Camilo Cuando sus labios rozaron mi mejilla sentí que un fuego interno me quemaba, sentí que Dios me daba alas y podía volar… solo pude cerrar los ojos para disfrutar ese momento y cuando los abrí, vi que volteaba a decirme algo… Rocío – ¡Gracias! Por… la invitación. En ese momento, me regaló otra de sus hermosas sonrisas y todo mi cuerpo se estremeció. No supe qué decir y solo sonreí y bajé mi cabeza, completamente sonrojado, mientras veía como con la ayuda de su hermano, se subían al coche para irse de allí. Al parecer mi madre me hablaba, pero yo no la escuchaba… Martha – ¡¡Hijo!! ¡¡Que te estoy hablando!! ¡¡Hola!! (Otra vez, como antes del partido, estaba sumida en la burbuja que significaba toda su existencia) Camilo – Eh… (Quitando mi vista por fin del punto f