—Sé que yo lo dije, pero no lo sé. —Solo dime que lo pensarás. No me importa darle esa cantidad de dinero porque la tengo, pero Edmon se estará arriesgando mucho en eso. Suspiro y espero no arrepentirme de esta decisión. —No tengo nada que pensar —hablo, seria. —Pero, Mía… —No tengo nada que pensar. Te apoyaré en tu proyecto. Cuando sonrío, su preocupación se desvanece y se ríe. Lo asusté. —Pero sean precavidos. —advierto. El Asiente. Estefanía lo abraza al ver que está feliz porque acepté ser su inversionista temporal. Dejamos de hablar de asuntos de negocios y conversamos más sobre ellos, de cómo regresaron. —Que pequeño es el mundo… —Ay, no. Por favor, que no sea cierto. —Miro a mis espaldas para asegurarme de que no es cierto lo que mis oídos escucharon. —Vaya, tal parece q

