–Kristal, me voy con Ben, no me esperes hasta... hasta que vuelva –Habla Emma, y me zarandea por los hombros.
Abro los ojos poco a poco y veo a Emma, sentada en mi cama con una gran sonrisa. Froto mis ojos y me desperezo, sacando los pies de la cama y estirándome.
– ¿Qué decías? –Pregunto con voz ronca.
–Que me voy con Ben unos días, hasta que empiecen las clases.
–Oh, pues... que os lo paséis bien.
–Adiós –Se levanta de la cama y me abraza, rodeo su cintura con mis brazos y la suelto cuando escucho a su novio llamarla desde el otro lado de la puerta –Nos vemos.
Camina hacia la salida con una mochila al hombro y lanza un beso al aire antes de guiñarme un ojo y salir del cuarto.
Con un bostezo salgo de la cama y cojo mis cosas necesarias para la ducha, arrastro los pies por el pasillo hasta llegar a las duchas, dónde hay una fila de chicas esperando para pasar.
– ¡Kristal! –Sandra se encuentra detrás de mí, con dos toallas colgadas de su brazo y unas chanclas en los pies.
–Sandra, ¿Dónde os metisteis anoche? Amy y yo os estuvimos buscando.
–Cuando salí de la sala de tu hermano me encontré con un chico muy... caliente, y ya te puedes imaginar la noche –Hace un baile con las cejas y yo río –Y Emma... no la vi en toda la noche.
––Ella me ha dicho que se va con Ben unos días.
–Ya necesitaba follar, se estaba amargando –Farfulla.
Miro al frente y veo que hay una ducha libre y yo soy la siguiente en entrar.
–Nos vemos más tarde –Me despido con la mano y entro en el cubículo. Cuelgo la ropa de la puerta y estiro la toalla en la parte alta del cubículo. Dejo que el agua me empape y saque la poca adrenalina que me quedaba de anoche. Media hora más tarde, estoy saliendo de la ducha con solo una toalla en mi cuerpo y el pelo mojado suelto. Camino por el pasillo con mis chanclas y la ropa en la mano y llego a mi puerta, dónde veo a mi hermano con Liam frente a esta.
– ¿Os puedo ayudar con algo? –Pregunto, sacando las llaves del pantalón que llevo en la mano y agarrando la toalla más fuerte a mi cuerpo.
–Venía para llevarte a que vieras nuestro piso –Habla mi hermano.
–Esperad a que me vista –Abro la puerta y les dejo fuera del cuarto, no sin antes ver a Liam mirándome perplejo.
Dejo caer la toalla y saco del armario un conjunto n***o de ropa interior. Busco unas mayas negras y una camiseta gris ajustada y al verme con ello puesto me cojo una coleta alta, dejando mi pelo llegar hasta los hombros. Saco unas deportivas negras de mi maleta y me recuerdo colocar las cosas de mi maleta para cuando vuelva. Recojo un poco la habitación y cojo el móvil y las llaves antes de encontrarme con mi hermano y con Liam fuera del cuarto.
–Vamos –Christian camina por el pasillo con las manos en los bolsillos, dejándonos a Liam y a mí unos pasos por atrás.
–Liam –Él me mira y enarca una ceja – ¿Qué le pasa a mi hermano?
–No lo sé, lleva así desde que llegó de la pelea –Habla con su voz ronca, es la primera vez que le escucho hablar, y no me sorprende que tenga una voz tan sexy.
– ¿Tú también sabes que participa ahí? –pregunto sorprendida.
–Sí, a veces entrenamos juntos.
–Ah.
Salimos de la residencia y veo el coche de mi hermano aparcado muy cerca de la entrada al edificio. A lo lejos veo la residencia de los chicos, de dónde salen algunos y otros entran, pero mi vista recae en un chico que me da la espalda, lleva unos tejanos negros y una camiseta de tirantes que deja a la vista sus tatuados brazos. Un grupo de chicas que salen de la residencia corren con sus tacones hacia su dirección, a la vez que van subiéndose la falda. Escucho sus grititos agudos cuando van llegando hasta él.
