Prólogo

2909 Words
○○••♥••○○ «Es hora de volver…», no realmente no lo sentía así, pero era ahora o ahora. Realmente no tenía mucho de donde escoger y no podía negar que era algo importante.   Cojo nuevamente la invitación para la reunión de compromiso de mi prima, a la cual no veo hace aproximadamente dos años, cuando me fui de mi Ashland, Oregon, mi pueblo natal y donde vive toda mi familia, para desempeñarme como abogada en un exitoso bufete en Los Ángeles, California.   La principal razón de haberme ido de ese lugar fue la infidelidad de mi novio de ese entonces, Roman Darcy. Es que, honestamente no podía creer que un ser tan ruin y miserable tuviera por apellido el del hombre que para muchas sería el ideal de hombre perfecto… Mr. Darcy de Orgullo y prejuicio.   Mientras yo pensaba que nuestro noviazgo estaba perfectamente y me pediría matrimonio, lo que pasó fue que tuvo el descaro de invitarme a una cena especial en la que, en vez de proponerse, me dejó sin ninguna explicación más allá que decir que estaba pasando por un momento difícil de su vida y no quería afectarme, porque hace poco su padre se había declarado en quiebra y a su mamá le habían descubierto un tumor canceroso en un seno. No entendía cómo era que me alejaba en un momento así, siendo que yo esperaba ser su apoyo y refugio… Estaba enamorada y nada pude hacer porque al final, aunque le rogué, me dejó.   Tal fue mi sorpresa cuando un día junto a mi prima, nos lo encontramos paseando cogido de la mano con una de las herederas reconocidas del pueblo, Anastasia Smith, la hija del dueño del Banco de Ashland. Sentía un remolino de sentimientos por dentro y el que decidió salir fue ¡la tristeza! Parecía una niña llorando frente a él, reclamándole por lo que había hecho… Fue un completa vergüenza, ¿por qué no había podido salir la rabia o el orgullo y haberle dado una cachetada o por lo menos ignorarlo? Nooo, tenía que humillarme de la peor manera, las risas y las miradas de los dos no se hicieron esperar, tanto así, que mi prima tuvo que llevarme a rastras de vuelta a la casa.   Después de ese día, tomé la decisión de aprovechar la oferta de trabajo que me habían hecho en Los Ángeles y sin darle tiempo a mi familia para convencerme de quedar, arranqué a una nueva aventura.   Ahora de pensar que debo volver a ese pueblo, todo mi cuerpo se estremece bajo un escalofrío que recorre mi columna vertebral, pero ya había pasado mucho tiempo y yo no seguía siendo la misma de antes, además no veía a mi familia hace años y ya estaban más que molestos con la situación.   En el bufete de abogados ya me había convertido en socia, debido a mis buenos resultados desde que llegué. Cada día al entrar y leer “White & Miller” en el letrero de la recepción, se llenaba mi ser de orgullo.   Cojo mi maleta para el viaje a casa. Doy una mirada a mi apartamento y suelto el aire de forma pesada, rogando que todo salga bien, sea rápido y pueda volver sin ningún contratiempo.   Le solicité al conductor de la firma que me recogiera para llevarme al aeropuerto y así lo hace. No hay demora alguna en el camino y solo espero seguir con la misma suerte durante todo el fin de semana. Viajo en primera clase, por lo que las dos horas de vuelo son muy placenteras y cómodas, de hecho, aprovecho a tomarme una que otra copa de champaña que ofrecen.   Nadie viene a recogerme, porque realmente no confirmé la asistencia, ya que no era seguro el poder asistir y fue una decisión de último minuto, ya que logré abrir un hueco en mi agenda. Salgo a coger uno de los taxis del aeropuerto y veo que una pareja tiene la intención de detener el mismo al que le hago el pare, así que corro y casi que les arranco la puerta de las manos.   Saludo al conductor y le doy las indicaciones para que me lleve a mi casa, él asiente y arranca. Me voy todo el camino pensando en la actitud con la que me irán a recibir mis padres debido a mi ausencia. Solo espero que la cantaleta no vaya a ser como las de cuando era pequeña.   —Señorita, llegamos —dice el conductor sacándome de mis pensamientos. Miro por la ventana, antes de bajar del taxi y todo sigue tan cuál como lo dejé hace dos años.   Arrastro mi maleta por el camino que conduce a la entrada de la casa de mis padres. Al estar en la puerta, busco mis llaves dentro del bolso, pero me retracto pensando que, entrar como una intrusa en la casa, no es la mejor forma de aparecer después de tanto, así que toco el timbre y espero.   Una mujer joven abre la puerta y tanto ella como yo, nos quedamos mirándonos sin reconocernos.   —¿A quién busca? —me pregunta con una voz dulce, aunque me sigue mirando extraño. —A mis padres, los señores Miller —contesto y sus ojos se abren como dos grandes faros. —Señorita Miller, por favor siga —se apresura a decir y me abre más la puerta para que pueda seguir. —Gracias… ¿y usted es…? —espero me diga su nombre. —Lia. Trabajo hace unos meses acá en la casa —. Se ve avergonzada y sale directo a buscar a mis padres, mientras me quedo en la sala viendo todo como si fuera la primera vez.   Tras todo pronóstico, mis padres me saludaron como a la hija pródiga y no me hicieron ningún llamado de atención. Solo estaban felices con tenerme de nuevo en casa, así fuera por tres días.   Todo el sábado estuve descansando en casa, hablando con mis padres de lo que había sucedido de importancia en estos dos años que estuve ausente. Varios chismes de algunas personas que ni recordaba del pueblo, me entretuvieron y tal parecía que eran asuntos de interés general en la población.   No sé en qué momento el día había pasado tan rápido, pero ya era hora de dormir y al ver mi habitación tal cual la había dejado, me dio un poco de nostalgia, pero de todas formas mi vida ya no estaba acá, sino en Los Ángeles.   Mañana era el almuerzo de compromiso de mi prima y de corazón esperaba que el novio, a quien no conozco, sea una buena persona, porque ella más que mi prima, es como una hermana y donde le rompan el corazón, soy capaz de viajar solo para hacerlo sufrir.   No me di cuenta en qué momento me quedé dormida, pero sí fui consciente de cuando me desperté, ya que el sonido de la cortadores de césped en el jardín de la casa, se encargó de espantarme el sueño que tenía. Era demasiado temprano, pero mis planes de dormir hasta las nueve se habían quedado solo en eso, así que me levanté, fui al baño y me puse un poco decente para bajar hasta donde se encontraban mis padres.   De nada sirvió despertar tan temprano, si cuando iba a ser mediodía, mi mamá seguía corriendo de una lado para otro, porque no había dejado listas sus cosas, ni las de papá, por lo que salimos para la casa de mi prima Allison Miller, faltando quince minutos para la hora que decía la invitación.   —Esas cosas nunca empiezan a la hora que ponen —decía mi papá, intentando restarle importancia a las cosas, pero yo estaba estresada por el simple hecho de llegar tarde, ya que soy una mujer demasiado puntual para mis cosas.   Apenas mi prima me vio llegar, salió corriendo a saludarme y nos fundimos en un abrazo caluroso. Ahí me di cuenta de lo mucho que la extrañaba.   —Ven, tienes que conocer a mi prometido —. Me tomó de la mano y jaló hasta el lugar en el que se encontraban tres hombres hablando. » Eric… —llamó la atención del que supongo era su novio. Un rubio, alto, de ojos claros y cuerpo atlético. El típico prototipo de chico popular. No alcancé a saludarlo, cuando el hombre que estaba de espaldas se da la vuelta y me deja paralizada en mi lugar. «¿Qué hace él acá?». Mi corazón late agitado al ver a Roman. —Miren a quién tenemos por acá —dice irónico y no contengo la rabia en mi mirada. —¿Qué hace este acá? —le pregunto a Allison y ella hace una mueca incómoda antes de responderme. —Roman es primo de Eric —contesta sin dar más explicaciones. —Espero entonces que no sean iguales o de lo contrario después estarás llorando —le digo en un susurro a mi prima, esperando que nadie más escuche. —Mucho gusto, Ximena —dice Eric, estirando su mano para saludarme. La estrecho seria.   