Desde que Dominik y Katherine se habían casado ambos sentían un sentimiento de felicidad tan grande que toda la manada podía observar, cada vez que sus miradas se conectaban sus pupilas se dilataban rápidamente. Cada mañana antes que Katherine se levantara su esposo tomaba unos largos momentos para acariciar el rostro dormido de Katherine, la respiración de Dominik en esos momentos se volvía suave, pero profunda. Le encantaba acariciar la pálida piel de su esposa mientras que el dulce aroma que expulsaba inundaba toda la habitación.
Katherine era un tan diferente, cada noche que ambos se iban a dormir ella acariciaba el pecho de su esposo mientras este la abrazaba. En muchas ocasiones Dominik se había quedado dormido ante las suaves caricias de su mujer y mientras se encontraba dormido sentía una leve presión en sus labios y sabía que era su esposa depositándole un dulce beso. Katherine le encantaba dejarle un beso a Dominik cuando se dormía, era su manera de decirle que estaba allí.
Ambos sentían que su futuro sería maravilloso, que las grandes oportunidades que estaban presenciando serian muchas más grandes que las que tenían en ese momento. La empresa que le había heredado el difunto abuelo de Dominik estaba creciendo en gran potencia, con los meses se había convertido en una de las más importantes en toda Europa. Su empresa de importación era tan aclamada que tuvo la oportunidad de construir más negocios. Aunque el dinero de Dominik crecía sin fin, también tenía que estar pendiente del estado de su manada, está al pesar que era el doble de grande que antes tenía todo el control bajo su mano junto con su Luna.
Al principio Katherine y Dominik tenían la ligera sospecha que la antigua manada del hermano de Dominik y la de él no iban a llevarse bien, incluso Dominik había sufrido de insomnio al llegar a pensar que la ex manada de su hermano Lucas lo traicionaría en ese momento. Lo que menos quería el Alfa era iniciar una nueva guerra poniendo en peligro a su esposa junto con su familia y su manada, pero con los días todos aquellos que habían sido gobernados por Lucas se sintieron felices y libres ante la presencia de Dominik y Katherine. Claro que al Alfa le tomo mucho más tiempo en confiar en ellos, pero ante las demostraciones y gestos todo estaba mucho mejor. Ambas manadas se unieron en una sola…
Katherine para Dominik era lo más importante en su vida, haría lo que fuera por ella y lo había demostrado. Aunque su esposa no trabajaba en la ciudad el título de ser Luna de una enorme manada era un trabajo y papel muy fundamental, muchas noches llegaba tarde a la mansión porque se encontraba atendiendo los problemas de algunas personas o pedían su presencia para algunas cosas importante. Las pocas veces que tenía una tarde libre tenía que dividir su tiempo en dos, pasar un rato con su hijo adoptivo Karl y su ahijado Harry, ella no quería que sintieran que los había dejado de lado por su trabajo de Luna. El otro tiempo que sacaba lo compartía con su esposo o con la familia completa, le agrava aquel sentimiento de calidez y comodidad que le daban cada uno de ellos.
(…)
De los labios del Alfa salió un suspiro de cansancio, todo el día había estado revisando distintos documentos de su empresa y la única persona que lo había ayudado en avanzar un poco había sido Noah, el Beta que era su mano derecha en la manada. Pero Noah salió por una emergencia por lo que el Alfa quedo solo en su despacho, en el fondo quería pedirle ayuda a Katherine, pero su esposa se encontraba con los chicos disfrutando de la tarde. No la quería molestar, los brazos de Dominik se posaron en el respaldo de su asiento y se levantó empujándola hacia atrás, en sus adentros no negaba el hecho que le dolía la espalda al estar inclinándose hacia adelante en una mala posición mientras miraba los documentos.
Aun Dominik no había terminado su trabajo, pero decidió tomarse un pequeño descanso mirando por la ventana que estaba a unos pocos metros detrás de su escritorio. Justo en el patio se encontró con la presencia de tres personas, una de ellas era su esposa junto con Harry y Karl. Los chicos estaban acostados en el pasto verde mientras que escuchaban la suave voz de Katherine, quien le leía un libro. En la mente del Alfa no pudo evitar imaginarse a Katherine de papel de una buena madre, y la realidad era que ella era así. Su esposa había tenido una fuerte conexión con Karl, y cuando acogió a Harry lo trato como un hijo y eso el pequeño moreno lo agradeció.
Katherine tenía el sentimiento de maternidad siempre presente y todos lo sabían, una sonrisa se posó en el rostro del Alfa al recodar como su esposa estaba preocupada ante el trato que recibiría Harry en la manada. Para aquel niño al principio le costaba un poco, Harry era diferente a todos los demás. Era un mestizo, y todo había sido porque su madre que era una mujer lobo consiguió a su alma gemela el cual era un humano, aquella mujer de tez morena se había sacrificado para salvar a Katherine ante la guerra que hubo con Lucas König, el hermano menor de Dominik.
