9

1821 Words
Al fin sábado, los últimos días de trabajo semanal después de mi charla con Lucas fueron demasiado tranquilos, se nota que me hizo caso y creo que se dio cuenta de que estaba siendo molesto, ya que ni siquiera volvió a dirigirme una mirada. Solo hablamos un poco sobre las ideas para el cuarto, pero no dijo absolutamente nada fuera de lugar, cosa que agradecí mucho. A pesar de que lo único que quiero es quedarme en casa, acostada entre mis sábanas con olor a jazmín, Sofía me invitó a salir a bailar con otras amigas y no pude negarme. Si bien necesito descansar, también necesito divertirme, solo va a ser una salida de mujeres y es lo que estoy necesitando para sacar de mis pensamientos al sexy obrero que aparece hasta en mis sueños. Sí, una noche de amigas me va a librar por un momento de estos sentimientos. Mi mejor amiga toca la puerta de casa a las ocho de la noche en punto, y se tira sobre mí ni bien le abro. Me llena de besos y estallo en carcajadas cuando me tira al piso. Esta chica está loca, pero la adoro tanto. Es la hermana que nunca tuve y que siempre quise. —¡Te extrañé! Esa mansión te está chupando la vida —comenta ayudándome a levantar. Niego con la cabeza y vuelvo a ponerle llave a la cerradura. —Me estoy volviendo loca en ese lugar, sueño con martillazos, obreros, jefes… pero debo admitir que me gusta demasiado este trabajo —replico, haciéndola pasar a la cocina—. ¿Empezamos con la previa mientras nos preparamos? Le señalo una botella de cerveza y asiente con velocidad. Me río mientras sirvo la bebida en vasos y le doy una a ella. —¡Hoy nos vamos a súper divertir! Le dije a las chicas que a las diez pasamos por ellas y nos vamos de una a la discoteca… —¿A la discoteca? —la interrumpo entre risas—. De repente hablaste como mi mamá, ¿acaso no decimos boliche nosotras? —¡Da igual! —exclama sin dejar de sonreír. A pesar de que su novio la dejó hace unos días, la veo bien, por suerte no se dejó estar y superó esa ruptura—. Ahora vamos a ver, todas estamos solteras. —Sube y baja las cejas como un gesto provocativo—. Hoy le tenemos que dar sabor a nuestros cuerpos. —¿En qué sentido? Pensé que dijimos que no íbamos a buscar hombres para nada, que hoy solo iba a ser noche de chicas —replico, y le doy un largo trago a mi cerveza. —Sí, obviamente, pero Gise ya dijo que quería buscar a alguien con quién pasar la noche. —Se encoge de hombros y suspira—. Probablemente Jessica también, y vos quizás encuentres a alguien… —¡Ni lo sueñes! No quiero saber nada de eso, solo quiero salir a divertirme, distraerme del trabajo y dejar de pensar en… —Me detengo antes de hablar de más—. De pensar en cosas. Frunce el ceño y me mira fijo, con los ojos entrecerrados, como queriendo sacarme información. —¿En qué cosas no podés dejar de pensar? —cuestiona con lentitud. Sigo tomando mi bebida y niego con la cabeza. —¡Nada, Sofi! Estoy estresada con el trabajo, solo eso, el señor Blackstar es insoportable, quiere cambiar mi look y todo, siempre se ríe de cómo me visto y me da mucho odio. Además, hay otro obrero súper pesado, no me hace caso en nada… —Resoplo—. Pero ya estoy dominándolo, es cuestión de tiempo para que me haga caso. Es más, el miércoles hablé muy seriamente con él y me entendió. No volvió a joderme. —Mmm… igual, noto que te brillan un poco los ojos y se te dilatan las pupilas cuando hablas de él —dice terminando su cerveza. Suelto una risotada, pero se nota que es demasiado falsa. —No, es muy histérico —contesto restando importancia con las manos. Arquea las cejas para que prosiga, porque sabe que tengo que admitir algo más—. ¡Está bien, lo acepto! Es súper sexy, cada vez que lo veo mis hormonas estallan y él no me lo deja fácil porque sabe que me provoca y, para colmo, me dijo que me tiene ganas. —¡¿Qué?! —chilla y me tapo un oído fingiendo una mueca de dolor—. ¿Y qué esperás para tirártelo? —¡No pienso hacer eso! Su horrible personalidad tira abajo todo lo bueno que está, y no voy a perder mi dignidad. Sabés bien que me acuesto con buenas personas… —Que no son sexys —expresa señalándome—. Sería una sola vez, ¿o no? Hago una mueca y prefiero no responder. Sé muy bien que si me acuesto con él, voy a querer más, no entiendo porqué, solo tengo esa sensación. —Quiere que vaya a comer con él y le dije que solo lo hacía si llevaba a una amiga, aceptó y va a llevar a un amigo… —¿Me vas a llevar a comer con un galanazo? —interroga emocionada, y aplaude como foca. No puedo evitar reír. —¡No! No voy a ir a comer con él, ni aunque me lleve a un restaurante en Italia. —Sirvo un poco más de cerveza en nuestros vasos—. Vamos a poner música y nos empezamos a cambiar, ¿dale? Asiente con la cabeza y pongo algo de reggaetón para empezar a entrar en movimiento. Mientras nos cambiamos y tomamos, empezamos a perrear sin parar de reír, definitivamente estamos locas. Cuando terminamos de hacer nuestro show, comenzamos a maquillarnos. Me pongo un labial color rojo mate, que combina con mi vestido ajustado del mismo color, delineo mis ojos y nos planchamos