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1664 Words
Leticia —Tal y como lo pensé no tienes nada grave. — declaró con una sonrisa el médico junto a Drew. —¿Y los mareos, náuseas, jaquecas y fiebre? — pregunté, aún sin entender cómo podía estar bien y sufrir todos estos síntomas. Cuando Drew me trajo al hospital, creí que sería él quien se encargaría de controlarme, pero sin embargo, me trajo directamente al doctor Walsh, quién procedió a realizar unos estudios de saliva. La verdad no entendía mucho de medicina, pero hablo de un análisis para medir mi nivel de cortisol, lo cual luego de quedarme sola, investigue y descubrí que se trataba de una hormona relacionada con el estrés. No creía que el estrés me provocará todo esto, por eso quizás continuaba mostrándome un poco desconfiada ante sus palabras. Observaba a Drew, quién solo asentía, como si llevara tiempo sospechando algo como esto.  —Todo esto surge a causa del estrés. Puede ser que te hayas visto involucrada en alguna situación que te pusiera nerviosa y no has dejado de pensar en ello. Bueno, cuando lo ponía de ese modo, tenía infinidad de razones por las cuales sentirme estresada. Los estudios, encontrar a mi compañero, lidiar con su ex, evaluar cómo contarle que soy una loba, mis padres, parecía poco, pero era demasiado. —Lo ves pequeña pesimista, no todo es malo el día de hoy, al menos hallaste una luz al final del túnel. — rodé mis ojos hacía Drew, pero tenía una sonrisa en mi rostro. Al menos era una cosa menos por la que preocuparme. Continuamos hablando un tiempo más antes de finalmente salir. Cuando el aire helado del exterior del hospital me saludó, fue imposible evitar que mí piel se erizara y un pequeño temblor se diera por todo mi cuerpo. Debí imaginar que una vez que la adrenalina cesará, comenzaría a sentir el frío que las noches de inviernos nos regalaban. —Aún no puedo creer que solo sea estrés. — solté, llevando mis manos a mi boca, tratando de calentarlas con mi aliento. —Y piénsalo Leti, te enfermaste cuando anunciaron los primeros exámenes, supongo que estabas nerviosa por darlos mal o algo. —no era esa la razón, pero estaba bastante cerca. Mis nervios eran al pensar que podía fallar. — Luego, tuviste que pasar una escena de celos, que aunque me dijeron que te mostraste de manera madura, te habrá molestado y ahora lo de tus padres. —Cuando lo explicas así parece algo tan obvio, pero mientras me sucedía llegué a pensar en tantas opciones terribles. —Eso tampoco es bueno, es algo más por lo que tus nervios aumentaban. Estoy seguro de que no dejabas de pensar en ello. —No, la verdad solo seguía pensando que podía morir. — creí que había algo mal conmigo, pero gracias a la Diosa no era así. —Leticia, ¿Puedo decirte algo? — al voltear a verlo, lo vi mantener su mirada al frente y girar las llaves de su auto en su dedo índice. A veces Drew me recordaba a alguien mayor, sin embargo, cuando quería bromeaba como un niño. Era como si fuera dos personas diferentes, pero a pesar de ello, no tenía una sola gota de maldad en su cuerpo. Me demostró que podía confiar en él a la hora de guardar un secreto y que su mano siempre estaría extendida para ayudarme a no caer en un pozo de miseria. —Sí. —¿No crees que todo esto sucedió por una razón? —¿A qué te refieres? —Santiago me contó que no estás de feliz con la carrera que estudias, que lo haces más que nada, para hacer felices a tus padres. —me detuve, sentándome contra mi auto. —Es más por mi mamá, ella es abogada, al igual que mi abuelo y siempre esperaron que siguiera sus pasos. A mi padre le da lo mismo lo que estudie, para él si con mi madre estamos bien, él también lo está. —o eso creía hasta hoy. — Pero aunque no me forzaban a hacerlo, me prepararon desde niña e ignoraban cada vez que les hablaba de estudiar algo más. —Y déjame adivinar, nunca te plantaste frente a ellos y les dijiste con convicción: quiero esto para mí, puede no gustarles, pero es mi decisión. —No quería decepcionarlos. —pase mi dedo por el auto, comprobando que necesitaba que lo lavara. — Tenía miedo de enfrentarlos y acepté, creyendo que el tiempo ayudaría y ya vez, casi me pierdo en el camino. Cómo dijiste antes, esto tal vez pasó por una razón, fue un llamado de atención para que cambié mi vida. Creo que por fin llegó el momento de tomar las riendas y ver a dónde me llevan mis decisiones. —Ahora sí comienzas a portarte como una chica madura y no la niña que quería esconderse de sus padres. —lo empujé con hombro y levanté la