Dos días antes de lo planeado la caravana llegó al palacio.
La emperatriz salió a recibirlos, según la carta de la señora Stephen había buenas y malas noticias: la mansión no fue del agrado de la pareja, había plantas que irritaban la piel y peligros en cada esquina, aunque, en medio de todo lo sucedido y según la carta de la señora Stephen, el príncipe Jonás y su prometida la señorita Silvana Santes, estuvieron más unidos e incluso compartieron el mismo carruaje durante su regreso.
La emperatriz esperó a verlos para saber sí hubo un avance o no en la relación.
El príncipe Jonás bajó del carruaje, extendió su mano y ayudó a Silvana a bajar, fue un detalle prometedor.
– ¡Hermano! – exclamó Evelyn y corrió para abrazar al príncipe Jonás – te extrañé mucho, ¡volviste antes porque también