Tengo toda la intención de ignorar a mi ex, pero aparece Anastasia y le da un beso en los labios, con el que todos nos alcanzamos a sentir incómodos. —¡Oh! Viniste —dice ella al notar mi presencia y yo solamente levanto una ceja. —Sí, cariño y como era de esperarse… sola —dice Roman en un tono burlón y me dan ganas de darle la cachetada que hace dos años no fui capaz de darle. —¿Sigues soltera? ¿Así de mal te dejé que no me has podido superar? —habla Roman destilando todo su veneno.   «¿Qué le hice para que venga a tratarme así? ¡Fue él quien me engañó! Debería ser yo la que lo estuviera tratando como la basura que es».   —No te equivoques… que esté hoy sola, no significa que no haya alguien especial en mi vida —contesto rápido y así mismo me estoy lamentando por haber hecho ese comentario. —¡Oh! Qué bueno. Supongo que para la boda conoceremos al afortunado —. Levanta una ceja retándome. —Claro que sí. Mi novio no me pudo acompañar este fin de semana debido a que está muy ocupado con su trabajo, pero para la boda, es un hecho que estará a mi lado —sonrío con suficiencia, aunque por dentro estoy entrando en pánico. —¿Cómo se llama y a qué se dedica? —pregunta Anastasia igual de prepotente que Roman.   Voy a contestar la primer cosa que se me ocurra, pero mi prima nos interrumpe y me lleva a saludar al resto de la familia.   —¿Qué fue eso? —inquiere mirándome fijo —. ¿En verdad estás saliendo con alguien? — Niego y ella voltea los ojos —. ¿Ahora de dónde piensas sacar un novio para dentro de dos meses y que esté dispuesto a venir a mi boda? — La miro aterrada, al tiempo que pasa su mano por su rostro. —Puedo decir que terminamos antes de la boda —contesto dudosa y ella niega inmediatamente con la cabeza. —Algo nos inventamos, pero a ese par no les vamos a dar el gusto de que te vean fracasar en el amor —dice segura y yo asiento, aunque no estoy tan segura de poder lograrlo.   «¿Ahora de dónde voy a sacarme un novio? Eso me pasa por acelerada», me lamento mentalmente, pero no pienso darme por vencida.     (…)   —¡¿Cómo es posible que volví a caer en lo mismo de siempre?! ¡¿Qué carajos me pasa?! —me regaño completamente frustrada, mientras lanzo mis zapatos de tacón volando hasta la mitad de mi sala.   De solo recordar la cita que acabo de tener con uno de los abogados ocasionales del bufete, me pasan escalofríos por el cuerpo. Ya estoy cansada de que los hombres se muestren de una forma, pero cuando obtienen lo que quieren, que casi siempre es sexo, cambian por completo y muestran su verdadera cara.   No solo quedé frustrada con el encuentro sexual, sino que también tengo el estómago vacío por no haber tenido tiempo de cenar algo, por esperar a que apareciera el ilustre abogado Salgado y a quien una emergencia se le presentó precisamente después de los tres minutos más desastrosos de mi vida.   Me voy caminando descalza hasta la cocina y el frío del piso me hace recordar los regaños de mi madre cuando era pequeña, "No andes descalza por la casa, se te tuercen los pies y después te están doliendo", después de esas palabras, yo salía corriendo a mi habitación a ponerme mis pantuflas de conejito. Ahora ya no salgo corriendo, ni tengo pantuflas de conejos, sino una sencillas con flores rosas sobre un fondo blanco.   Prendo mi computador y me devuelvo a la cocina a preparar un poco de café con un sándwich y papas fritas, porque esta noche tendré que pasarla en vela, ya que tengo un caso con el que iré al juzgado dentro de dos días y debo seguir armando la defensa de mi cliente.   