Esta mañana llegué un poco temprano a la oficina, quiero estar un momento a solas con Daniel antes de empezar a trabajar. Acomodo algunas cosas y me siento en mi silla detrás del escritorio, pero alguien entra sin tocar la puerta.
Le sonrió a Daniel, pero me doy cuenta de que él está hecho una furia.
—Erika, solo tienes una oportunidad para decirme la verdad además, solo te lo preguntaré una vez más. ¿Qué paso en el estacionamiento ayer?
Por un momento me quedo pensativa cuando algo viene a mi mente.
¡Maldición! Olvide las cámaras de seguridad. No tengo de otra que decir la verdad.
—Está bien, te diré la verdad, pero por favor siéntate y no te enojes más lo que ya estás.
—Está bien, Erika, te escucho —me dice mientras se sienta en la silla frente a mi escritorio.
—Escuche a alguien
