Yo no entendía nada. Estaba mareada por lo que había tomado y cruzamos tan rápido el salón que no sé cómo no caí en el camino. Perdón. Si lo sé… mi mirada estaba fija en ti. Te sonreía como una tonta, como si nadie más estuviera ahí. De pronto sentí que todos aplaudían y felicitaban a Ron. Tu sonrisa se borraba. Bajaste la mirada confundido. ¿Qué demonios pasaba? Un balde de agua fría cayó sobre mi cabeza, sin mojarme… Ron – ¿Y mi amor? ¿Me das tu mano así te coloco el anillo? (¿De qué demonios hablaba?). “¡Qué vivan los novios!” – Gritó un compañero de equipo de Ron. En ese momento comprendí que me había pedido matrimonio. Perdón. Que había anunciado nuestro matrimonio, porque en ningún momento me preguntó. Tampoco esperó mi respuesta. Simplemente asumió, como siempre, que mi re