Había laureles en el jardín, jarrones artesanales y una pintura de estilo renacentista que Patricia encontraba poco agradable a la vista. Sus tacones producían un sonido seco cada vez que caminaba por el pasillo, esa mañana llevaba té en su termo y daba pequeños sorbos mientras revisaba su celular. Ensayaba su discurso, lo que era extremadamente importante porque se trataba de las palabras que diría tras aceptar su ascenso. Su sonrisa se volvió calculadora. De pronto, escuchó el sonido de un motor y un estallido súbito que la dejó paralizada. Un coche rojo, de líneas deportivas, se estrelló contra la entrada principal, justo donde descansaba una maceta de cemento con una planta ornamental. El impacto fue brutal. Patricia apenas pudo reaccionar. Soltó su termo y unos segundos después co

