Regina mantuvo la mirada puesta sobre la carretera y cuando escuchó: “gira a la derecha”, parpadeó varias veces – ¿cuál derecha? “Recalibrando” Nunca odió su celular tanto como ese día, cuando más lo necesitaba. Tomó el retorno, se estacionó para identificar las calles y diez minutos después logró doblar a la derecha en la intercepción correcta. Desde ahí fue más fácil. Leo la esperaba a un costado del camino, vio su coche y se adelantó para guiarla hasta la casa correcta. Afuera estaba el número 1235. Regina bajó con la bolsa de papel y vio todo lo que Leo cargaba – ¿te ayudo? – No, estoy bien, tú pasa primero yo llevaré las cajas. Regina asintió, caminó hacia la entrada y tocó el timbre. Leo tenía las manos ocupadas, se detuvo para mirarla muy fijamente y al no ver una reacción l

