Capítulo 6. Satisfecha.

1588 Words
Wendy miró a Vincent, y Luis solo sonrió, no estaba haciendo nada malo después de todo. —Señor Priego—Dijo Luis. —Señor…—Dijo Vincent sin saber que nombre pronunciar. —¿Cuál es su nombre?—Preguntó. —Soy Luis Gonzales. ¿Gonzales?, Vincent sabía que la familia Gonzales tenía dinero, no eran los más acaudalados de la ciudad, pero si se defendían, tenían hospitales y laboratorios farmacéuticos. —Mucho gusto— dijo Luis estirando su mano hacia Vincent. —Veo que es cercano a mi esposa—Dijo Vincent mientras miraba a Wendy e ignoraba aquel saludo de forma grosera, Luis sonrió sin sentirse apenado y solo bajó la mano, mientras tanto, Wendy estaba con la vista fija en un papel que sostenía en sus manos. —No del modo que me gustaría— dijo Luis sin miedo a los problemas. —Soy el medico que está a cargo de la madre de la señora Torres, es por ese motivo que nos conocemos. Vincent se quedó pensando, Wendy frecuentaba mucho el hospital, ¿Cuántas veces no se había visto con aquel doctor?. —Ya veo. —Vincent—Dijo Wendy de repente. —El corazón de Mar, ¿Puedes comprarlo?, te lo pagaré en cuanto pueda, lo prometo—Dijo ella mirándolo llena de esperanza. Vincent entendió que era lo que ella miraba con atención, recordó que Wendy había perdido todo, sus joyas y cosas de valor, inclusive las joyas que traía ahora, no eran más que simples baratijas, no se había dado cuenta, Wendy estaba acostumbrada a cosas caras, por supuesto que se fijaría en algo así. —Si, supongo que… —¡Vincent!—Catalina se acercó llena de emoción, había escuchado que Wendy quería aquel collar y sabía perfectamente el porqué, quería demostrarle qué no importaba lo que hiciera, Vincent siempre iba a preferirla, solo tenía que darle un par de lecciones. —¿Podrías comprarme el corazón de mar?, prometiste que me comprarías lo que yo quisiera. Wendy quedó atónita, ¿Cómo esa mujer se atrevía a pedir tal cosa?, sintió ganas de golpearla, pero no podía hacer algo así, por más que la odiara, Vincent la protegía. Vincent se sintió en un dilema, miró a Wendy y esta le suplicó con la mirada. —Wendy, elije cualquier otra cosa. —¿Qué?, no, por favor, señorita Robles—dijo Wendy tragándose su orgullo. —Déjeme tener esta joya, se lo pido por favor—Dijo ella mirando a Catalina. Luis no podía creer lo que veía, Vincent era un cabron, ¿Cómo podía preferir a otra mujer por encima de su esposa?. —Pero Wendy, solo es una joya, estoy segura de que ahora que eres la esposa de Vincent, él te llenará de muchas joyas más, en cambio yo, debo de conformarme con baratijas como esta, déjame tenerla esta vez, no seas cruel—dijo Catalina mostrando su lado más débil, parecía que en verdad iba a llorar, inclusive Wendy sintió que era la mala. —Wendy, deja de pelear por una joya, te compraré más, solo estás armando un alboroto— dijo Vincent. Wendy apretó los puños y se obligó a sonreír. —Tienes razón. Vincent lejos de sentirse satisfecho, solo se sintió un completo idiota. —Escoge cualquier otra cosa, hay otras joyas, dime cual quieres y te la compraré. —Tengo que ir al baño— fue todo lo que Wendy dijo, se alejó de aquel lugar y mientras Catalina sonreía victoriosa, Luis solo miraba la crueldad con la que debía de vivir Wendy. —¿Se habrá molestado?—Preguntó Catalina fingiendo preocupación. —¿Hice algo malo?. —No debes de preocuparte, seguro se le pasará pronto. —Con permiso—Dijo Luis alejándose de aquel lugar y de esas personas, Catalina lo miró, Wendy tenía buen gusto para los hombres, Luis era guapo, no más que Vincent, pero sin duda tenía una buena apariencia . Wendy lloraba desconsolada dentro de un baño, una vez que se sintió mejor, salió y se limpió el rostro, sus ojos estaban enrojecidos, así que duró un buen rato ahí, tratando de verse bien, se acomodó el maquillaje y practicó una sonrisa frente al espejo. Al salir del baño, se dio cuenta de que todos se habían reunido frente a un pequeño estrado, donde un hombre ya había empezado la subasta. No quería presenciar como aquella mujer se quedaba con la joya familiar, así que solo salió para tomar un poco de aire. Mientras tanto, Vincent trataba de encontrarla con la mirada, a su lado estaba Catalina, pero Catalina no era su esposa todavía, y de algún modo, se sentía culpable, sentía esa necesidad de disculparse. —A continuación, tenemos una hermosa joya, el corazón de mar… Catalina sonrió emocionada, sabía que Vincent