–Gilipollas –Espeta mi hermano mirando en dirección al chico.
– ¿Quién es? –Inquiero, al notar que se me hace conocido.
–Compruébalo por ti misma, te está mirando –Me susurra Liam
Automáticamente miro al chico, que reconozco como Nicholas “La Bestia”, me sonríe y aparto la mirada a la par que bufo.
–Sube al coche, Kristal –Ordena mi hermano abriéndome la puerta de copiloto.
Asiento y al estar dentro del coche bajo la ventanilla, sacando la mano y moviendo los dedos.
Mi hermano arranca el coche y conduce, pero se para frente a la residencia masculina. Algunas chicas se acercan tanto a su ventanilla como a la de Liam, mientras que yo me quedo observando la carrocería del coche.
–Chris, ¿Qué hacemos aquí parados? –Inquiero dirigiendo mi vista a él.
–Tengo que solucionar una cosa –Se limita a responder.
Bufo y continúo mirando la carrocería, pero no pasan ni minutos, hasta que escucho la voz de la chica de anoche.
– ¡Chris, amor! –La morena corre hasta la ventanilla de mi hermano, empujando a las otras que había – Pensaba que hasta mañana no te vería.
–Pensabas mal –Espeta.
– ¿Qué haces aquí? –Se dispone a besar a mi hermano, pero este aparta la cara y ella besa su mejilla.
–Mira Lorena, lo que nosotros teníamos era puro sexo, solo eso, pero no quiero ni que me llames ni que me beses.
Las otras chicas saltan con comentarios pervertidos hacia mi hermano y alguna que otra insinuación, pero él niega con la cabeza y bufa.
–Pero... ¿Porqué? –Pregunta la chica con ojos llorosos.
En ese momento dejo de prestar atención a la conversación y fijo mi vista en “La Bestia”, que camina hacia nosotros con un grupo de chicas detrás de él, y otra a su lado. Él sonríe y con total delicadeza separa a la chica de él, la susurra algo al oído y ella abre los ojos y le pega en el brazo, pero él ni se inmuta y sigue caminando hacia nosotros, pero en concreto, hacia mí.
–Hola guapa –Saluda arrogante al pararse frente la ventanilla.
–Hola –Me limito a responder, fijando mi vista en Chris, que sigue hablando con la chica.
– ¿Tienes novio? –Apoya su musculoso y tatuado brazo en la puerta y acerca su rostro al mío, pero aun así queda espacio entre nosotros.
–No –Murmuro.
–Eso me gusta.
Lo miro con una ceja alzada y él larga una carcajada.
– ¡Eres un jodido imbécil, Christian! ¡Púdrete! ¡No quiero ni verte! –Chilla la chica morena, haciendo que desvíe mi mirada hacia ella, que se va corriendo y con las manos en la cara.
– ¿Christian? ¿Qué ha hecho? –Pregunto, mirando a Liam, el cual enarca una ceja hacia mi hermano.
–Nada de importancia –Gruñe a mi hermano, a la par que arranca el coche, haciendo que la gente de alrededor de unos pasos atrás.
Miro a “La Bestia” el cual mira todo con una sonrisa, me guiña un ojo y algunas chicas me matan con la mirada, pero solo saco el dedo del medio por la ventanilla y escucho su risa.
–Hermano, deberías arrancar –Liam pone una mano en el hombro de Christian y este asiente.
Veo como “La Bestia” se aleja del coche, llevándose con él a algunas chicas, que le siguen dando grititos, pero él solo anda sin prestarlas atención.
El coche se mueve, dejando atrás la universidad y a sus estudiantes. Ahora que me paro a pensarlo, “La Bestia” es un chico bastante atractivo y muy conocido, sobre todo por las chicas, pero aun así las ignora, no puedo decir mucho, ya que solo lo conozco de anoche, pero su forma de no llevarse a chicas tras una pelea hace que sea interesante.
