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1593 Words
Parece que puedo hacer esto. Hay días en los que Henry pasa la noche conmigo, follamos y nos divertimos. Nos consolamos. No crea que sea ningún inconveniente en mi vida. —¿Has revisado los documentos que te envié ayer? —estoy al teléfono con Gabriel. Decidí que era hora de volver a tomar las riendas del negocio de mi padre. Ya estaba harta de lamentarme en la miseria que me encontraba, sabía que necesitaba terapia, pero me negaba a recibirla. —Lo he hecho, la empresa se ha sostenido bien contigo. —escucho una risa ahogada del otro lado. —La empresa trabaja por si sola. Estaba en lo cierto, pero con el manejo de Gabriel fue aun mejor. —¿Te ha dicho tu hermano de la compra de las tiendas de tu madre? —No ¿decirme qué? —Enhorabuena. Pudimos llegar a un acuerdo con los que compraron a tu tía Angie Singer. Le ofrecimos el doble, fue la única forma de poder conseguirlas. Se lo importante que eran para ustedes. Sonrío. —Te lo agradezco, haz hecho mucho por esta familia. —Tu padre me pidió que siempre viera por ustedes. Era un gran amigo y compañero de trabajo. Sé que estaría orgulloso de ustedes. —Lo sé. —siento como mi pecho se oprime. —Te veo el lunes. —Claro, nos vemos hasta entonces. Termino de revisar los documentos y cierro la carpeta, estar sentada en la oficina de mi padre, me trae recuerdos. Siento como mi pecho se oprime, las lágrimas pican detrás de mis ojos. Tengo unas grandes ganas de llorar, pero no lo hago. Me levanto y cierro la oficina. Estoy tratando de poner un alto a esto, a mi depresión. Conduzco hasta la discoteca de Henry. Me dijo que había puesto en marcha un negocio que siempre quiso tener. Me dio gusto escucharlo de él, que pudo distraerse en algo, mientras la chica que él quería estaba de viaje sanando sus heridas y hundiendo el dolor en las bocas de otros hombres. Le pregunté a cerca de si había tenido citas en ese tiempo, desvió la mirada con vergüenza, pero al final lo aceptó después de que le dije que yo si lo había hecho. Me dijo que solo frecuentó a unas tres chicas, cuando yo dejé de tener contacto con él. Sonreí amablemente para que no se sintiera culpable. Cada uno estaba tratando de olvidar su dolor a su manera. Aparco en el establecimiento. Todavía es de día, el club no abre hasta las ocho. Toco a la puerta y me recibe un guardia de piel oscura y pelón, mide como 1.90 cm, le digo que estoy allí para ver a Henry, comunica algo a través de su micrófono que tiene a un lado en su camiseta, luego asiente y me deja pasar. Llego a la oficina de Henry, abro la puerta y me recibe con una sonrisa. Se levanta de su silla y me envuelve en sus brazos gruesos y duros. Huelo su jabón de ducha, quiero estar un rato más así, me encanta como huele. A madera recién cortada con gotas de mar. Refrescante. —Que divertida visita, me gusta. —no puedo dejar de sonreír cuando me besa. —Quería darte una sorpresa. —Y vaya que, si lo fue, —me aprieta más contra su pecho —le diré a Frank que te deje pasar siempre que vengas. —me imagino que Frank es el de la puerta. —Es demasiado alto. —Ayuda asustar a los borrachos mala copa, ya sabes como se ponen después. Los saca del club cuando quieren iniciar una pelea. —se encoge de hombros. —Es cierto —arrugo la nariz. —Frank es el tipo que asustaría a cualquiera. No creo que se pueda mover con un golpe. —Es difícil de derribar, la verdad. Su entrevista para el trabajo fue una pelea conmigo. —alzo las cejas y le miro sorprendida. —¿Enserio? —asiente con la cabeza. —No pude derribarlo, ni con mis mejores técnicas. Entonces supe que era perfecto para el trabajo, —sonríe. —si pudo derribarme a mí, entonces podría con cualquiera. Me sienta en su regazo. Estoy de acuerdo con su lógica. —Estoy orgullosa de ti, —mis labios rozan los suyos ligeramente y siento su dulce deseo por mí. Sus manos viajan por mis muslos y los aprietan, eso me arranca un jadeo. —¿Enserio? —su voz se ha vuelto ronca. Asiento con la cabeza. —¿Qué tanto? —su mano tiene un baile de sube y baja, acercándose más a mi centro. Muerdo mi labio para evitar un jadeo, mi respiración está agitada. —Mucho, demasiado. —apenas puedo reconocer mi propia voz, llena de deseo y excitación. Su mano se centra ahora en mi entrepierna, y la otra me sujeta más contra su pecho. Asoma su lengua para lamer sus labios, ese solo gesto hace que se me escape un gemido. —No puedo esperar a tomarte ahora mismo sobre mi escritorio, —me mira con dureza, preguntándome por qué no lo ha hecho. Ve a través de mí, quiere mi permiso, y lo tiene. Me tiene a mí. Le doy mi respuesta con un beso, que hace que nuestras lenguas se junten en una danza de suma excitación, pronto sus manos me tienen encima de su escritorio, con las piernas a cada lado de sus caderas, su centro se quiere sumir dentro del mío, sus labios recorren mi cuello bajando hasta mis pechos donde desabotona la camisa y la abre para tener acceso a ellos. Su boca lame la punta de cada uno y luego los muerde, las sensaciones que están arremolinándose en mi vientre son más que explosivas. Puedo sentir como mi centro se humedece, quiero más de esto. —Me encanta como gimes. —Henry —suplico. Desabrocha mi pantalón e introduce dos dedos en mi centro, esto es malditamente matador. Sus besos siguen en mi cuello y labios, pasando un baile exótico en mi parte íntima. Cuando las explosiones llegan a mi vientre me arqueo contra su mano. —Delicioso. —suspiro. Saca los dedos y los chupa, no puedo decir que eso no me excitó porque ahora estoy arrodillándome ante él mientras lo siento en su silla y desabrocho sus pantalones, veo el bulto duro que sale de él. Una belleza, lo acaricio con mi mano apretando ligeramente y jalando, escucho un suspiro de sus labios y después mi nombre. Abro mi boca y chupo. No es la primera vez que lo hago, así que tengo experiencia, se cómo manejar mi boca y en qué momento se vendrá en ella. Sigo con mi destreza, su mano me sujeta la cabeza para llevarla más adentro, pero ¿piensa que es un túnel sin fondo? los hombres deben pensar que nuestra garganta mide más de lo que piensan, que tontos. Me empuja contra su m*****o más dentro, minutos después puedo sentir que está a punto de venirse, el liquido pegajoso se derrama en mi boca y lo trago. Me pongo sobre mis pies y limpio mis labios con mi dedo índice, su polla aun está fuera de sus pantalones mirándome saltadoramente. —Joder, Aileen. Eso ha sido alucinante. —no puedo ocultar una sonrisa de suficiencia en mi rostro. Bajo mis pantalones y con ello mis bragas en el camino, sus ojos brillan ante el descaro. No puedo evitar sentir una urgencia por comerme a este hombre, saborearlo hasta que ya no quede nada de él dentro. Remuevo sus pantalones y me pongo entre su erecta polla, mis piernas a cada lado de sus caderas. Puedo sentir el palpitar de mis labios vaginales, rozo su pene con ellas, se siente bien, caliente. Ambos dejamos escapar un suspiro, mis manos están sujetadas a sus hombros, y las suyas a cada lado, quiere que dirija esto. Con ayuda de mi mano derecha tomo su polla y la introduzco en mi v****a. Joder. Que rico. Mis movimientos son lentos al principio, moviendo mis caderas hacia los lados y saltando sobre su polla, puedo ver el fuego en sus ojos, le dejo tomar la situación dándole el permiso con mi mirada. Sus manos ahora están a cada lado de mis caderas, y siento como empuja con más fuerza, no puedo evitar gritar como estrella porno porque esto es otro nivel. La rudeza de Henry y sus embestidas son mas intensas con cada golpe. Me levanta y ahora estoy contra la pared, él dándome lo que pido y yo recibiendo con más urgencia. La posición no dura mucho en la pared y ahora estamos en el escritorio, me agarro más fuerte a su cuello, sus labios están sobre los míos con urgencia y mordiscando entre ellos. Las mariposas revolotean en mi vientre, son tan intensas que grito, su beso me calla y se traga mi otro grito, sus empleados deben de pensar que solo vine a esto. En cierto caso, no me importa lo que piensen de mí. Me corro primero, después él. Me dejo caer sobre el escritorio, estoy exhausta. —¿Cansada? —bromea. Puedo sentir su sonrisa aun con los ojos cerrados. Cuando los abro, él parece más hambriento de lo que hace un momento. Demonios, he criado a un monstruo del sexo. Y no me quejo, en la siguiente ronda él me gira sobre mi estómago y deja al descubierto toda mi feminidad. Sentí lo grueso y dureza de su polla por atrás.
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