La brisa cálida de la tarde movía el largo rizado cabello de Katherine, su esposa se encontraba con los chicos disfrutando de la tarde. El tono cobrizo del cabello su la mujer hacia un contraste hermoso con el jardín, llamaba la atención a donde quiera que fuera. Pero entre los miles de pensamientos de Dominik había algo que no podía sacar de su cabeza…
Dominik no estaba del todo feliz, sentía que algo faltaba. Amaba a su esposa y ella lo hacía inmensamente feliz, pero había un pequeño vacío dentro de él al verla con los chicos. El Alfa quería tener hijos con su alma gemela, Dominik adoraba a los chicos, pero cada vez que bautizaba a un nuevo miembro de la manada no podía evitar tener un sentimiento de vacío dentro de él. Lo que el Alfa quería era tener un hijo de sangre con su esposa y que la generación siguiera por largos años, y es que la raza de los König era distinta a cualquiera, su tamaño era el doble y su fuerza era increíble. Aunque en el fondo sabía que no sería del todo un König sino un mestizo, pero eso a él no le importaba con tal de tener un hijo con Katherine y que ese vacío desapareciera.
Quizás el hecho de estar bautizando a las nuevas generaciones de la manada lo habían persuadido, Dominik había llegado al punto en que cuando tenía los bebés en sus brazos se imaginaba a su lado a Katherine mirando a ambos con amor. Dominik a simple vista era un hombre fuerte y fornido, pero justo en ese momento tenía unas fuertes inseguridades que lo atormentaban…
¿Su deseo era egoísta?...
¿Qué pasaría si Katherine rechazaba la idea?...
Era obvio que su esposa adoraba con toda su alma a los chicos y que trataba con cariño a los demás niños de la manada, pero una cosa era ese trato hacia ellos y otra muy diferente era tener un hijo. Dominik aún seguía mirando la escena que se mostraba en el jardín, pero ante el sentimiento de tristeza desvió su mirada intentando olvidar aquellas preguntas que solo lo atormentaban mucho más. Su lobo interior Axel se encontraba de la misma manera que él, por algo estaban conectados.
(…)
La noche había llegado y en el cielo oscuro se podía apreciar la hermosa luna que iluminaba el bosque con su luz lunar, en el comedor todos se encontraban cenando entre risas, pero Dominik únicamente se mantenía callado sin mostrar alguna expresión en su rostro. Su esposa lo miro de reojo y frunció su ceño ante el extraño comportamiento de su esposo.
― ¿Pasa algo, cariño? ― La pregunta de Katherine saco a Dominik de sus pensamientos, el Alfa agradecía que se lo dijo en un susurro para no llama la atención de nadie, pero Noah se dio cuenta.
― Solamente pensaba en algunas cosas del trabajo, nada importante. ― Katherine asiente con la cabeza, pero no se encontraba satisfecha con la repuesta porque ella sabía que había algo más. Dominik aun teniendo aquellas inseguridades y miedo ante la respuesta de su esposa, se encontraba emocionalmente cansado.
El Alfa no podía negar que todo iba bien en su empresa y en la manada, pero tenía muchas más responsabilidades que antes. Algunas tareas de la manada tenía que hacerla su esposa, quien era la Luna, pero por alguna razón se la entregaron a él. No entendía lo que estaba pasando, pero tenía que averiguarlo con Noah.
(…)
Las horas después de la cena se la habían pasado mirando una película con los chicos, pero poco a poco cada uno se despedían para dormir. Las primeras personas fueron Bruno y Jessie, aun el padre de Dominik se culpaba de muchas cosas, su hijo en una ocasión le había dicho que no se culpara sobre lo sucedido en la guerra, pero aun así Bruno pidió su perdón. Jessie aún seguía sirviendo para la familia del Alfa Dominik, aunque en muchas oportunidades Katherine le menciono que no tenía que hacerlo, Jessie era una Omega que amaba la cocina y cuando Dominik comenzó iniciando su manada ella fue la primera en ayudarlo en su mansión. Ella no lo hacía por simple deber, Jessie lo hacía por amor, porque la trataban como familia…
Luego de que ellos se hubieran ido a dormir la siguiente en hacerlo fue Emily quien se despidió de Katherine con un abrazo, Karl permanecía acostado entre los brazos de su madre adoptiva que en ese momento se dio cuenta de que el pequeño se encontraba dormido.
― Puedo llevarlo si quiere, señorita… ― Entre los dos hombres que estaban allí el que se dio cuenta fue Noah y ante su comentario Dominik volteo su rostro para mirar como su esposa se levantaba con Karl en brazos.
― Tranquilo, Noah. No hace falta lo llevaré yo, tú también deberías de ir a dormir, Harry. ― El chico de piel morena asiente ante lo que dijo la de cabello cobrizo. En menos de un minuto la sala se encontraba sola con Noah y Dominik, el Beta se levantó del sillón donde estaba sentado y soltó un carraspeo haciendo que el Alfa lo mirara.
― ¿Pasa algo? ― La pregunta que le hace el Beta solamente hace que Dominik se tense.
― No… ― Esa fue la única palabra que salió de los labios del Alfa quien se levantó de su asiento dispuesto a irse, pero Noah lo detuvo.
