- Se ve preciosa – murmuro para mi observándola caminar con paso seguro mientras es escoltada por dos hombres de aspecto intimidante. De repente su mirada se posa en mi regalándome una sonrisa enigmática caminando hasta llegar frente a mi haciéndole una señal a sus hombres para que se alejen un poco.
- Buenas noches, señor Rivera – dice al tiempo que se acerca lo suficiente haciendo que su exquisito olor me envuelva mientras ella deja un beso en la cúspide de mi boca.
- ¿Qué haces aquí? – pregunto sintiéndome como imbécil a lo que ella enarca una ceja sonriendo.
- Vengo a matar a alguien – responde sin más comenzando a caminar y yo inconscientemente comienzo a seguirla. – tu padre sabe que estoy aquí y por qué.
- Te invito un trago – digo a lo que ella se detiene observándome, pero cua
