CAPÍTULO 3
IKER ARCE
—Ay Iker, ahora si la regaste y feo —Me recrimina mi primo Alexis, niega con la cabeza. Suelto un frustrante suspiro, bajo la cabeza, pongo ambas manos en mi rostro, me siento… De la chingada, merezco todo esto que me está pasando —. Yo te dije que si seguías así, mejor no ilusionaras a Daniela, no merecía la canallada que le hiciste.
—Ay, ya sé, Alexis, sé perfectamente que soy un cabrón que no merecía el amor de una buena mujer que vale oro —Suelto un gruñido mientras me tallaba la cara con rabia.
—De todas las mujeres que has tenido, era la mejor, no era tóxica, loca como tus exnovias —Me mira con ojos recriminadores.
Me subo al carro y me regreso a mi casa.
En cuanto entro al cuarto, comienzo a tirar lo primero que se me atraviesa, comienzo a deshacer la cama con rabia, muevo el colchón con furia, tomo la navaja y lo hago pedazos, las almohadas también las destrozo, no quiero nada que me recuerde a esa traición, ni que huela a Romina.
—AAAGGHHH —Grito furioso. Me odio por esta situación, tarde me doy cuenta todo lo que perdí por mi maldita calentura.
Llevo todo lo de la cama, lo meto a mi camioneta, lo subo, al entrar me pongo el cinturón y me marcho.
Llego a un lugar solitario y le prendo fuego al colchón, a las sabanas y al edredón. Miro lo que acabo de hacer con una enorme rabia brillar en mis ojos.
—Voy a luchar por tu amor, Danielita —Habló para mí mismo.
Subo a la camioneta y me voy.
Vengo manejando, en la oscuridad de las calles de la ciudad, sin rumbo fijo, escuchando las canciones que a ella le gustan, le subo más a la música.
Le doy un sorbo a la cerveza que compré en una parada que hice.
Llego a su casa, la veo salir con su amiga, se ve tan hermosa con esa ropa que trae puesta, Danielita se arregla muy bonito, siempre anda muy bonita. Puedo ver la tristeza en sus ojos, está fingiendo que está feliz.
Se sube al carro de su primo y se van. Los sigo discretamente, se detienen en el Manhattan, su amiga le sonríe, ella le corresponde el gesto.
Me quedo un rato, al voltear a la entrada del lugar veo a Romina con unas amigas, no lo que me faltaba, ojalá que no se encuentre con Danielita. Maldita la hora que me metí con ella.
Luego de un rato decido entrar, no sé, pero siento la necesidad de entrar, siento un presentimiento, algo que no me gusta nada, así que apago la camioneta y me bajo.
El antro se encuentra lleno, la música retumba fuerte, pido permiso a unos jóvenes para pasar.
Llego a la barra y me siento en un banco, pido una bebida, el chico asiente y me lo deja sobre la mesa, agarro el vaso de cristal, le doy un sorbo, mientras busco a Daniela con la mirada. No tengo suerte, todo está oscuro, se puede reflejar a una multitud bailando al compás de la música con las luces azules brillantes que se proyectan como un rayo, que me encandilan, pero que le dan un marco perfecto al frenesí de la noche.
Mis ojos ven a Romina hablando muy sospecha con un hombre, le apunta una mesa, sigo su dedo y me doy cuenta de que es la mesa donde está Danielita, Dios mío, esa bebida tiene algo, debo evitar que lo tome.
“Maldita desgraciada, pagarás por querer hacerle daño”.
Me apresuro a ir con Danielita, está sola en la mesa, cuando llego le quito el vaso, al voltear su mirada se da cuenta de que soy yo, su mirada refleja furia, pero eso no me importa.
—No puedes tomarte eso —Sentencio firme.
Me ve con desprecio —¿Quién te crees que eres para impedirme cosas? —Trata de quitármelo, pero no la dejo, lo tiro al suelo.
—¡¿Qué te pasa imbécil?!
—Esa bebida tenía droga, Danielita, te estaba salvando —Su ceño se frunce mirándome con ira —. Vente conmigo, corres peligro mija, tu primo y tu amiga no estarán al pendiente de ti, no quiero que te pase algo —La tomo del brazo con suavidad.
—¡Suéltame! —Se zafa de mi agarre furiosa —. ¡No iré contigo a ningún lado! —Me grita con histeria.
Me siento exasperado, no puedo dejarla aquí sola, hay muchos borrachos, su primo y la tal Gisell están bailando que ni cuenta se pueden dar si le llegan a hacer algo, como por ejemplo ahorita ni cuenta se dieron.
—Daniela, por favor, vente conmigo, te dejo en tu casa y me voy, no puedes estar aquí sola, hay gente que se puede aprovechar de ti y no quiero eso, eres muy especial para mí —Se ríe en mi cara.
