MICAH… La calidad brisa marina me golpea el rostro mientras el agua del mar me empapa los pies hasta los tobillos y la arena fina me acaricia la piel a cada paso que dos. El sol empieza a alzarse lentamente dándome una hermosa imagen del amanecer, pero nada se compara a la inigualable belleza de mi mujer a quien le sostengo la mano mientras caminamos por la playa privada de la villa en la que nos estamos alojando para la “sencilla” pijamada que las chicas hicieron por el cumpleaños de los gemelos Sinclair en Punta Cana. Fue gracioso cuando mi esposa me despertó en plena madrugada e hizo que me vistiera un horrible pijama con el rostro de Oliver y Owen con diferentes gestos divertidos, sus nombres y el número de años que cumplían. Cuando me vi al espejo negué rotundamente a salir de l