No sé en qué momento acepté que me llegaran notificaciones de escritorio, pero me llegan tres de publicidad de "Match your heart", por lo que volteo los ojos y sigo abriendo los documentos que voy a utilizar.   La tetera en la cocina empieza a sonar anunciando que el agua ya hirvió, por lo que me levanto de la silla y alisto un termo con el café que tomaré hasta que acabe de montar la defensa. En un plato sirvo la comida y camino de vuelta a la mesa.   Una nueva notificación llega y cuando le voy a dar click para cerrarla, lo hago fuera del espacio de la X, por lo que se abre el enlace a la página principal. Sale un aviso grande con corazones que parpadean, algunos brillos y el nombre del sitio web. Debajo de este aparece el slogan, “¿Buscas a tu media naranja? Nosotros la encontramos por ti”.   Suelto un ruido por lo ridículo que me parece ese anuncio, aunque en el fondo no puedo dejar de pensar en lo útil que debe ser, si de verdad funciona. Empiezo a divagar en las diferentes posibilidades que se me pasan por la mente, hasta que una nueva notificación, pero esta vez de un correo del trabajo, me hace volver a la realidad.   Contesto el correo y fue tan agotador contestar tantos interrogantes, que las ganas de seguir trabajando en la defensa se esfumaron por completo. Me si sirvo otra taza de café y me pongo a mover el cursor por toda la pantalla, logrando que la vista previa de “Match your heart” llame mi atención y ya que no tengo sueño, ni ganas de trabajar, me pongo a revisar cuál es el motivo para que en la actualidad haya tantas aplicaciones para buscar pareja.   Como buena abogada que soy, me quedo leyendo las políticas de la página y las condiciones de uso. Las leo detalladamente y como no me gusta quedarme con las opiniones que están dentro de la misma página, porque no me parecen las más objetivas, me voy al buscador y empiezo a leer las reseñas que han dejado sobre el sitio web.   Mucha gente habla bellezas del sitio, así como algunos dicen que, aunque no consiguieron pareja, sí conocieron personas con las que continuaron una amistad… Cada vez me llama más la atención lo que leo.   “Si estás cansado de fracasar en el amor, esta es tu oportunidad para dejar en manos de expertos la búsqueda de tu persona ideal. Trabajamos con algoritmos exactos que logran buscar a las personas afines a lo que estás buscando, así que no lo pienses más e inscríbete en nuestra página”.   Ese era el último párrafo anotado al lado del botón “INSCRIBIR”. Lo leí como tres veces y la verdad es que sí estaba cansada de tener malas experiencias en el amor. Al menos acá sería la página quien los buscara por mí y era un ahorro de trabajo y energía inmenso.   «¡Además tengo que conseguir un novio para el matrimonio!», recordé al tiempo que daba click sobre el botón y empecé a completar los espacios con los datos que pedían.   Cuando llegué a la pregunta en la que ponía lo que buscaba en un hombre, me quedé pensando un momento y antes de completarlo directamente en la páginas, lo haría en una hoja. Cosas que había experimentado en el pasado con algunos chicos con los que había salido vinieron a mi mente y así empecé mi lista de características de mi hombre ideal. -           No sea muy guapo (esos son los más mujeriegos). -           Tenga un empleo estable y sea exitoso (no pienso mantener a nadie). -           No viva ni dependa de sus padres. -           No sea mujeriego (hay feos mujeriegos). -           Sea organizado. -           Su familia sea ejemplar. -           Crea en el amor verdadero. ○○••♥••○○ Hola, bellas ♥ Gracias por acompañarme en esta nueva historia. Espero les guste. Recuerden agregarla a su biblioteca dentro de la app y dejar sus comentarios. Síganme en mis redes sociales @Julycladeletras, donde publico información e imágenes de mis novelas. Besos ♥
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