Imelda y Esmeralda se encontraban en la habitación ayudándome a prepararme para la salida de año nuevo. Esmeralda me ajustaba el vestido, mientras que Imelda miraba una revista de peinados, ella iba a escoger uno para hacérmelo a continuación. Por instantes, estaba perdiendo los nervios. Suspiré y observé de nuevo a mi rubia amiga. No había hablado en toda la tarde, ¿qué le estaría pasando?, ¿tal vez algo pasó entre ella y Abel y ahora se arrepentía? De cualquier modo, ella no era la Imelda enérgica de siempre. Una vez que Esmeralda terminó, me acerqué a ella y le quité la revista, la observé con un gesto ceñudo, pensado nada más y nada menos que para intimidarla y me crucé de brazos. Ella se sentó en la cama y me miró con una ceja enarcada. De acuerdo, tal vez no fuera la mejor