SEKAN
Tenso la mandíbula manteniendo mi inexpresividad mientras observo lo que sucede dentro de esa jodida jaula. Siento que los dientes me rechinan de la furia que me quema el pecho en este momento y debo meter las manos en los bolsillos del pantalón para evitar sacar mi arma y dispararle al imbécil al que se enfrenta esa maldita duendecilla en este momento.
Es difícil para mí asociar a la mujer que se encuentra en la jaula con la que estaba sentada junto a mi hace un rato cuando negociaba con el senador y su hijo. Aunque debo admitir que la mujer que veo en este momento me resulta más fascinante, no sé si se debe al cambio de ropa, al aura sombría que emana de ella en este momento, la fría crueldad que demuestra en su postura y movimientos, la oscuridad en sus ojos o que es simplemen