la conseguiría para ella, y planeaba venderla de nuevo, la última vez le habían pagado muy bien por ella. —Empezamos la subasta con quinientos mil. Vincent subió el precio hasta los ocho millones, y cuando creyó que ya era suya, alguien habló. —Diez millones. Todos se sorprendieron, ¿Quién estaba dispuesto a pelear con alguien de la familia Priego?. Luis había lanzado aquella oferta sin titubear, Vincent sonrió incrédulo, las intenciones de ese hombre eran más que obvias. No iba a dejarse ganar, así que ofreció un millón más, Luis le siguió el juego, hasta que aquella joya alcanzó un precio exuberante de 25 millones. —Escuché que la fortuna de la familia Priego haciende a más de trecientos mil millones, esto no es nada para el señor Priego, pero desconozco la fortuna del señor Gonzales. Luis sonrió. —Treinta y cinco millones. Los murmullos no se hicieron esperar, todos estaban asombrados, Catalina estaba estupefacta, ¿Tanto dinero por una joya insignificante?. —Cincuenta millones—Dijo Vincent un poco enojado. Luis estaba satisfecho, no podía ofrecer más sin consultar con los contadores de la familia, pero al menos ese tipo, tendría que pagar muy caro los caprichos de esa mujer. —¡Vendida al señor Priego por cincuenta millones!. Catalina estaba más que feliz, Vincent pagó tanto por ella, sabía que no podía dudar de él amor desmesurado que él le tenía. —Recibirá la joya mañana mismo señor Priego— dijo el encargado después de firmar los papeles de compra. —Gracias. Cuando Wendy se enteró de que Luis había peleado por la joya, no dudó en ir a cuestionarlo. —¿Por qué ofertó tanto por la joya?, no debió, no vale más de diez millones. —Lo sé, quería conseguirla para usted, lamento no haberlo logrado. —No se preocupe, después de todo, solo es algo material. —Se que tenía mucho valor sentimental para usted, en verdad lo siento. Vincent escuchaba esa conversación, ¿Valor sentimental?, así que por eso Wendy quería aquella joya. Durante el trayecto a casa, el silencio inundó el auto, Wendy estaba decepcionada, ahora sabía que no podía esperar nada de parte de Vincent. —A partir de mañana, no quiero que vayas sola al hospital—Dijo Vincent de repente. —¿Qué?. —Es solo para evitar rumores, le pediré a una de las sirvientas que te acompañe en todo momento. —No soy yo la que debería de tener chaperona. —No quiero ser la burla de nadie. —¿Y yo si?. —¿De que hablas?. —Hoy me dejaste en ridículo enfrente de todos, sé que amas a Catalina, pero al menos trata de disimular, guarda tu amor para cuando estén solos— dijo Wendy bajando del auto, él cual ya se había estacionado justo frente a su casa. Vincent salió detrás de ella y la alcanzó justo en la entrada, la sujetó de la cintura y la hizo verlo a la cara, si algo detestaba Vincent, era que lo dejaran hablando solo, no toleraba esa falta de respeto. Las manos de Vincent sostenían aquella delgada cintura, mientras que Wendy estaba estática, Vincent podía sentir compasión por Catalina, pero ¿Tendría misericordia con ella?. —No te atrevas a decirme que hacer, si he aceptado casarme contigo, no es porque me agrades, no te conozco, ni me conoces. Wendy sentía él calor de aquel hombre sobre su piel, el aroma y esos labios qué tenía tan cerca, odiaba a Catalina y quería devolverle todo lo que le hizo, había pensado en vengarse, y vio la mejor forma de hacerlo, quitándole a Vincent, aunque tal vez, aquello fuera imposible. Sin pedir permiso, pegó sus labios a los de ese hombre, nunca antes había besado a alguien, así que se sintió extraño, Vincent estaba sorprendido, y sus manos se deslizaron por voluntad propia hasta la espalda desnuda de aquella chica. Wendy se sentía satisfecha, estaba lista para alejarse, pero Vincent no la dejó, eso la hizo entrar en pánico. —¿Qué pasa?, ¿Crees que puedes jugar y salir intacta?, consumamos el matrimonio ahora. Wendy pegó un grito cuando Vincent la cargó y la llevó hasta la habitación, cayó sobre la cama de Vincent y lo miró un poco aterrada. —Amas a Catalina, no lo olvides. —Así es, pero eres mi esposa y debo de cumplirte, ¿No es así como debe de ser?—Preguntó él tratando de entender lo que pasaba por su mente, un deseo incontrolable simplemente se apoderó de su sentido común. Wendy sintió calor en todo el cuerpo cuando Vincent se subió sobre ella, abriendo sus piernas y besándola sin limitaciones.
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