Tras alimentarse se dio cuenta de una cosa, la comida no era mala, tampoco le hacía daño, probo todo tipo de platillo que la señora Camila ordeno con una radiante sonrisa, todo tipo de postre que le sirvieron, fue la primera vez en su vida que disfruto de una comida tan buena, a diferencia de la que su abuelo solía darle en la vieja cabaña.
Alba quien solo comía una sola comida durante cada mes, lo que sucedía a su alrededor le parecía desconocido, además de ello muy distinto. Los humanos realmente eran interesantes, muy distintos a los de su misma clase, ellos eran abiertos, disfrutaban de lo que les gustaba, tenian sus metas y codicias, este ultimo dato los suyos lo conocen como avaricia y por eso los odian.
¿Sangre para desayunar? ¿Sangre para almorzar? ¿Sangre para cenar? ¿por qué tengo que consumir eso? ¿Por qué debo comer? ¿Porque todo era sangre en el único día que necesitaba alimentarse?
Alba nunca estuvo feliz bebiéndola, pese a ello dio lo mejor de sí misma para consumirlo aun cuando le provocaba náuseas y un horrible desagrado, la sangre fue lo peor que probo, no era nada apetecible a diferencia del platillo que tuvo enfrente suyo con los humanos, por el contrario, siempre le pareció irrazonable que tuvieran que consumirla e inexplicable que a todos les pareciera tan delicioso cuando a ella le parecía tan repugnante y para nada apetecible.
Desde la distancia habia visto a varios viejos vampiros menear una copa antigua de un lado a otro con una sangre de varios años atras, se encontraban completamente orgullosos de la bebida como si fuese lo más rico que habían probado, esto ante los ojos de Alba no era una vista agrable, era de lo peor.
Nunca se entendió por completo, pertenecían a la misma especie, más, sin embargo, eran muy distintos, ella no sentía el d***o que cada uno de los otros vampiros sentía hacia la sangre humana, lo extraño que noto después de que su familia la abandono fue que, si le llamaba la sangre, este descubrimiento le aterro demasiado.
¿Como podía pensar en la sangre, que tanto le desagradaba? ¿Porque esa sangre si le apetecía?¿Porque tenía un aroma único que la incitaba a beberlo? ¿Qué diferencia existía entre esa sangre y la otra?
Sentada en la mesa del comedor, la pequeña Alba desecho cualquier tipo de pensamiento en vano y decidido concentrarse en su presente, ya no debía recordar el pasado, debía centrarse en lo que pasaría con ella de ahora en adelante, era claro que Álvaro no la llevo solo por esa mujer tan cálida, tenía que haber algo más, una razón suficiente como para proponerle no entregarla a la persona que debía ser entregada.
Alba se concentró en el almuerzo, degusto un sin fin de platos que nunca vio, realmente estuvieron deliciosos.
...
La comida fue perfecta, fueron conversaciones divertidas que nunca en su vida vio, la armonía y calidez que esos minutos sintió fueron algo tan agradables que deseaba volver a sentir. La señora Camila era la humana más linda que había conocido, incluso cuando los suyos repetían hasta el cansancio lo arrogantes y vacíos que eran los humanos, ella nunca pudo creerlo por completo ya que no conocía a ningún mortal, y la escena que se encontraba viviendo volvía a negarle todo lo que comentaban los amigos de su abuelo e incluso él mismo.
"Que error"
"¿Como pueden pensar eso de los humanos?"
"Ni siquiera los conocen"
"¿Como pueden juzgarlos?"
"¿porque dicen que son malos?"
Ahora se que incluso si los humanos son malos, ústedes los vampiros son de lo peor.
La cabeza de Alba se preguntó demasiadas cosas en cuestión de minutos, no había pasado tanto tiempo y ya sentía que eran su familia, tal vez solo era debido a lo mucho que ella ansiaba encontrarse en el centro de una familia o lo tanto que carecía de un amor materno como el que la señora Camila estaba dispuesta a darle aun si no era nada suyo.