― Se nota que te está pasando algo, hasta nuestra Luna se da cuenta, ¿Qué sucede? ― Dominik sabía que no estaba actuando con disimulo, pero no lo podía evitar.
― Esto no te concierne… ― Las secas palabras salieron de la boca de un malhumorado Dominik que decidió irse a su habitación para estar un momento a solas, el Alfa sabía que Noah no tenía la culpa y que solo se estaba preocupando como un fiel amigo. Dominik se atrevería a decir que Noah había dejado de ser un simple amigo, ahora el Beta era su mejor amigo.
(…)
Katherine coloco con delicadeza a Karl en su cama, el pequeño se movió por un momento, pero en ningún momento se levantó. Los zapatos del niño cayeron al suelo a causa de que la de cabello cobrizo se lo estaba quitando, no tardo mucho en hacerlo así que después de aquello lo arropo y le dio un cálido beso en su frente para irse de allí. Ella como todas las noches se despedía de los chicos, por lo que toco la puerta de la habitación de Harry, la cual se encontraba en el mismo pasillo.
― Pase… ― La voz del chico se escuchó lejana, pero ella al encontrar lo encontró ya en su cama.
― Venía a darte las buenas noches, cariño. ― Una pequeña sonrisa en el rostro del niño se posa, Katherine se sienta a un lado de la cama notando en la mesa de al lado se encontraba una fotografía de la madre de Harry.
― ¿Extrañas a mi madre? ― Una sonrisa nostálgica se posa en el pálido rostro de Katherine.
― Si… Demasiado diría yo, pero sé que está entre nosotros… ― Harry la mira con confusión, Katherine noto la confusión en el rostro de Harry, una de sus manos se levantó y con delicadeza acaricio su rostro. ― Cada miembro de nuestra manada es especial para la Diosa Lunar y si uno de ellos llegara a morir ella lo recibiría en el cielo nocturno. Tu madre siempre se encuentra con nosotros, el día de mi boda ella estuvo presente. Quizás si le hablas podrás sentir que está presente… Buenas noches, mi niño… ― Katherine antes de irse le deposita un beso en su frente para luego marcharse hacia su habitación.
Harry miro el techo de su habitación sintiendo un sentimiento de tristeza al escuchar las palabras de Katherine. Él no pudo conocer a Mar en su corta vida, algo que era evidente, ya que lo había abandonado a varios meses de haber nacido. Él se tenía que conformar con las anécdotas, fotografías, e historias de su madre, aunque él solo tuviera doce años odiaba que su madre lo hubiera abandonado con aquella señora en una granja lejos de personas y de la ciudad. Pero agradecía de corazón que Katherine lo hubiera sacado de ese lugar en donde tuvo buenos y muchos malos recuerdos.
Cuando Katherine llego a la habitación Dominik se encontraba en la cama mirando unas cosas en su laptop, ambos habían conectado sus miradas, pero no dijeron nada. La de cabello cobrizo comenzó a cambiarse dándole la espalda a su esposo y Dominik nada más se encontraba en su computador viendo algunos correos de su empresa buscando la manera de distraerse. Su esposa ya había terminado de cambiarse así que no espero más tiempo y se sentó al extremo de la cama mirando a su esposo. El cuerpo de Dominik se tensa al sentir la mirada penetrante de su esposa en él, además que su lobo interior se encontraba ansioso y desanimando queriendo atención de su alma gemela.
― Dominik… ― La voz de Katherine había sonado más seria de lo que ella esperaba y a su esposo no le gusto porque lo hizo sentir peor que antes.
― ¿Sucede algo?... ― Katherine suelta un bufido al escucharlo.
― No, pero has estado raro. A ti es a quien le sucede algo… ― Dominik cierra la laptop y la deja a un lado de su cama para mirarla a sus ojos. ― ¿Qué te está pasando?... ― Dominik no le gustaba aquel rostro lleno de preocupación, se dio cuenta tarde que la había preocupado por algo “pequeño”. El Alfa tenía dos opciones, la primera decir la verdad o la segunda que era decir una mentira piadosa, pero sabía que no le podía mentir a su esposa…
No podía… Ambos confiaban el uno del otro.
― Lo que pasa es que… ― El corazón de Dominik comenzó a ir mucho más rápido, para el Alfa era la primera vez que se sentía nervioso. Su seguridad se había ido por completo… ― He estado pensando sobre… ― Relamió sus labios al sentirlos extrañamente secos. ― Tener un hijo… Quiero que tengamos uno, Katherine… ― Dominik al decir aquellas palabras había cerrado sus ojos, por lo que no pudo ver la expresión de felicidad en el rostro de su esposa. Katherine no pudo aguantar la emoción y se lazó encima de su esposo para abrazarlo.
― Dominik, eres un completo idiota. Claro que quisiera que tengamos uno… ― Ambos se miraron con felicidad, pero el Alfa se encontraba más emocionado que ella… El Alfa no pudo aguantar soltar algunas lágrimas de felicidad al saber que su deseo tan anhelado se iba a cumplir.