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En la habitación del jefe: Jonathan

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Blurb

Alejado de Caroline, todavía Jonathan no consigue olvidarla. Retoma las relaciones con su primo Darek, quien junto a Arnau ahora son dueños de las habitaciones que tanto placer causaron entre Ángel y Caroline, donde también inició o tuvo rienda sueltas los deseos de Archer. Lo invitan a que este también forme parte, mientras que Jonathan va sintiendo el interés que despierta en todos las maravillas que puede esconder cada puerta.

Se va adentrando hasta que su mente le pide sentir aquellos placeres, decidiendo probar con algo tan básico como la habitación del baile, siendo, casi de inmediato, seducido por las esbeltas piernas de una hermosa bailarina que logra llamar su atención. Esta, desesperada, intenta envolverlo para que este se acueste con ella y pague la costosa suma de ese hecho, sin tener la más mínima idea de que él era uno de los dueños o que más adelante volverían a encontrarse siendo él su benefactor y ella la inocente estudiante que perdió su beca y está por tener que abandonar la carrera.

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No somos rivales
No podía dejar de pensar en él, ¿cómo es que no lo besé antes? Pero más importante, ¿cómo es que lo dejé ir sin tan siquiera tener su número? ¡Tonta de mi! Otra vez se me escapaba de las manos y creo que esta vez si pude tener una posibilidad, pues incluso nos besamos, su rostro no fue de ningún desagrado, se que a él también le había gustado tanto como a mi. Jonathan Fletcher me gustaba mucho, llamaba toda mi atención y lograba cautivarme, eso sin tener interés en mi, ya podía imaginarme cómo sería si se fijaba en mi. Iba a enloquecerme y eso era lo que yo esperaba. Ciertamente tenía mucho tiempo que me gustaba y eso no había cambiado, pero no era como que yo estaba aquí sentada, tranquila a la espera de él, no. En ese tiempo había tenido una relación seria y dos abiertas, en las que siempre pensé en él. Sabía a la hora que él venía a almorzar cuando se decidía a venir y yo evitaba esas horas, pero mi flor siempre estaba allí con él, para él. Decidida, me detuve en la puerta. Había pasado algún tiempo y todavía no me atrevía a entrar. Se que él no estaba allí pero seguro que alguien podría darme su número. Era donde único podría tener alguna información de él, porque sino ¿dónde? —Disculpe, señorita.—se acercó el seguridad de la puerta.— Hace un par de semanas que la veo hacer lo mismo. Se para justo ahí y luego de unos minutos usted se marcha, lo ha hecho varias veces. —Cierto, pero esta vez entraré. Ya me he decidido.—dije sonriente. Si no hacía esto, ¿cómo podría contactar con él? —¿Busca a alguien? —Si, ya no trabaja aquí, pero se que aquí me podrán dar un contacto suyo. Su nombre es Jonathan Fletcher. Somos amigos y he perdido contacto, no se cómo recuperarlo que no sea de esta manera. —Seguro que algo le dicen. Anteriormente la familia Fletcher era una de las dueñas de la empresa, pero dicen que ahora pertenece en su totalidad a los Wilson. Siempre veía al joven Fletcher llegar a la empresa, era de pocas palabras, pero agradable. —¿Podría indicarme cómo llegar a su antigua oficina? Allí es donde probablemente puedan darme algún tipo de información. —Claro, con gusto.—habló en recepción para que me dejaran pasar y me indicó el camino. Cuando llegué allí, hablé con una amable secretaria de nombre Claire que me explicaba que no podría darme su número de contacto, a pesar de que dije ser su amiga. Yo sabía que era probable encontrarme con este problema, pero ya estaba aquí y no podría irme sin obtener su número. Tenía pocas posibilidades. Sin embargo, cuando miré a la oficina que estaba al lado, pude ver un rostro conocido. A esa mujer la había visto en el restaurante varias veces con Jonathan. Pero se supone que esta antes era la oficina de Jonathan, así que ella estaba en su puesto. —¿Puedo hablar con esa mujer?—pregunté a la agradable Claire, intentando que al menos ella me diera una respuesta positiva a esta pregunta. —¿La señora Matthew? Seguro que está ocupada.—fue lo que me dijo. —Al menos dile y que ella sea la que lo diga. Por favor, es importante. Dile que soy del restaurante de al lado y que necesito el contacto de Jonathan.—mostré mi mejor cara de simpatía, necesitaba ese número. La joven secretaria entró y pasó un par de palabras con la mujer. —Puede pasar, solo un minuto.