– ¿Queda muy lejos vuestro piso?
–No, a quince minutos –Responde Liam, el cual no es tan imbécil a cómo pensaba.
Pasamos minutos en silencio, dónde me limito a mirar el paisaje e intentar adivinar qué le ocurre a mi hermano.
–Chris... dime qué te pasa.
–Nada.
– ¿Es por lo que dijo Amy anoche?
Veo cómo se relaja y asiente levemente.
– ¿Amy? –Pregunta Liam en tono confuso – ¿Ella no es...?
–Sí, es ella –Le corta mi hermano, dejándome con la intriga.
– ¿Qué pasa con Amy? –Intercalo mi mirada de Liam a mi hermano repetidas veces, y veo como este último tiene un debate interno entre contarlo o no –Por favor... somos hermanos.
–El año pasado cuando entró en la universidad salí con ella, pero solo fue un mes.
– ¿Por qué lo dejasteis?
–No creo que...
–Sí quiero –Le corto.
–Yo sólo quería diversión, ella algo más y mis amigos me retaron a acostarme con ella.
Sé que cuando pienso y digo que mi hermano es un estúpido, tengo razón. No puedes jugar con los sentimientos de una persona como si no valieran nada.
–Chris...
–No Kristal, es mi vida. –Bufa de mala gana.
–Bien –Digo de la misma forma.
El coche se aparca frente un edificio de solo tres plantas, pero más bien parece un motel. Bajamos del coche y automáticamente me coloco al lado de Liam, el cual me sonríe pícaro. Sonrío con ironía y subo las escaleras de metal un poco oxidado que llevan a la primera planta: un pasillo con cuatro puertas paralelas a la vaya verde de metal que asegura el pasillo. Liam camina hasta la última puerta, y saca una llave del bolsillo trasero de sus tejanos.
–Bienvenida a nuestra madriguera –Habla Liam, abriendo la puerta y dejándome pasar primero.
Entro al piso y veo un sofá de cuero n***o a juego con los muebles, una televisión de plasma en la pared que mide un metro de largo, pensaba que siendo un piso de chicos estaría desordenado, pero parece que lo limpiaron esta mañana, todo está en su sitio, colocado. Una cocina pequeña, pero con lo necesario, a segundo nivel del salón, con una isla de granito.
–Mira, mi habitación–Giro la cabeza levemente, viendo a Christian abriendo una puerta.
Camino hasta él y veo su habitación: una cama de matrimonio con sábanas azules, un armario de madera empotrado y una gran ventana que da a un parque, pero mi vista se desvía al escritorio lleno de fotos de la familia, sonrío al ver una dónde mi padre me tiene en un brazo a mí y en el otro a él.
–Él nos quiere.
–Estoy seguro de que sí–Besa mi frente y sonríe – ¿Vamos a pedir perdón a tu amiga antes de que me arrepienta? –Gruñe.
Asiento y caminamos en silencio hasta la salida.
– ¡Adiós, Liam! –Grito una vez fuera.
– ¡Adiós preciosa!
–Gilipollas –Murmura mi hermano, a lo que yo río y bajo las escaleras corriendo.
– ¿Por qué lo hiciste? –Pregunto una vez dentro del coche.
–Necesitaba el dinero que me iban a dar, ese mes no hubo ninguna pelea con la que consiguiera mucho dinero, y ella estaba ahí –Se encoge de hombros y suspira –Era dinero fácil.
– ¿Solo por eso? Christian... ¿La hiciste sufrir por dinero? Eso es de ser un cabrón –Digo decepcionada.
–Lo siento, pero no se me ocurrió otra cosa y necesitaba pagar el alquiler del piso.
–Pero Liam también pelea.
–Liam también se metió en algo parecido, pero él lo hizo con una chica que acabó marchándose de la universidad.
