó ella firme y se bajó de la camilla.  ―No, no, espera… te puedes marear ― le advirtió.  ―Claro que no, me siento bien.― ―Luz… Dios, sigues igual de necia ― replicó David mientras la chica comenzaba a ponerse las botas todo terreno negras.  ―Lo siento, es que me tengo que ir… necesito tomar esa fotografía antes de que suceda el acontecimiento  ― le comunicó. Al erguirse se mareó provocando que tambaleara un poco y David en seguida la tomó entre sus brazos.  ―Te dije que te ibas a marear ― le murmuró él en el oído ―¿Por qué nunca me escuchas?― David olió el perfume de Luz y sonrío ― me encanta como hueles Luz Ruíz de Con ― le dijo sensual, entonces Luz le pegó un codazo en el estómago sacándole el aire completamente y se alejó de él.  El doctor poco a poco comenzó a recuperar aire y luego le reclamó ―¡¿Por qué hiciste eso?!―  ―Uno, porque me tengo que ir  antes de que se me pase lo que tengo que hacer y dos porque no me gusta que me anden murmurando sin mi permiso en el oído ― contestó firme mientras se arreglaba la trenza y luego revisaba su bolso para ver si su cámara y sus cosas estaban ahí.  ―Nunca me había pasado esto ― insistió él.  ―Siempre hay una primera vez… disfrútalo.― David Canarias seguía quejándose ― pegas fuerte.― ―Y eso no es nada… ― le amenazó ― Bueno, pues… ¿Gracias? ― comentó Luz.  ―De nada― respondió David aún recuperando el aire.  ―Fue un gusto volver a verte y así.. vive feliz, come frutas y verduras,  saludos a Ainhoa ― comentó mientras tomaba su chaqueta para poder salir de ahí.  Luz a paso firme se fue de la tienda y vio de nuevo al chico que era su guía esperándola en la entrada. ―¿Se siente bien señorita? ― le preguntó.  ―Si Jorge, no pasa nada… ¡Vámonos! ― Luz se subió a la parte de atrás de la camioneta y vio a David Canarias que salía de la tienda con esa bata de doctor y cruzaba los brazos mientras la veía. Sí, tal vez se había pasado dándole un golpe en el estómago, pero el joven Canarias tenía una reputación en su casa difícil de olvidar y que por lo visto, atravesaba las fronteras. Sin embargo, se alegró de verlo, tenía años que no lo hacía y eso que durante un tiempo habían estudiado en la misma escuela y ambos vivían en Madrid, lo último lo sabía por su papá David Canarias  quién era el mejor amigo del suyo, se lo había mencionado alguna que otra vez en algún evento.  Mientras se alejaba el auto, Luz sacó su cámara y le tomó una foto a David ― por si algún día te vuelvo a encontrar para reconocerte de inmediato ― murmuró y luego sonrió al verlo de nuevo reflejando en la pequeña pantalla de su cámara.  ―No te recordaba tan atractivo ― murmuró y después esbozó una leve sonrisa mientras se alejaba de ahí.   Sin embargo, por más que Luz trato de llegar  a tiempo a la cueva de las lechuzas de nuevo  se perdió por completo el nacimiento que quería retratar.  Había viajado tantos kilómetros para hacerlo y tener la fotografía exclusiva, y ahora, la había perdido. Si tan sólo le hubiera hecho caso a Jorge, que le decía que no se subiera tan a la orilla para alcanzar un mejor ángulo, otra cosa hubiera sido.  Así que volvió de nuevo a Huánuco cuando la noche acababa de caer, para regresar a su hotel, darse un baño con agua caliente y descansar. Había sido un día largo, muy largo y decepcionante, no sólo por que se había caído, si no porque no había llegado a tiempo para captar lo que necesitaba. Se bajó de la camioneta y se despidió de Jorge.  ―Lo siento Señorita, es que ni modo que la dejará inconsciente en la cueva ― se justificó.  ―Está bien.. no pasa nada… gracias por todo.― ―Fue un placer trabajar con usted y ya no se arriesgue tanto.― ―Lo tomaré en cuenta, gracias ― contestó sonriente.  «Si tan sólo mis padres supieran lo que me pasó, me matan», pensó para sus adentros, ya que no era la primera vez que se ponía en peligro para captar una fotografía.  Jorge arrancó la camioneta y mientras Luz vio que se alejaba sintió una mano sobre su hombro. Ella inmediatamente la tomó con fuerza se inclinó hacia adelante y volcó sobre el piso a la persona que volvió a quejarse. Inmediatamente sacó un gas lacrimógeno y lo apuntó a los ojos rociándole.  ―¡Mierda! ― gritó ― Para, para ya… ― y comenzó a toser como loco. ―¡Ay Dios! ― dijo Luz mientras sacaba un poco de agua y se la echaba sobre los ojos.  ―Arde horrible ¡Joder! ― ―Lo siento, lo siento.. es que nunca debes hacer eso porque… bueno, porque…― y vio que la explicación sobraba así que siguió, ayudándole ―Lo siento, mira, mi hotel está a unos pasos de aquí, vamos y te ayudo ― le sugirió.  David Canarias mantenía los ojos cerrados mientras Luz le ayudaba levantarse con cuidado ― no puedo creerlo, jamás te encuentro en Madrid y dos veces en Perú ¿qué demonios? ― dijo ella.  ―¿¡Qué demonios pasa contigo?! ― se quejó.  ―Ya, ya casi llegamos ― le consoló ella.  ―¿Cómo puedes traer eso en la bolsa?― dijo entre lapsos de tos.  Ambos caminaron hasta la habitación. Al llegar Luz ayudó a David a sentarse sobre la cama y luego fue al baño por una toalla que mojo y comenzó a aliviar el dolor.  ―¿Mejor? ― le preguntó.  ―No sé que me duele mas el golpe en el piso, los ojos o el orgullo ― se quejó.  Luz lanzó una pequeña risa.  ―No da risa Luz.― ―Lo siento, lo siento… si te consuela, fue la primera vez usaba ese movimiento me siento orgullosa de que lo logré.― ―”Me siento orgullosa de que logré” ― la imita David enojado. ―Sigues igual de dramas  ― le dijo ella.  ―Y tú de necia… pero que se la va a hacer ― contestó.  Era increíble como después de tantos años ambos volvían a este juego del “gato y al ratón” que tenían desde jóvenes. Él siempre queriendo tener la razón y Luz refutándole todo.  ―Si me quedo ciego tendré que pedirte a Solovino para que me lleve.― ―Solovino ya no está, murió hace tiempo atrás.― ―¿En serio? Amaba ese perro… ― contesta ―bueno, en fin… si me quedo ciego…― ―Ya, ya… a ver.. abre los ojos ¿puedes? ― David poco a poco fue abriendo los ojos hasta que pudo ver un poco borroso y la vio a ella sonriente ―¿mejor? ― ―Supongo ― murmuró.  ―Lo siento, es que no me gusta que me sorprendan así.― ―¿Donde aprendiste eso?― ―¿Qué? A patear traseros ― dijo ella divertida.  ―Sí, a eso.― ―¡Ah! Mi padre… nos metió a clases de defensa personal a mi hermana y a mi a partir de los 14 años ― explicó ― él nos dijo “no puedo evitar que salgan al mundo, pero si puedo evitar que el mundo las hiera” así que estuvimos años en clase de defensa personal y yo hago Jiu Jitsu ― y mueve las manos como arte marcial.― David esboza una sonrisa y ella continua ayudándole ―No sabía que tu papá era así, y pensé que sabía bastante sobre tu familia, digo…los conozco desde hace años.― ―No tienes que saber todo de mi familia, hay cosas que no se dicen. Todo tiene una razón, cuando mi madre cuando era joven sufrió abuso y más tarde cuando yo era pequeña la misma persona de nuevo trató de hacerlo… mi padre estaba trabajando y no pudo llegar a tiempo a defenderla, afortunadamente nada pasó porque mi abuela Lucha la defendió, pero él se quedó con ese pequeño trauma y con gran temor de que sus hijas pudieran pasar lo mismo así que nos enseñó a defendernos… si te consuela, mi hermano casi pierde un diente al tratar de asustar a mi hermana en la casa ― y luz sonríe.  ―Pobre Manuel.― ―Eso le pasa por asustarla bajando las escaleras.. en fin ¿mejor? ― ―Sí gracias… mejor ― contestó David.  Luz se alejó de él y se sentó en el sofá frente a él y sonrío ― ¿qué haces aquí? ― ―Hago mi servicio ¿tú que haces aquí? ― ―Tomo fotos… aunque gracias a mi caída me perdí la foto más importante de todas.. por lo que este viaje fue un fracaso para mi.― ―¡Uy, eso duele! Y pensé que a mi me había dolido no sólo tu codazo si no que me atacas con este gas y me tiras al suelo.― ―¡Qué quejumbroso Canarias! Ya había olvidado que eres así.  ―Creo que me habías olvidado por completo ― y ambos se ríen. Se quedaron ambos en silencio y se observaron mutuamente, no cabía duda que ambos seguían siendo los mismos por dentro pero fisicamente había cambiado mucho. Luz, se vería increíblemente bella, con ese cabello negro azabache que la caracterizaba, esa hermosa mirada intensa y ese cuerpo que había tomado una forma hermosa.  Por su lado David, ahora traía una barba completamente tupida, el cabello largo y se notaba que hacía ejercicio porque su cuerpo parecía bastante entrenado. Ella no podía creer que había logrado azotarlo contra el suelo. Atrás habían quedado esos niños que nadaban en la piscina de una de las casas o asistían a las fiestas obligados por sus papás.  ―¿Qué me ves? ― preguntó ella interrumpiendo el momento mágico.  ―No te recordaba tan hermosa ―confesó.  ―¡Ah! Ya te sientes mejor ― expresó Luz de inmediato y se puso de pie  ―¡Qué! ― reclamó él ―¿no puedo decirte que eres hermosa? ― ―No, no puedes… ¿Ya puedes caminar a tu casa? ― ―¿Ya quieres que me vaya? ¿No gustas que nos quedemos a recordar viejos tiempos? ― ―No, eres David Canarias…― ―¿Eso que significa? ¿Es malo? ― ―Tu reputación te precede y yo no tengo ganas de formar parte de eso.. así que “ llégale” que tengo cosas que hacer ― comentó eso moviendo la mano en señal de que saliera de la habitación.  David se puso de pie ― me golpeas, me echas gas.. y ahora me pides que me vaya.― ―Te invito amablemente a que salgas de mi habitación… si no, atente a las consecuencias ― comenta ella sonriendo.  ―¡Ay Lucito! ― dice David y ella levanta la ceja ―Así te dice tu padre no ¿Lucito? ― ―Mi padre… pero tú no… así que si me disculpas Canarias… “muévele”… que tengo sueño.― ―¿Ni un café? ¿Una cerveza? ― ―¿Qué te parece agua? ― le dice Luz ― y en eso le echa al rostro lo que sobre de la botella con agua que traía en la bolsa.  David cierra los ojos y niega con la cabeza ― necia, como siempre necia.― ―Es lo que hay ― contesta Luz segura ―gusto en verte de nuevo Canarias… la próxima vez sin sorpresas.― ―Sí, ya entendí mi lección… salúdame a tu hermanos, a tu padre y a tu bella madre ¿aún sigue horneando esa rica tarta de elote? ― pregunta él.  ―Sí.― ―¿Crees que pueda ir a comer un poco? ― ―No.― ―Ni un poquitito..―  ―David, ya… ¡ándale vámonos!― ―Ándale… se me volvida que eras parte mexicana.― ―Y yo que eras tan insistente… salte, adiooooos… ― ―Pero Lucitoooooo ― dijo él y Luz cerró la puerta dejándolo a fuera. Se recargó en ella y sonrío.  ―No cambias nada Canarias, no cambias nada… ― murmuró, si saber que David había dicho lo mismo sobre ella, con la misma sonrisa, al otro lado de la puerta. 
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