—me dijo. Abrió la puerta y yo entré a la oficina, viendo la que era anteriormente de Jonathan, era bonita, pero seguro que ya se habían realizado algunos cambios, había una puerta que podría ser la del baño, una pequeña estantería llena de libros y otras cosas, sobre el escritorio estaba todo muy ordenado y una foto en él de dos niños. —Disculpe que la moleste o exija verla de esta manera. Necesito que me proporcione el contacto de Jonathan Fletcher. Somos amigos y quisiera saber su estado actual. Hace un tiempo que no lo veo, no quería recurrir aquí pero es la única opción que tengo para contactar con él, se que ya no trabaja aquí, sin embargo, podrían proporcionarme su número. Espero que pueda ayudarme con eso. En mi mente, pensé que la mujer me invitaría a sentar o algo así, en cambio, se quedó sentada en su silla, como si nada, algo me decía que no me daría el número y por su sencilla falta de educación, ya no me agradaba. —¿Eres la gerente del restaurante?—al fin decía sus primeras palabras mientras yo estaba a la espera.—¿La que le dejaba la flor en la mesa?—aquello indicaba que ella sabía de mi interés por el adorable Jonathan Fletcher, mi niño bonito. Quizás en uno de los almuerzos allá, él le había contado el origen de la flor en su mesa. —Verónica, es mi nombre. —Verónica, no puedo darte su número. — dijo, negándose y observándome con detenimiento. Miré el nombre en su mesa y luego a ella. —Caroline. —me acerqué a su escritorio y me apoyé en la esquina de este, la sangre me hervía y amenazaba con enojarme. ¡Estaba pidiendo un favor! Debía tranquilizarme. ¡Odiaba pedir los malditos favores! Por el simple hecho de que tenias que quedarte callado y quedarme callada no era mi fuerte, sobre todo con esta mujer borde, mal educada y no se que otras cosas mas.—Supongo que eres tú. — dije convencida. Debía de ser ella, conocía el origen de la flor, no me estaba tratando bien y se negaba a darme su número. ¡Era ella! ¡Maldita!—La mujer de la que Jonathan lleva todos estos años enamorado. — sus ojos abrieron y yo sonreí. Sabía que mi labial rojo me quedaba perfecto y cuando sonreía de manera perversa mis labios se veían aún mejor. No me iba a dejar intimidar de ella, aunque estuviéramos en su oficina. Me aparté de su escritorio y tiré de la silla, sentándome sin que me lo pidiera, crucé mis piernas con mi fabuloso vestido negro, dejando al descubierto mis piernas.—Ah, pero eso ya lo sabías. Claro, al fin decidió confesarse. Hagamos algo, Caroline, tú me das su número y yo me encargo de reparar a Jonathan, de tal forma que no quede ni rastro de ese sentimiento no correspondido, ¿qué dices? Ella se quedó en silencio, enarcando una ceja, mirándome. —Verónica, ¿cierto? Como ya te dije, no voy a darte el número de Jonathan. —¿Cuál es el motivo? Se que lo tienes. —Si el quisiera que lo tuvieras, te lo hubiera dado. —Buen punto. Pero te diré algo, Jonathan fue a despedirse de mi, porque ya no trabajaría aquí, agradeciendo por mi flor, nos perdimos en la charla—iba viendo su expresión y yo debía de exagerar un poco para dejarla picada o al menos molesta. A esta mujer también le atraía Jonathan, mi instinto y su reacción me lo decían.—y con eso llegaron los besos.—mordió un poco su labio inferior y luego relajó su rostro. Era muy buena en esto. No me dejaba ver su expresión.—Nos olvidamos de darnos los números. Eso fue lo que pasó. Pero te aseguro que él te agradecería que lo hicieras, es más, cuando lo llame le mandaré saludos de tu parte, ¿te conformas con eso, Caroline? La vi tomar un bolígrafo y luego anotar en una hoja que rompió del lado de lo escrito, extendió el trozo de papel y yo lo tomé, viendo el número anotado en él. —¿Complacida? —Agradecida, no sabes el favor que me haces. Déjalo en mis manos, me encargaré de dejarte fuera de él. Me puse de pie, disponiéndome a salir. —Verónica.—su voz me detuvo. Giré hacia ella, aún con el trozo de papel en mi mano. Se puso de pie y vino hacia mi.—¿Sabes por qué él no te dio su número?—no era una pregunta para responder. Enseguida continuó hablando.—Porque no le gustas. Es el mismo motivo por el que te rechazó antes. No importa que lo intentes, no le gustas, no llamas su atención, no le atraes. Aquello podía ser cierto, si me rechazó la primera vez, habían sido esas las razones, yo no le gustaba, pero eso era un estado que podía cambiar, así como los sentimientos que tenía hacia esta mujer que empezaba a irritarme. —Vendremos hacerte la visita cuando empecemos a salir. —fue todo lo que dije y salí de su oficina. En el ascensor guardé su número en mis contactos como “Niño bonito”. Miré detrás del trozo de papel y ella había escrito algo, lo estrujé en mi mano y me deshice de él en la primera papelera que vi. No éramos rivales, a pesar de que era obvio que algo ella sentía hacia él. No éramos rivales, por la sencilla razón de que ella lo había rechazado, conociendo sus sentimientos. ¿Quién rechaza a un hombre como Jonathan? En la noche le envié un mensaje, llevaría todo con calma, sin presionarlo. Tiempo al tiempo.

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