Minerva se giró en la cama una vez más, y también miró el reloj, suspirando. Eran las cuatro de la madrugada. Ya llevaba casi una hora y media dando vueltas sin poder conciliar el sueño. No podía encontrar la postura, y cuando lo conseguía y en el vientre la hacía despertarse sobresaltada. Se apoyó la mano sobre el mismo, e intentó calmarla, como solía hacer Stefano, pero fue inútil. La verdad era que había sido un día muy agitado para todos. Aquella mañana habían asistido a la boda de Bianca y Marco. Stefano había sido el padrino y ella se había sentido durante todo el día tan nerviosa como si fuera la novia. Había ayudado a su cuñada a vestirse para la ceremonia y desde la primera fila,había contemplado emocionada cómo se casaban. También había recordado su boda con Stefano cas
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