cabeza, mirando como la luna aparecía nuevamente desde detrás de las nubes. Aún no quería hablar con ellos, seguía molesta, sin embargo debería hacerles saber que estaba bien y que nada malo me había sucedido. Pero también debería aclarar cosas con alguien más, alguien que iba a escucharme. Tenía tanto por explicarle y por reclamarle, porque pude haber sido una cobarde, pero él se comportó como un idiota. —Debo hablar con ellos, pero aún me siento molesta y creo que si hablamos ahora volveremos a pelear. — suspiré y lo miré. — Primero quiero hablar con Santiago, él me dejó sola cuando prometió no hacerlo. Si cree que le mentí, iré a decirle en su cara que él también lo hizo. Drew se rió de eso, imaginando seguramente, que no le pondría esto tan sencillo a su amigo. —Si planeas ir a casa, antes llama a tus padres, ellos deben encontrarse preocupados. Una cosa es que estés molesta por cómo se comportaron, pero no los castigues, solo piensa en cómo deben sentirse ahora mismo. Y ahí estaba de nuevo el Drew maduro, aquel que decía lo que necesitabas escuchar, ya sea algo bueno o algo malo.  Ahora por ejemplo, dijo lo correcto para que la culpa golpeará con fuerza en mi pecho. —Espera mientras los llamo. Saqué el teléfono, mientras caminaba unos pasos más allá de él. Suspiré dos veces, antes de marcar el número de mi madre. Normalmente llamaría a mi padre, pero no hoy. —¿Dónde estás Leticia? — preguntó, escuchándose muy desesperada.  —No puedes salir así, ¿Tienes idea de lo nerviosa que me siento? —Lo siento, pero no podía seguir allí. No tengo ganas de preocuparlos, pero no quiero hablar con ustedes, al menos no hoy. — mordí mi labio y aspiré con fuerza antes de continuar, al igual que ella no me gustaba estar así. —Estoy bien, un amigo que trabaja en el hospital me ayudó a descubrir que no es nada grave lo que tengo, solo es estrés. —¿Estás segura de ello? —Sí, mañana lo hablaré mejor, cuando esté más calmada. —¿A dónde irás ahora? —A buscar a mi compañero y hacerle entender todo. No voy a perderlo mamá, él es importante para mí. —Lo sé y tu padre también lo sabe. Él está arrepentido Leticia… —Lo dudó, lo escuchaste, seguro sigue convencido de que hizo lo correcto por defender a su pequeña hija. —Bueno si no lo está aún, lo estará cuando terminé de hablar con él. Pero eres su hija y hasta hace poco eras una niña, solo debe aceptar que creciste. —Miré a Drew, quién seguía dónde lo deje con las manos en sus bolsillos. No sabía porqué había insistido tanto, pero tenía razón, debía hablar con ellos. —Siento que eso no será sencillo. —Tú déjame eso a mí. —dijo un poco más animada y sabía que si alguien podía convencer a mi padre de algo, esa era mi madre. —Hablamos mañana mamá, iré a buscar a Santiago. —Suerte cariño. Al colgar, cerré los ojos y suspiré, antes de voltear y caminar hacía Drew. —Gracias, tenías razón, necesitaba hablar con ellos. —Hace un tiempo estuve en tu lugar, mi padre quería que fuera su sucesor en la empresa y yo quería ser doctor, pero nunca logro convencerme. Peleábamos siempre y me iba haciendo un berrinche, pero al volver a casa lo encontraba esperándome preocupado. Un día la discusión fue un poco más fuerte de lo normal y a la hora recibí un llamado de mi madre, avisándome que mi padre estaba en el hospital. — ahora comprendía porque parecía entenderme. — Gracias a Dios no fue nada grave, solo su presión, pero desde ahí ambos cambiamos. Como verás el acepto mí decisión y yo aprendí que a pesar de los enojos que una familia puede tener, porque todos los tenemos, no dejas de preocuparte y amar al otro. —Ahora entiendo porque insistias en que los llamará. Gracias Drew, esta noche has hecho tanto por mí, que siento que no podré pagártelo. —Solo dije la verdad e hice algo que vengo insistiendo en que hagas desde hace días. Pero si quieres recompensarlo, has sufrir un poco a Santiago. — sonrió, antes de despeinar mi cabello. — Él también debe aprender a escuchar y no actuar por impulso. —A veces pareces un hombre mayor al hablar. —solté, consiguiendo una sonrisa suya. —No te dejes engañar, solo estoy en mi fase yoda. Después de todo, alguien debe ser el maduro entre ustedes, par de niños. — él en verdad era un gran amigo. —Anda vamos, hace frío y no quiero que te enfermes. Subí a mi auto, mientras él subía al suyo. Ahora debía enfrentar a mi compañero, con quién aún estaba molesta y sabía que sería una conversación difícil, ya que ambos nos encontramos heridos.
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