Para este momento me sentía como si fuese cenicienta, cuando estaba tan asustada por todo lo que estaba pasando, el hecho de ser descubierta vilmente con mi mentira. Después del desayuno me había inventado una excusa tonta para salir corriendo de aquella casa, y ahora me encontraba con mi amiga Rachel, su hermano y una amiga. —¡Ahora que vas a hacer! —me dice más que enojada Rachel dándome un manotazo en el brazo—, ¡Esto es una locura! —se queja dándole un trago a su tequila. —Entonces… ¿Solo fue un polvo y ya? —quiso saber Benjamín—, ¿Hasta cuando tiempo piensas ser la calienta camas de Jayden? —exclamo molesto Benjamín, mirándome con una mezcla de enojo y desilusión. —¡No te pases Benjamín! —espeto Lucía mirando fijamente a este. —Yo... nosotros solo... —empecé, pero ¿qué iba a decir