Casa papal – 6:49 a. m.
Monteiro
—¿¡En qué diablos pensabas cuando hiciste semejante atrocidad, Joan!? —gritó embravecido Enrique golpeando el escritorio con fuerza.
—Es obvio que no pensó, sino que se dejó vencer por sus impulsos —comentó Claude indiferente.
—¡Sabes muy bien que no debes caer en estos, Joan, lo sabes y menos con los que estuvieron a tu lado! ¡Ahora explícame ¿qué pasó?!
—No hay nada qué decir, Claude tiene razón, sucumbí ante mis impulsos al igual que Josh y tomé ventaja sometiéndolo por venganza.
Me encantaría darle otra respuesta, pero por desgracia debo soportar su decepción por mis actos.
—Se suponía que dejarías atrás ese pensamiento y seguirías adelante. ¿En dónde queda lo que hablamos, Joan? ¿En dónde quedan mis palabras y todo lo que te enseñé?
Si había al