—Ay, por favor, no me vengas con pendejadas, que ya no te creo —Vuelve a reír, puedo notar que está algo tomada, y eso no me gusta, ella no está acostumbrada a beber, le pega rápido el alcohol por lo mismo —. Ya sé, lo que quieres es llevarme a tu cama, pero no lo lograrás, la niña tonta que caía a tus pies ya no existe, que con palabras bonitas creía todas tus mentiras, se murió, ahora soy está, una arrogante, frívola —Sonríe de lado. Niego con la cabeza con dolor.
Veo a un mesero y le pido que me traiga agua, éste asiente de inmediato. Danielita no se ve bien, y eso me preocupa, y más por su corazón.
—Ya lárgate, déjame en paz, si me pasa algo o no, no es de tu incumbencia, mejor vete a buscar a tu amiguita que se encuentra aquí y a mí, ¡Déjame en paz! ¡Lárgate de mi vista! No soporto ni verte, me dan ganas de vomitar con solo mirar tu maldita cara.
Se tapa la boca y sale corriendo, voy detrás de ella, entra al baño, entro junto con ella, unas chicas me miran con el ceño fruncido, pero las ignoro cuando me dicen que me equivoqué de baño.
Daniela apenas y puede caminar, se pone en lava manos, recarga ambas manos en el, su respiración está acelerada, respira profundo, cuando se da cuenta de mi presencia, me grita que me largue.
—Daniela no estás bien… —Me corta las palabras de golpe.
—No te interesa, quiero que desaparezcas de mi vista, de mi vida, te aborrezco, entiéndelo de una vez por todas, lo que sentía por ti, tú mismo te encargaste de matarlo —Hay mucho dolor y resentimiento en sus palabras, eso me duele en lo más profundo de mi ser.
No nos dimos cuenta de que estábamos rodeados de muchachas escuchándonos, hasta dos amigas de Romina están aquí, rodeo los ojos mientras suelto un suspiro desesperado.
—Bebé —Escuchamos la voz de Gisell. Nos mira con extrañeza, pidiéndole una explicación a Daniela con la mirada.
—Gisell, vámonos, aquí apesta —Pasa por mi lado y me empuja con violencia.
Me siento frustrado, paso mi mano derecha por mi cabello. Salgo del baño y me topo con Romina, la agarro con coraje del brazo, no mido mi fuerza.
—¡Aush, me lastimas! —Trata de zafarse, pero se lo impido, estoy fúrico.
La miro lleno de rabia, ella se intimida por mi mirada.
—¿Por qué me lastimas? ¿Qué es lo que te pasa? —Grita enojada, tratando nuevamente de zafarse de mi agarre.
—¿Te tengo que explicar? —La tomo con más fuerza, hace gestos de dolor, mientras suelta un quejido.
—No te entiendo, ¿Qué es lo que quieres decirme? —Lucha por quitar mi mano de su brazo, que ganas no me faltan de rompérselo, por meterse con quien no debía.
—¡No puedo creer que hayas alterado la bebida de Daniela! ¡¿Qué te pasa?!
—¿Qué yo qué? —Finge inocencia, eso hace que me endurezca más de lo que estoy.
—No te hagas la idiota —Le digo mirándola con odio.
—Ay bueno, si fui yo, solo fue una pequeña broma, no es para tanto —La mato, la mato, no puedo creer lo sínica que es, y lo dice como si nada. Me está hirviendo la sangre por dentro.
—¡Una pequeña broma que podría haberle hecho daño! ¡No puedes jugar así con la salud de los demás! —
—Vamos, Iker, no exageres, solo le puse un poco, no iba a pasar nada grave —Siento mi corazón acelerar a mil, al igual que mi respiración, jamás sentido un coraje tan grande como lo estoy siendo ahora.
La tomo su barbilla con violencia, apretándola con fuerza con mis dedos.
—Si vuelves a acercarte a mí o a Daniela, juro que te arrepentirás de haber nacido y si no te vas ahora mismo te denunciaré —Sentencio con voz rabiosa.
DANIELA CASARES
—Bebé, ¿Qué pasó en el baño? —Inquiere Gisell una vez que llegamos a la mesa con mi primo, éste me da el vaso con agua, le doy un pequeño sorbo.
—Nada —Respondo sin importancia.
Me mira confusa, con la frente arrugada, mira a Andrés, se dan una mirada, como diciendo, “no le creo ninguna sola palabra”.
Ambos vuelven a observarme, suspiro con fastidio mientras volteo los ojos.
—Mejor vamos a bailar, venimos a divertirnos —Tomo la mano de Gisell, ella toma la de Andrés.
Nos movemos al ritmo de la música. Pasa un carrito con shot, agarro uno y me lo bebo de una, sigo bailando, disfrutando de la canción.
MIS HERMOSURAS, LES QUIERO AGRADECER POR ESTE GRAN APOYO QUE ME ESTÁN CON ESTÁ GRAN AVENTURA. LES MANDO UN FUERTE ABRAZO Y UN BESO, DIOS ME LAS BENDIGA, LAS ADORO...