Elizabeth Collins. Con mi descartable en una mano y algunas carpetas en la otra, camino hasta el elevador. Hoy tengo planeado dar mi renuncia y quiero redactarlo antes de que Damián o Fedora lleguen. Aunque ayer quise hacerlo luego de lo que vi a la mañana, estábamos muy atareados con los pedidos y ninguno de los dos volvió a aparecer en todo el día y no pude hacerlo. Miro mi reloj y falta casi 45 minutos para la entrada. Tiempo suficiente para tenerlo listo. Me distraigo buscando mi celular en la cartera que suena estrepitosamente y me sobresalto cuando de repente una mano me tapa la boca impidiendo que pueda emitir algún sonido, la otra mano agarrada a mi cintura, me jala hacia un pasillo oscuro que conduce hacia unos almacenes de telas, alejado de la zona de diseño. Tanto el café com

