Kreves miraba por la ventana, había comenzado a llover y contar las gotas de lluvia lo ayudaba a calmarse. Su mente estaba intranquila, escuchaba una y otra vez las palabras que aquella mujer había dicho unas horas atrás, “soy tu tía”, era una simple frase, pero esta resonaba en su mente y producía que su corazón se partiera al sentir el dolor de la traición. Nunca esperó que al regresar a esta casa que hace tantos años había abandonado, se enfrentaría a una verdad tan agobiante. La mujer que prácticamente fue como una segunda madre para él, en la única en la que confiaba y que por lo tanto amaba, le había mentido durante toda su vida. Ella había intentado hablar con él a penas le reveló la verdad, sin embargo, Kreves le pidió espacio, tenía que registrar lo que ella le había dicho, y todo