Me quedo sorprendida, han llegado al punto de que una pobre chica se valla de la universidad, y todo porque no tenían dinero.
– ¿Cuánto queda para llegar? –Pregunto.
–Unos cinco minutos, ¿Por qué?
–Yo me bajo aquí, tu vete a pedir disculpas.
–Vamos al mismo sitio, ya te dejo allí.
–No Chris, déjame aquí –Y me vendría bien caminar un poco.
El aparta la vista de la carretera un momento y la pone en mí, hasta que finalmente asiente y frena el coche a un lado de la carretera. Puedo ver el arco de la entrada al campus, y así de paso conozco un poco esto.
–Nos vemos en la residencia.
–No la cagues.
–Lo intentaré.
–Hasta ahora –Me despido con la mano y empiezo a andar hacia el campus, el cual está lleno de universitarios con sus amigos.
–Hola Kristal –Una voz un tanto aguda hace que reconozca a Delia.
–Hola.
– ¿Qué tal si te vienes conmigo y con Natalie a dar una vuelta? Luego nos vamos con los chicos al Nightmare.
– ¿Otra pelea? –Inquiero parándome de golpe.
–Sí, ¿Sabes quién pelea? –Habla entusiasmada, a lo que yo niego –Nicholas.
– ¿Otra vez? Digo, anoche también tuvo una pelea.
–Ay sí, pero Nicholas acepta varias peleas de seguido –Se muerde el labio en forma provocativa y suspira como una adolescente enamorada.
–Ah. Bueno... yo me voy.
Y sin que diga nada más la dejo parada en mitad del campus. Camino hasta la residencia y el sonido de unas botas contra la acera hace que me de vuelta. Él está fumando y parece lo más despreocupado del mundo. Sus ojos suben de sus botas negras hasta mis ojos, pero aparto la vista y fijo mi vista en mi destino: la residencia, a solo unos metros de nosotros.
Acelero el paso y cuando creía que iba a llegar ilesa, empieza a hablar.
–Uhh, ahora sé dónde buscarte.
Bufo y sigo caminando.
–Bella, no me ignores, eso me duele –Sus palabras hacen que pare en seco, y giro como si tuviera un resorte.
– ¿Qué quieres? –Espeto de forma molesta.
–Verte en mi pelea de esta noche.
–No va a poder ser.
–Ah ¿No? –Dice burlón.
–No.
–Bien, pero si no te veo esta noche, yo mismo vendré a buscarte..
Me adentro en el edificio y camino por el ala oeste.
Un grito hace que me detenga y mire a Amy, la cual camina entusiasmada hacia mí.
–Tienes que acompañarme esta noche al Nightmare con Sandra.
–Emm... no, lo siento Amy.
–Por favor... lo necesito –Suplica haciendo un puchero.
– ¿Por lo que te ha dicho Christian?
– ¿Qué? –Ante su cara de confusión solo puedo deducir que no sabe nada –No me ha dicho nada.
Frunzo el ceño y suspiro pesadamente. Me duele, me duele saber que mi hermano ha sido tan c*****o como para jugar con los sentimientos de una chica y no saber pedir perdón, y sobre todo me duele que lo haya hecho sabiendo lo que pasé.
–Oh... –Es lo único que sale de mi boca antes de darme la vuelta y seguir andando con un nudo en la garganta.
Abro la puerta de mi cuarto y me dejo caer en la cama.
Cuento los días y pienso en que haré estos dos días que quedan de verano. El lunes empiezan las clases, y no estoy lista, no si un idiota tatuado va a distraerme.Tiene todo el cuerpo lleno de ellos, por lo que pude ver anoche en la pelea, su torso y espalda tienen tatuajes, pero no pude distinguirlos, en cambio, algunos de sus brazos si he podido verlos con claridad, como la rosa negra que tiene tatuada en el antebrazo, o los pájaros oscuros y aterradores volando en el bíceps. Una vez pensé en hacerme uno, y todavía lo tengo en mente, pero necesito el dinero.
