Eran las tres de la madrugada, la última vez que Leo miró el reloj, marcaban las dos cincuenta y cinco, lo que dejaba en claro cuán frustrado se sentía. En la habitación superior las luces se encendieron, Leo, que acababa de acomodar las piernas para no tener dolor en las rodillas, se apresuró a tomar la cámara fotográfica y miró las ventanas, la persona que encendió las luces era una mujer, a juzgar por su silueta, caminó hacia un costado, volvió, se recostó sobre la cama y lo siguiente que pasó no necesitó mayores explicaciones. – Al menos tú te diviertes – exclamó Leo mientras tomaba las fotografías. Por los siguientes siete minutos la pareja estuvo ocupada, el hombre se levantó, se puso una playera y salió de la habitación, las luces del primer piso se encendieron, Leo cerró los ojo