Probablemente solo era eso, no obstante, incluso si lo era, ella no quería perderlo.
Los ojos de Alba brillaban cada vez que la veía, cada que la señora Camila le daba un halago, un abrazo o una palmadita en los hombros, ella realmente se sentía a gusto, por primera vez en su vida sentía lo que era tener una madre, realmente estaba disfrutando de la calidez del sitio, de las risas del lugar, de la familia perfecta que posiblemente tendría de ahora en adelante si no descubrían su secreto, si tan solo pudiera guardarlo para siempre la felicidad podría ser eterna, para estos instantes ni siquiera le paso por la cabeza la diferencia de edades entre las especies, mientras ella tendría una vida larga, ambos señores poseían una extremadamente corta, con el paso de los años podrían enfermarse, sufrir un accidente y morir, inclusive la muerte podría venir a buscarlos, porque la vida de un humano es demasiado e increiblemente corta.
—Alba—musito Camila con una enorme sonrisa, una que era capaz de contagiarle a cualquiera e inclusive de calmar el llanto de cualquier persona—¿has disfrutado la comida? —la voz fue agradable, llena de cariño, uno que solo vio en su abuelo, quien la entrego.
De ratos no podía evitar recordarlos, especialmente a Leo, quien la había acompañado durante toda su corta vida, eran mejores amigos.
¿Como él la había dejado de lado? ¿Porque él en ese momento permaneció tan tranquilo, como si nada pasara? ¿Porque solo a ella la agarraron, y él fue ignorado?
Volteo la cabeza hacia la dama, con una sonrisa tímida asintió la pequeña mientras con la mano derecha levantaba el vaso con jugo, lo bebió sin decir nada, al principio pensó que podría hacerle daño, los vampiros no acostumbran a beber nada que no fuera sangre, ella al ser lo mismo que ellos, tal vez podría sufrir o tener alguna consecuencia por consumir el líquido, más, sin embargo, las cosas no fueron así, el sumo era delicioso.
Camila complacida con el rostro de la pequeña Alba se levantó de su asiento y acaricio su cabeza, dejo un beso en su frente y se retiró del comedor no sin antes decirle—Pronto volveré, tengo que arreglar unos asuntos del trabajo—toco su mejilla—si es muy tarde, no me esperes, ve a la cama y descansa—se dio la media vuelta la mujer y abandono el sitio.
Álvaro comió sin mencionar nada frente a Camila hasta que ella se retiró por cuestiones del trabajo, el hombre volteo a verla y le regalo una sonrisa pequeña, era extraño, Alba hasta en ese entonces pensó que él jamás le iba a sonreír que esas sonrisas solo eran para su esposa.
—Te agradezco—murmuro el hombre sin dulzura en los ojos, su voz fue tosca—realmente gracias, la has hecho muy feliz este día—se levantó de su asiento sin esperar una respuesta de parte de Alba y se dirigió a pasos rápidos a la salida—pero, eso no cambia las cosas entre nosotros. —menciono repentinamente el varón al llegar a la puerta del comedor, sin emoción alguna y con voz fría menciono—Al anochecer la mucama ira por ti, deveras seguirla, tenemos cosas de que hablar.
Alba creyó que debía ser un asunto relacionado con su identidad, hasta ese momento realmente no tenía idea de lo que estaba a punto de comenzar, pensó que sería algo rápido y que iba a ser acerca de cómo escondería lo que era en realidad, su temor por ser descubierta era demasiado, ella realmente ahora deseaba en verdad haber nacido como una niña humana.
Rápidamente se dirigio hacia su habitación, miro por la ventana de su habitación durante un tiempo indefinido, amaba admirar los paisajes, disfrutaba la belleza de la naturaleza aún si solo la estuviera mirando a traves de un vidrio, la diferencia a sentir con su piel el aire no era mucho. Vio una familia de pajaritos en un arbol con su gran capacidad visual, pronto vio caer al hijo ave del nido de sus padres, como era de esperar, nadie fue a buscarlo, al igual que a ella, ese pajarito tendra que arreglarselas para sobrevivir.