Me levanto cuando escucho mi tripa rugir, y decido ir a la cafetería que hay al otro lado del campus. Recuerdo el recorrido ya que ayer lo hice con Emma y horas más tarde con las chicas. Me aseguro de cerrar la puerta con llave y llevar encima el móvil, y cuando lo compruebo hago mi camino hasta la cafetería, dónde recuerdo que vi que vendían pizzas.
El lugar está vacío, salvo dos o tres chicos que hay comiendo solos. Me acerco a una mesa y un chico joven pelinegro y muy apuesto con gafas de pasta negra aparece ante mis ojos, con una camiseta que lleva bordada el nombre de la universidad. Cuando saca una libreta y un bolígrafo, me percato de que trabaja aquí.
– ¿Qué vas a pedir? –Pregunta con una sonrisa, pero no una coqueta o de perversión, sino una amable y agradable.
Le devuelvo el gesto y ojeo el menú hacho a mano que hay encima de la mesa.
–Emm... una pizza pequeña. Gracias.
–En unos momentos te la traigo.
Da la vuelta anotando mi pedido y yo saco el móvil con el que llevo años y marco a mi madre.
– ¡Hija! –Exclama cuando descuelga, su felicidad se me pega y una sonrisa se plasma en mi cara – ¿Qué tal por allí?
–Bien, ya tengo amigas –Hablo emocionada, ya que mi última amiga resultó ser una tonta que me dejó de lado, y desde entonces no confío tanto en la gente.
–Ves cómo ibas a hacer buenos amigos. ¿Y qué tal de chicos?
–Mamá, solo llevo dos días aquí –La recuerdo.
– ¿Y? Buah, déjalo, ¿Qué tal tu hermano? Le estuve llamando anoche pero no cogía el teléfono.
Imágenes de la paliza que recibió mi hermano anoche aparecen en mi mente, pero las aparto. Ella no tiene por qué saber que es un boxeador clandestino. También pienso en contarle lo de Amy y la apuesta, pero eso no se lo puedo de decir, mi madre es muy meticulosa en lo que al amor se refiere, y escuchar que tu hijo le rompió el corazón a una chica inocente por una apuesta no es algo de lo que mi madre quiera escuchar hablar.
–Bien, es solo que anoche... nos entretuvimos organizando mi cuarto –Excuso.
–Está bien, pero cuando le veas dile que me llame.
– ¿Por qué no le llamas tú?
–No tengo saldo –Susurra.
–Claro... lo has gastado llamando al hombre de anoche –Me burló, a lo que escucho un bufido por su parte –Por cierto, ¿Cómo te fue en la cita?
– ¡Genial! No es tu padre, pero...
–Mamá, olvídate de papá en ese sentido, no hay nadie como él, pero haz tu vida, no puedes vivir en el pasado –La reprendo, ya cansada de que siempre meta a mi padre.
–Tienes razón, pequeña. Además, creo que Greg me gusta.
Mi pizza llega a la mesa y sonrío al chico que me la trae, este se va y cojo una porción de mi pizza, centrando mi atención en la conversación con mi madre.
–Con que Greg ¿Eh? –Bebo de la botella de agua que acompaña la pizza y la dejo sobre la mesa.
–Sí.
– ¿Puedo saber cuándo lo voy a conocer? –Inquiero tomando otro trozo.
–No me agobies que hoy voy a salir con él, y si le digo que mis hijos quieren conocerle me dará la patada.
–Vale, pero antes de que os caséis quiero conocerlo –Advierto divertida.
–No nos vamos a casar, solo salimos como personas adultas que se gustan.
–Sí, si...
Escucho como bufa y seguro que está poniendo los ojos en blanco.
–Te cuelgo que me viene a recoger –Informa entusiasmada, y juraría que tiene el móvil entre la oreja y hombro y con las manos se pone unos tacones.