el pelo entre nosotras. Luego nos probamos varios pares de zapatos hasta que nos quedamos con unos simples tacones color n***o. Admiro su mono color azul, el cual tiene un escote genial y la espalda al aire. Juro que me encanta. —Quisiera tus pechos para poder usar el escote con más orgullo —dice. Mi vestido tiene un escote en v, pero no deja que se vea todo. —Bien, ya estamos listas, ahora vamos por Gise y Jessy —dice moviéndose como si estuviera bailando salsa. Niego con la cabeza de manera divertida, agarramos nuestros bolsos cargados con lo necesario y salimos tomadas de la mano, gritando y cantando canciones de Maluma. Nos subimos a su auto y pone música a tope mientras seguimos a los gritos, nos reímos y ella va tocando bocina cada vez que ve a algún chico lindo. Esa parte me da vergüenza y me tapo el rostro cada vez que hace eso. Llegamos a la casa de Gise, donde también se encuentra la otra chica, y las llamamos para que salgan. Aparecen ambas con un vestido n***o, lleno de lentejuelas y pintadas de manera extravagante, pareciera que estuvieron jugando con el maquillaje, pero adoro su valentía. Gisela, una chica con ascendencia africana, nos saluda con la mano cuando sube al coche y Jesica, completamente diferente a Gise, rubia y de ojos oscuros, nos saluda de la misma manera. —¡Vamos a mover el esqueleto! —chilla la rubia sacudiéndose sin parar al ritmo de la música. Las cuatro gritamos con histeria y diversión y así transcurre nuestro viaje hasta el lugar. Nos desanimamos ni bien llegamos. Hay más fila que nunca, y pareciera que vamos a estar un buen tiempo paradas esperando a que nos dejen entrar, ni tampoco nadie garantiza que haya lugar para nosotras. —Chicas, la veo difícil —comento mirando al grandote del guardia negando a todo el que intente pasar. Chasqueo la lengua hasta que veo a Alejandro Blackstar bajando de su súper coche, seguido de tres hombres más con su mismo aspecto. Abro los ojos de par en par, ya que supuse que él va a lugares de mayor nivel, y tiro de la mano de Sofía para que me acompañe, tengo que ser un poquito descarada. —¡Señor Blackstar! —lo llamo. Él dirige una mirada curiosa hacia mí, me mira con detenimiento y asiente en señal de aprobación. Supongo que hoy sí le parece que tengo buen estilo. Me acerco a él y, a pesar de mis tacos, me siento enana a su lado. —Señorita Torres, qué gusto verla —dice con tono medio irónico. Le dedico una sonrisa coqueta para intentar convencerlo. —Alejandro, ¿podría decir que estamos con ustedes? En realidad sería solo para entrar, pero no los vamos a molestar… —digo con tono implorante. Mira detrás de mí y observa a mis amigas. Luego se da vuelta para mirar a sus acompañantes, los cuales se encogen de hombros—. ¡Por favor! El hombre suelta un bufido y asiente. Le muestra una credencial al de seguridad y nos hace pasar a todos, escucho cómo los que están en la fila abuchean, pero mis amigas y yo solo reímos. —Gracias, señor Blackstar —le digo a mi jefe antes de salir disparada a la pista de baile. Hace un asentimiento con la cabeza, pero me detiene un instante. Me sorprendo ante la suavidad de su mano alrededor de mi muñeca—. ¿Pasa algo? —Esto fue un favor, pero me gustaría que al menos me agradezcas de una buena manera —manifiesta acomodando su corbata. Lo miro sin entender—. Bueno, al menos, podrías aceptar un baile conmigo. —¡Ah, sí, por supuesto! —replico poco convencida. Miro sobre mi hombro y Sofía hace un gesto para que me apure, solo le hago una seña para que vaya a la barra sin mí. Me siento un poco incómoda cuando me toma de la cintura y, con el bullicio de la gente, tenemos que estar bien pegados para escucharnos y que no nos empujen. —Espero que no se lo tome a mal, pero hoy escogió muy bien su vestuario y debo decir que me dejó atónito la curva de sus caderas. Me gustaría hacerle una prueba para mi campaña de modelaje —suelta. Ruedo los ojos, otra vez con lo mismo. —Gracias, pero ya le dije que yo no soy modelo, ni me interesa —respondo de manera firme. Miro hacia el costado, buscando a mis amigas con la vista, pero me tropiezo con los pies de mi acompañante al notar una mirada que podría reconocer entre miles y que podría calentarme más que el sol. Alejandro me sostiene con fuerza para que no me caiga y me habla, pero yo sigo con mis ojos firmes en los azules del otro muchacho, quien esboza una sonrisa que dice todo sin palabras y me deja sin aliento. —Perdón, Alejandro, me tengo que ir con mis amigas, muchas gracias por dejarnos entrar —digo atropelladamente antes de salir disparada hacia ellas e intentando alejarme lo más posible de ese rostro. ¿Por qué me persigue hasta acá? Pensé que iba a ser una noche tranquila, y ahora solo quiero escapar o esconderme hasta que se vaya. Sé que si tomo y me propone pasar la noche con él, no podría negarme. Respiro hondo y niego con la cabeza. No, no me va a j***r la noche. Es más, él va a ser mi entretenimiento. Solo espero que mi jugada no termine en mi contra.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD