Bella
—Vamos a saludar a los recién llegados— Él hacia eso, el solo quería humillarme enfrento de todos, empujándome, me obligó a caminar— No te pongas tensa— Su mano dejo una horrible marca en mi muñeca— No quiero que tu hermano piense que te golpeó — Quise reírme con eso.
—¿Acaso no lo haces? —Reprimí mis labios y me llame estúpida por haberle respondido. Su agarre se volvió más duro, más tosco y sin dejar de mirarme respondió; Ni si quiera has visto la peor parte de mí. Lo que te he enseñado no es nada a comparación de lo que puedo hacerte.
—Camina — Dijo con los dientes apretados. Al momento de llegar con la feliz pareja, nos observaron con atención. Primeramente, Julieta, me examino de pies a cabeza luciendo enfadada, al contrario de Cameron, que solo miraba a Alec con un brillo de rabia en sus ojos oscuros.
—Cameron— Alec libero mi muñeca, y suspire de alivio al ya no sentir el dolor. Lo vi poner amistosamente su mano en el hombro de él, dando palmadas fuertes. Tratando de sacarlo de sus casillas— Que placer volverte a ver.
—Westerman — Él solo bebió del contenido de su vaso, ignorándonos. Ignorándome. Hubiese preferido un balde de agua helada que esto.
—¿No piensas saludar a tu pequeña hermana? — Me quede quieta y sin respirar, mi corazón se aceleró y mis manos sudaron una vez más—No se ven desde nuestra luna de miel, ¿no? Seguramente se extrañan— Pensé en tantas muestras de cariño que él pudiera brindarme , y solo asiento en mi dirección en modo de saludo, evadiéndome— Siempre tan frío.
—Julieta — Alec trato de acercarse a la pelirroja, pero Cameron la aparto. Protegiéndola, pero a mi que me devoré el diablo , ¿no?
Los celos podían desgarrarte el pecho con fuerza, sentirlos tan intensamente podía enloquecerte. Loa mayores crímenes cometidos en este mundo, fueron por celos enfermizos, en su tiempo me parecía estúpido, pero ahora, en mi posición, lo aceptaba y estaba de acuerdo con ello. ¿Podía vivir mi vida sin él? ¿Qué hay de sus promesas? De su amor que tanto me susurraba al oído. El amor que sentía por Cameron, me estaba sofocando y no sabia como calmar a mi pobre corazón.
La hora de probar los aperitivos llego, Anna nos invito a pasar a su gran comedor. Asignando los puestos por categoría, o al menos ella así lo llamaba, posicionar a las personas según su estatus social. Al estar casada con Westerman , tenía el “Privilegio” de sentarme a su lado. Si no fuera por eso, yo no estaría en esta mesa.
Miré mi platillo como si fuera todo en mi mundo, y solo permanecí callada, solo escuchando a las personas que estaban sentadas en nuestra mesa. Anna se sentó justo a mi lado derecho, teniendo a Alec en mi lado izquierdo, Cameron enfrente junto con su acompañante que no paraba de verme con mala cara.
-Escuche que tomaste el norte- La voz ronca pero llena de burla de Alec me hizo tensarme, estaba iniciando una conversación con Cameron por lo tanto, las personas guardaron silencio— Le quitaste el territorio a los alemanes. Esta claro que haces mas que tu padre- Trague saliva, sintiendo la mano de Alec tomar la mía y besarla, levante mi mirada al ver su acción, una acción llena de posesividad- Pero realmente no se si quieres iniciaría una guerra con ellos, son unos hijos de puta cuando quieren- Sentí su barba de días en mi piel, como se recargaba sobre ella, pareciendo que la adoraba- A veces no puedes tener todo lo que quieres- Mire a Cameron, observe como dejo caer el cubierto contra el plato provocando un fuerte sonido.
-Ya tomé el norte, es mío, tomare más, hasta tenerlo para mí - Se odiaban, no, se aborrecían. El aire a su alrededor era tan pesado e incómodo que era mejor irse. Incluso los invitados parecían tensos, no se atrevían a seguir la conversación de doble sentido porque ni si quiera sabían de que iba.
-Suerte con eso- Alec tomo de su whisky, sin dejar de mirarlo. El buen humor de mi esposo se esfumo—Pasemos a los negocios, esta mierda de fiesta ya me aburrió—Una mujer del servicio se acerco a Cameron para susurrarle algo al oído, él solo asintió, disculpándose se retiro del comedor sin decirle nada a su esposa.
Cerré mis ojos esperando que algo lo suficientemente bueno ocurriera para mejorar el ánimo de Alec , sino , la que pagaría los platos rotos sería yo.
—Lamento la tardanza—Una nueva voz masculina resonó en mi cabeza, y en el lugar. Era la clase de voz que podía erizarte los vellos de placer al solo escucharla y yo la conocía. Abrí mis ojos y lo vi.
—Dalton— Susurre, todos me observaron, incluyendo a mi esposo, este último con una mirada asesina , que prometía dolor si no daba explicación de quien era el enorme hombre que llegaba tarde. Alec recibió una llamada, tuvo que salir para responder no sin antes advertirme que no hiciera nada estúpido
–¡Pero que gusto verte, Dalton!— Anna lo recibió con un abrazo y dos besos en sus mejillas— Ven, vamos a presentarte. Señores— Las manos de mi madrastra se colocaron en el pecho del hombre. Dalton era grande, tan grande como Alec, de una complexión robusta , que te prometía hacerte pedazos si te cruzabas con él. Su cabello era lo que tanto me gustaba de él, era de un rojo , pero no un rojo aburrido, era un rojo vivo, ardiente. Sus ojos eran verdosos, como los de un bosque y siempre tenía esa bonita y sincera sonrisa pícara en su rostro. Una que podía enamorarte—El es Dalton Rinaldi, un m*****o importante de la organización del FBI— Pero lo que tenía de atractivo, lo tenía de corrupto. Le gustaba vivir demasiado bien, así que cuarenta mil dólares al año por parte de su trabajo, no le eran suficiente. Estaba coludido en el bajo mundo, solo el sabía como tapar su trabajo sucio. O eso es lo que creía.
—Me gustaría saludar a Alec Westerman
—Salió un momento, pero ya vuelve. Estoy segura de que trabajaran ustedes dos muy bien— Anna respondió maravillada.
—Su nombre resuena en los dos mundos. Vaya que es una persona importante. Tiene a mi organización con los nervios en punta— La mirada de Dalton era vacía, en cambio su sonrisa era socarrona. Su mirada cayó sobre mi— Pequeña Bella—Llegó hasta mi lugar abrazándome— Eres toda una mujer, mírate— Sus ojos cobraron ese brillo peculiar que solía tener el pasado— Has crecido tanto— Su mano acaricio mi mejilla , dejándola más tiempo de lo que debería— Eres la envidia de todas las mujeres sin duda alguna— Me hizo girar , sacándome una risita traviesa.
Era verano, mi estación preferida. El sol te abrazaba con calidez y las limonadas te refrescaban. Era lo que me gustaba hacer cuando salía al jardín. Tomar sol y beber una refrescante bebida.
Tarareaba una canción, con audífonos puestos y un libro en mi regazo recién terminado. ¿Era lo mejor que podía hacer el día de mi cumpleaños? Por supuesto, Annabella Black no existía en esta familia, y mi padre no estaba dispuesto a pasar un disgusto con su esposa solo para celebrarme. Y tampoco me importaba.
Bebí de mi limonada gustosa, al sentir un pequeño toque en mi hombro , brinque espantada. Nadie me tomaba en cuenta, así que era imposible que fuera alguien de mi familia , a excepción de Cam, pero él no estaba en casa. Me quite los audífonos y vi a un pelirrojo observarme con una sonrisa.
—¿Tu eres la pequeña Bella? — Fruncí mis cejas al escuchar “ pequeña” digo , no era alta , pero tampoco una enana.
—Si– Susurre maravillada al ver el pequeño loro en su antebrazo— Es hermoso— Sonreí maravillada.
—Es tuyo, es un regalo de tu padre— Dejó el loro en mi antebrazo y acaricio mi cabello con diversión— felices dulces dieciséis , Bella— En ese entonces, yo era una niña, el un hombre. Pero estaba fascinada con él, surgió un pequeño enamoramiento pero terminó cuando el se fue, me dejó.
—¿Te vas? — Mi respiración se volvió agitada. Se iba, me dejaba— No puedes irte— Mis manos se aferraron a él, implorando que se quedara– Por favor, no me dejes, Dalton. Eres todo lo que tengo— No me miro, su ancha espalda era todo lo que podía ver de él.