De nada sirve si ella quiere ayudarlo, si lo toca ellos jamas le permitiran estar con ellos, terminara nuevamente fuera del nido por que alguien lo ha tocado. ¿Es ridiculo no? pero así se comportan todos y cada uno de los seres vivos.
—Señorita Alba—murmuro la sirvienta sin entrar a la habitación, la pequeña aún no estaba acostumbrada a ser llamada de ese modo, lo más rápido que pudo se coloco de pie, se acerco a la puerta y se asomo por un pequeño espacio que se formo cuando abrió, la mujer solo la miro calidamente y sonrió—La señora pensó que podría gustarte—mostro un oso de peluche.
Enseguida abrió la puerta por completo y gustosa lo recibio, su felicidad ya no podía ser más grande, la mujer se dio la media vuelta y se marcho en cuanto la joven tomo el oso, Alba por su lado fue en busca de Camila, camino un poco perdiendose entre tantas habitaciones, el sitio eran enorme.
Miro muchos cuartos y jugo un rato imaginando que era una casa de ensueño y era la dueña de todo el sitio, ella en verdad amaba imaginar, pero todo esto acabo cuando sus recuerdos la golpearon haciendole ver que no podía estar tan confiada, volvio a retomar su busqueda decidida a dar con aquella habitación, finalmente llega al cuarto, cuando ingresa nota que la señora duerme tranquilamente.
Por lo poco que se nota el sol puede saber que pronto oscurecera, el sol es inmenso y amarillo, desde el viejo castillo solo pudo ver un sol rojo y una luna roja, ¿la luna era roja? al igual que miro en su mundo, el solo pensarlo aumento su curiosidad, ella era igual a una niña inmadura que internamente se estaba esforzando por crecer para no salir lastimada.
*Flashback*
Ambos jovenes corrian detras de un inmenso roble, se escondían el uno del otro mientras aquel intentaba atrapar al otro, era divertido sentir el aire frio rozar su cuerpo, Leo había comentado cientas de veces que no era capaz de sentir calidez ni frialdad por parte de ningun objeto.
Por la negación de Leo, Alba tambien nego lo que sentía, si era un vampiro como él, era demasiado claro que ella tampoco podría sentir la calidez de nada ni nadie.
¿Porque soy capaz de sentir? ¿Soy rara o es que en el fondo d***o ser diferente a mi familia?
—Deja de andar perdida, de lo contrarió voy a conseguir alcanzarte y perderas—grito el chico mientras corria detras de ella para alcanzarla, la velocidad de Leo no era un chiste, era sin duda muy fuerte para su edad vampira, muchos lo habían elogiado o eso era de lo que el abuelo se jactaba en ese momento, incluso si en ese instante aún no había despertado su verdadera habilidad.
El aire pronto abandono sus pulmones, su cuerpo se doblego sobre su abdomen mientras luchaba por seguir respirando, Alba se esforzaba por mantenerse de pie y seguir avanzando, más fue en vano Leo termino por alcanzarla, la derribo sobre el pasto para luego burlarse de ella.
Alba, eres demasiado débil—mascullo tiernamente seguido de una inmensa carcajada, la chica hizo un puchero y le regalo una mirada de desagrado, Leo no se detuvo—tienes suerte, yo voy a encargarme de que nada malo te suceda, voy a protegerte hasta que ya no pueda más, eso es hasta mi muerte.
—Y sabes que un vampiro vive eternamente, lo cual significa que, siempre voy a estar contigo para protegerte—acaricio su cabeza con ternura dandole más creibilidad a sus palabras.
*Fin del flashback*
En verdad eres un gran MENTIROSO.