–Adiós, te quiero mamá.
–Y yo a ti, pequeña.
Y cuelga.
Pongo el teléfono bajo mi muslo y acabo mi comida, dejo el dinero sobre la mesa y el chico lo recoge, me da las gracias por comer ahí y se retira. Al salir de la cafetería choco contra algo duro, pero el causante de eso solo ríe. Esa risa ronca que he escuchado pocas veces.
–Que bonita sorpresa –Subo la vista, encontrándome con unos ojos grises penetrantes.
–Que pena no opinar igual –Susurro, pero su ceño se frunce una sonrisa torcida se forma en su boca.
– ¿Perdona? –Eleva una ceja y mi vista se desvía a sus tres amigos.
–No tengo tiempo –Le rodeo y su mano rodea mi brazo.
–Te veo esta noche.
–No –Quito su mano de mi brazo y camino por el campus.
Me obligo a mi misma a no mirar hacia atrás, a no volverlo a mirar, y es lo que hago, sigo mi camino escuchando sus gritos y alguna que otra risa de sus amigos.
Los estudiantes que hay en el campus se abrazan y besan, mientras que otros leen libros o simplemente están sentados bajo la sobra de algún árbol con los cascos puestos. Un grupo de chicos que pasan por medio del césped, se sientan en un banco y sacan sus móviles. Continúo andando y paso a unos metros de ellos, recibiendo miradas lascivas de algunos, pero las ignoro y continúo mi camino, escucho los murmullos de los chicos y seguido unos zapatos contra la hierba muy cerca de mío.
–Hola –Escucho a mis espaldas.
De un giro sobre mis talones quedo cara a cara con un chico guapo, sus gafas de sol impiden que vea sus ojos, pero las pecas en la cara y el piercing en el labio lo han ver desafiante. Sus tejanos claros y la camisa negra con los tres botones del pecho sin abrochar hacen que tenga un aspecto de chico malo. Mi vista recae a sus espaldas, dónde “La Bestia” conversa con sus amigos en una mesa de la cafetería, a través del cristal noto su oscura mirada cuando sus ojos conectan con los míos, retiro mi vista de él y miro al chico rubio que tengo delante.
–Hola ¿Necesitas algo?
– ¿Eres hermana de Christian Harries?
–Sí.
–Bien, dile que venga esta noche al Nightmare. Adiós preciosa –Se da la vuelta, y cuando creo que se va a sentar con los chicos del banco, pasa de largo y se encamina a la cafetería, dónde veo a Nicholas y a sus amigos fruncir el ceño. Sigo mi camino bajo la atenta mirada del moreno y voy hacia la residencia.
Miro la hora en el móvil y una llamada entrante de un número desconocido aparece en la pantalla, descuelgo sin pensar y la ronca y varonil voz de Liam me recibe.
–Kristal, soy Liam.
–Hola Liam ¿Pasa algo?
– ¿Estás con tu hermano? –Inquiere, y esa sola pregunta hace que me alarme.
–No, ¿Por?
–No por saber, estará con los otros –Escucho una voz femenina de fondo y una risilla, a lo que yo pongo los en blanco –Adiós Kristal.
–Adiós –Pero no lo escucha, ya ha colgado.
Camino más rápido hasta la residencia, y una vez dentro voy por el ala oeste sin mirar al frente, introduzco la llave en la cerradura y una vez dentro de la habitación me dejo caer en la cama. Mis ojos se cierran y me acabo durmiendo.
***
Unos golpes fuertes y secos en mi puerta hacen que me desvele y camine arrastrando los pies hasta la puerta. Mi ropa está arrugada y mi pelo revuelto, por lo que antes de abrir, vuelvo sobre mis pasos y me desvío a mi neceser, dónde guardo mi cepillo para el pelo, me lo paso unas cuantas veces, haciendo que las ondas pelirrojas se modelen y estén perfectas. Vuelvo a la puerta y abro sin ver quién es.
Mierda.