—Eres una niña, Bella—Habló en voz baja— Te llevo trece años de diferencia, no estaría bien visto— Tengo que volver.
—Por favor, me vestiré adecuadamente, usaré maquillaje y me comportare como una mujer si eso quieres, pero no me dejes.
—Vive tu vida sin mi
— Eres un mentiroso, eres un cobarde— Llore como niña pequeña, golpeando su espalda con mis puños — Dijiste , prometiste que me llevarías contigo.
—Eres una niña— Me grito esas palabras— Yo amo a otra mujer, compréndelo.
No podía guardarle rencor a esos ojos que me miraban con tristeza, ¿Cómo podría? Si al verlo el arrepentimiento se reflejaban en su rostro. Y con cada mirada suya, me suplicaba perdón. Pero lamentablemente mi corazón lo tenía en sus manos alguien que no estaba dispuesto a todo por mi.
—Lo lamento tanto— El nudo en mi garganta se formó, en el pasado mi vida no era un infierno como lo es ahora, daría todo por volver y cambiar las cosas. Elegir un camino diferente al que tengo ahora.
—Es bueno volver a verte— Le sonreí para no derrumbarme— Te ves muy bien.
—Puedo ayudarte a salir de esto—Susurro sin rodeos— Pero te necesito atenta— Me queda quieta, sin poder creer lo que escuchaba. Mi oportunidad estaba aquí, para tomarla y vivir en paz. Pero mis ojos viajaron detrás de Dalton, donde un Alec con el teléfono pegado a su oreja no dejaba de observarnos, con la mirada más seria que haya podido ver en él. Infligiéndome miedo, cualquier movimiento estúpido y yo lo pagaría.
—Y-yo — Las palabras se atascaron en mi garganta , impidiéndome hablar con fluidez— N-no puedo. Lo siento.
—Piénsalo— La agonía en su voz me abofeteo—¿Crees que no se notan los golpes atreves de tu maquillaje? No puedes vivir toda la vida siendo abusada— Tomó mis muñecas y por costumbre me encogí, lo noto, me libero susurrando un perdón— No puedes vivir toda la vida con miedo, ciertamente no puedes vivir con él. ¿Crees que un perdón y un abrazo arreglan lo que él te hace?
—Ni si quiera eso— Mis labios temblaron— Pero tengo miedo, tiene bastante influencia para encontrarme. Y si lo hace, me matara a golpes.
—No te encontrara, te lo aseguro— ¿Podía confiar en él? Una vez hizo una promesa y no fue capaz de cumplirla— Bella , soy lo único que tienes en este momento.
—Lo pensaré
—Si te respuesta es positiva, tu padre será nuestro medio de comunicación—¿Mi padre?
—Bella— Alec terminó su llamada llegando a mi lado, ignorado a Dalton. Impregnando el ambiente con su súbita tensión— Tengo cosas que hacer, te dejaré en casa— Asentí tratando de no hacerlo enfadar más de lo que ya. Obedientemente lo seguí, tomada de su mano. Por un segundo vi a Cameron, observándonos, había vuelto. Las ganas de voltear a verlo casi me dominan, pero me negué hacerlo, ya no me humillaría por migajas.
Unos cuantos pasos mas y sentí que alguien sujeto mi brazo con delicadeza, deteniendo mis pasos y los de Alec. Asustada, vi su atractivo rostro, su mano sujetaba aun mi brazo, aferrándose a mi piel, dispuesto no dejarme ir. Mi corazón se aceleró, las esperanzas me nublaron los ojos con lagrimas y mis manos comenzaron a temblar de la emoción. ¿Lucharía por mí? Incluso los invitados se levantaron sorprendidos al ver la acción de él.
Yo, me imagine tantos escenarios, demasiadas cosas, pero el resultado final fue tan asqueroso que me revolvió el estómago. Mis esperanzas y mi fe volaron tan alto, tocando el cielo para luego bajar tan rápido y estrellarse tan duramente contra el suelo. Alec me jalo con fuerza y me dejo detrás de su cuerpo.
-Olvida su bolso- Mis labios temblaron y quise llorar de rabia, de coraje porque una vez más, puse mis esperanzas sobre él, y por segunda vez logro decepcionarme.
Me estas soltando cuando más te necesito…