La oficina de Princesa tenía un florero especial con flores frescas y un listón dorado. Sarah sostenía el último informe, lo envió a la impresora sin revisarlo y había llegado el momento de leerlo.
Víctor estaba sentado del otro lado del escritorio con las manos juntas y golpeaba el suelo con la punta de su zapato – míralo – la incitó.
Sarah respiró profundamente, le dio la vuelta a la hoja y comenzó a revisar: ventas duplicadas, comentarios positivos en redes, y menciones del nuevo escaparate que lo relacionaba con la galería de arte – no puedo creerlo – soltó.
Víctor le quitó el reporte para leerlo, porque claramente ella no iba a decir ni una sola palabra. Lo revisó de arriba abajo y sonrió, sin falsa modestia – te dije que funcionaría.
– Lo hiciste – dijo Sarah, odiaba ser sentime
