No pude reaccionar. Ni bien, ni mal, simplemente no dije nada, ni hice ningún movimiento. Tú me acariciaste el rostro con tu mano, como esperando que te diera una respuesta pero entendiendo si no lo hacía. Sentí que un iceberg entero caía sobre mi cabeza y me golpeaba en lo más profundo. ¿Un hijo? ¿Un hijo con una mujer que no era yo? Si a ti te partió el alma que yo “me casara”, saber que tenías pareja e ibas a tener un hijo me terminó de destrozar el corazón.
¿Por qué? ¿Por qué venías a contarme que tendrías un hijo con otra mujer? ¿Por qué estabas así, cuando debías estar feliz? Supongo que fue justamente porque quedé petrificada, que decidiste continuar hablando…
Antoine – Yo… necesito…
Brii – (Interrumpiéndote y mirando el suelo para que no me vieras llorar) ¡Felicitaciones!
