01

1433 Words
Seis años después... Acabamos de aterrizar en Nueva York después de una semana en diferentes ciudades atendiendo varios negocios. Como vicepresidenta de las empresas de mi padre recae sobre mi gran parte de la responsabilidad y me encanta, aunque a veces puede ser algo muy agotador.  Hace dos años mi padre me dio este lugar en la empresa luego de graduarme y pienso que lo he desempeñado de una buena forma ya que mi padre no me ha dicho lo contrario.  Bajamos del avión unos minutos después de aterrizar, veo mi auto en la pista mientras mi asistente Megan habla detrás de mí.    - Señorita, su padre quiere verla mañana a primera hora – informa y yo sonrío.  - Ponlo en la agenda, ahora lo único que quiero es descansar – digo caminando hacia mi auto – nos vemos mañana Megan – me subo a mi auto y conduzco hasta mi apartamento donde una vez entro, me quito los tacones y voy directo a mi habitación donde pongo a llenar la bañera.  Me deshago de mi ropa rápidamente y me sumerjo en el agua tibia que me relaja casi al instante.  Una vez que el agua se enfría, salgo de ella, me seco y me coloco un pijama para luego acostarme, durmiéndome casi al instante.  A la mañana siguiente me levanto temprano y voy a central Park a correr un rato. Cuando vuelvo al apartamento me doy un baño, me enfundo en un traje negro con un top de encaje del mismo color, mis tacones de suela roja que amo, me peino y maquillo, una vez lista tomo mi bolso y salgo rumbo a la empresa.  Al llegar a la oficina Megan me pone al día con la agenda de esta semana y me entrega unas carpetas con documentos que debo revisar, resumen de cada una de las reuniones que tuvimos esta semana. Unos minutos después suena el teléfono.  - Oficina de Anelis Allen – contesta Megan mientras yo reviso mi correo – por supuesto señor – dice ella y sé que se trata de mi padre. La veo colgar y ella dice – señorita, su padre la necesita en su oficina.  - ¿Es muy urgente? – preguntó revisando unos documentos.  - Al parecer señorita – me responde y yo dejo los documentos.  - Vamos entonces – digo poniéndome de pie acomodándome la chaqueta. Salimos de la oficina rápidamente y subimos por las escaleras de servicio hasta el último piso donde se encuentra presidencia.  Al llegar me encuentro con Sabana la secretaria de mi padre. Ella al verme sonríe de manera amable. Sabana es una mujer de 45 años muy bien conservada y atractiva para su edad. Mi madre siempre ha sentido celos de ella y ha intentado en algunas ocasiones que mi padre la despida, pero él simplemente no lo hace.  - Hola Sabana – la saludo parando frente a su escritorio.  - Hola señorita Anelis – me habla con auténtica ternura – su padre la espera – asiento con la cabeza y cuando reanudamos el camino su voz nos detiene – Megan, tú no puedes pasar – mi asistente asiente y con la mirada le digo que vuelva a la oficina.  Cuando entro a la oficina de mi padre siento que algo no anda bien, esa sensación me agobia un poco, pero sacudo la cabeza restándole importancia.  Una vez dentro veo que mi padre no se encuentra solo, en la oficina se encuentra mi madre y otro hombre que no conozco.  - Disculpen – hablo frunciendo el ceño – papá, me dijeron que me necesitabas.  - Adelante hija – dice mi padre nervioso – queremos hablar contigo – me siento junto a mi madre, pero la mirada de los tres enciende mis alarmas.  - ¿pasa algo? – preguntó mirando a mi padre  - Tengo algunas cosas que decirte – mi padre observa a mi madre y ella asiente – no te va a gustar lo que debemos decirte, pero deberás hacerlo.  - ¿Cómo cuáles? – preguntó nerviosa acercándome al escritorio para sentarme junto al hombre. - Hija... – mi padre toma aire – hasta hoy trabajas en la empresa – abro los ojos como platos.   - ¿Es una broma? – preguntó mientras mi cuerpo comienza a temblar. -  No hija  - Entonces, dime ¿Por qué? – preguntó furiosa, levantándome de golpe.  - Porque te casarás conmigo – habla el desconocido y yo me vuelvo a verlo furiosa.  - Esto tiene que ser una broma – digo viendo a mi padre – dime que lo es.  - Baltazar será tu esposo y te irás con él para Londres.  - ¡LONDRES!! – golpeó el escritorio de mi padre – ¡ESTAN LOCOS!! – gritó furiosa y dolida – no pueden manejar mi vida a su antojo. Es mi vida. - TE CASARAS EN UNA SEMANA – dice mi padre furioso poniéndose de pie – y esa es mi última palabra.  - No puedes hacerme esto papá – le suplico con los ojos llenos de lágrimas.  - Es mi última palabra Anelis – dice apartando la mirada y sé que es muy enserio lo que dice.  Salgo de la oficina lo más rápido que puedo con los ojos lleno de lágrimas. Me adentro al ascensor y oprimo rápidamente el botón del estacionamiento. Necesito salir de aquí lo más pronto posible. ¿Cómo pudrieron hacerme esto? ¿Cómo pretenden manejar mi vida a su antojo? Soy una persona, no una muñeca.  Escuchó el ascensor abrirse y corro en busca de mi auto. Gracias a cielo y mi mala costumbre de dejar el auto sin seguro y con las llaves puestas. Así que me subo al auto y salgo de allí lo más rápido que puedo, sin rumbo alguno.  El resto del día deambuló por la ciudad como un zombi, pensando en las razones que mi padre pudo tener para hacerme esto. En un momento dado decido caminar un rato por central Park, mientras lo hago observo a las personas a mi alrededor y las envidio. Las envidio por tener una vida normal. Siempre lo he tenido todo, de eso no me puedo quejar, pero lo que acaba de pasar me afecta demasiado porque es uno de los karmas que conlleva el tener dinero.  Cuando ya está oscureciendo decido volver a mi apartamento un poco más tranquila. Al llegar al edificio paso de largo hasta el ascensor sin saludar a nadie.  Ingreso el código de autorización para que el ascensor pueda subir al Pent house. Cuando entro veo que todo está a oscuras, camino hasta el salón y veo qué hay una silueta parada frente al gran ventanal que da a la ciudad.  - Estaba preocupado – su imponente voz inunda mi salón. Enciendo las luces y lo veo frente a mí la última persona que quiero ver en el mundo.  - ¿Qué hace aquí? ¿Cómo entró? – preguntó observándolo desafiante.  - Saliste corriendo y nadie sabía dónde estabas – su tono de reproche me molesta.  - Como si le importara – respondo cínica – si no le importa, quiero estar sola.  - Solo venía a entregarte algo – dice acercándose a mi mientras busca algo en su chaqueta.  - Déjalo donde quieras o llévatelo, no me importa – respondo retrocediendo viendo la caja de terciopelo negra, cuando la abre veo un hermoso anillo de compromiso, pero al verlo solo quiero llorar, pero me contengo, no quiero mostrarme frágil frente a él. - Con esa actitud, no harás que cambie de parecer – dice tomando mi mano para deslizar el anillo en mi dedo – en una semana serás mi esposa – veo que saca de su bolsillo una tarjeta y la pone sobre mi mano – tiene cupo ilimitado para que organices la boda.  - En qué idioma debo decirte que NADA DE ESTO ME IMPORTA – digo enfrentándolo – puedes organizar todo tu solo, solo dime cuando, donde y a qué horas – veo su mirada endurecerse – esta farsa no me importa que te quede claro. Ahora si me permites quiero descansar.  - No es una farsa – dice molesto – una vez que te cases conmigo, no habrá marcha atrás, Anelis.   - Así como tomaron la decisión de que nos casáramos sin mi consentimiento, así mismo pueden organizar este circo – me lanza una mirada asesina, pero lo ignoro pasando por su lado. Camino hasta mi habitación y cuando entro cierro tras de mí. Me recuesto en la puerta y dejo que las lágrimas salgan libremente deslizándome por la puerta hasta tocar el suelo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD