Estacionó el coche, le entregó las llaves al cadete y se apresuró en entrar, sin percatarse que estaba siendo contemplada, hacía rato ya, por un par de ojos, perfectamente ubicados en la sala vip de aquel lujoso lugar.
Uno de los mozos la guió hasta la mesa reservada por Antoine y allí, parado al lado de la misma y con una enorme sonrisa en el rostro, estaba él.
Brigitte, nerviosa como pocas veces en su vida, trató de mirar un punto fijo para evitar lo que ya era más que evidente. Estaba roja como un tomate.
Antoine se acercó a ella, le extendió la mano, y cuando ella depositó la suya sobre la de él, ambos quedaron paralizados, mirándose a los ojos, mientras una corriente eléctrica de alto voltaje les recorría el cuerpo.
Procurando disimular, pero sin quitar sus ojos del bello rostro de la joven, Antoine besó su mano y rompió el hielo...
Antoine - Estás bellísima...
Brii - Tu también (sonriendo)
Antoine - Ven por aquí... (La guió hasta la silla, y como un caballero se la acomodó, al tiempo que le hizo unas señas al mozo).
Antes de que la chica pudiera reaccionar, la mano de Antoine apareció al lado de su rostro y cuando giró, una hermosa rosa roja la estaba esperando.
No supo qué hacer, estaba completamente emocionada. Los ojos se le llenaron de lágrimas y miró tímidamente la flor, mientras la tomaba en su mano, para que Antoine no se diera cuenta, pero fue demasiado evidente, y el chico no pudo evitar sonreír, mientras se colocaba en su asiento.
Brii - ¡¡Gracias!! (Dijo emocionada, aun sin abrir los ojos ni dejar de oler el exquisito aroma de esa rosa roja).
Antoine - Es solo un detallito... (Dijo sonrojado y mirando la mesa)... pensé que… que no vendrías... (Dijo tímidamente al ver que los angelitos pasaban, pues nadie hablaba).
Brii - (dejó de mirar la rosa y lo fulminó con una mirada muy sensual, que generó en el joven abogado que se electrocutara de la emoción)... ¿Qué te hizo pensar eso?
Antoine - No sé, tal vez que no quisiste que pasara por ti...
Brii - Eso... eh... (Miró al costado, mientras sentía que Antoine le tomaba tiernamente la mano sin quitar sus ojos de los de ella)... para que no despertemos mañana en las revistas... (Sonrió).
Antoine - Está bien... no quiero exponerte... menos antes del concurso... (Le guiñó el ojo)
Brii - ¿Cómo sabes del concurso? (intrigada, sin quitarle la vista de encima ni dejar de disfrutar de las caricias que la mano de su amado le propiciaban a su delicada mano)...
Antoine - Tengo mis informantes... (Haciéndose el interesante).
Brii - ¡¡Adrién!! (Dijo muy segura)
Antoine - Mmmmm tibio... ¡¡pero no caliente!! (Guiñó el ojo)... pero no es lo único que se de ti...
Brii - ("¡demonios! lo sabe todo", pensó, temiendo lo peor... que estuviera allí con ella por ser la "hija de...", uno de sus peores temores)... ¿qué tanto sabes?
Antoine - Pues... sé que eres modelo, que eres muy hermosa, que eres del París, amiga de Adrién y que él te quiere mucho.
Brii - (El mozo vino con los platos). Ja… ¡Entonces si fue Adrién! (mirándolo fijamente)
Antoine - Hoy hablé con Adrién, pero no todo me lo dijo él. ¡Es más! (dijo pausando para comer un bocado)... cuando me dijo que te conocía... le reclamé...
Brii - ¿Y eso?
Antoine - Me hubiera sido más fácil conseguir tu número de móvil de haber sabido que tu y él eran amigos...
Brii - Si no fue él... entonces, ¿de dónde lo sacaste? (acomodándose el cabello tras la oreja, a lo que Antoine quedó mirándola más pasmado que antes).
Antoine - ¿Y eso? (sonriendo y estirando su mano hacia la izquierda de la bella mujer...)
Brii - ¿Lo qué? (sin entender mucho de que hablaba).
Antoine le tomó del brazo, se lo estiró, y dejó a pleno, ante sus ojos, el tatuaje del pequeño escudo del símbolo de la libertad y la justicia, que la chica tenía en la muñeca, justo arriba de la palma de su mano. Era pequeño, pero logró llamar la atención del abogado.
Antoine - Es... hermoso. ¿Cuándo te lo hiciste? (sonriendo y aprovechando al máximo cada segundo en que sus pieles tomaban contacto, por más mínimo que fuera).
Brii - Hace unos años... después que (pensando qué excusa poner), decidí estudiar derecho (mintió) fue una promesa...
Antoine - Pero eras pequeña...
Brii – Si… ¡¡Lo ocultaba de mi padre!! (Ambos sonrieron)...
Antoine - Eres más sorprendente de lo que pensé... (Dijo comiendo, sin dejar de mirarla). ¿Entonces estudias derecho? ¡Eso no me dijo mi informante! (sonrió divertido).
Brii – No… comencé pero lo postergué hasta dentro de unos años, para aprovechar a preparar el concurso ahora que me da la edad.
Antoine – Comprendo… Y dime, ¿cómo estás de los moretones? No creas que no los vi... (Poniendo un gesto de pena).
Brii - Bien, ya se me están yendo. No fue nada grave, gracias a ti...
Por unos momentos, no hicieron más que mirarse. Brigitte a Antoine. Antoine a Brigitte. Él, buscando generar algún sentimiento en ella. Ella, tratando de simular, sin éxito, que él la ponía nerviosa.
Hablaron de cosas sin sentido, la pasaron muy bien. Se reían de muchas cosas y cada vez, el uno generaba más bellos sentimientos en el otro, hasta que llegó la hora de irse.
En el estacionamiento...
Caminaban lentamente, disfrutando de los últimos momentos de la compañía del otro, hasta que llegó el encargado de los coches con las llaves de cada uno. ´
Antoine - ¿Te puedo llamar mañana para cenar de nuevo? (mirándola tiernamente).
Brii - Si quieres... (Besó su mejilla y se metió en su coche).
Antoine, confundido por su aptitud, le cerró la puerta y ella se fue rápidamente, no sin antes bajar el vidrio y acompañar con una sonrisa y una guiñada, un "hasta mañana", que lo liberó de las confusiones...
Antoine - Le gusto, pero no lo acepta. ¡Es perfecta! (sonrió).
A los dos les costó dormirse. Cada uno recordó minuto a minuto esa cena. Ella, recostada en su mundo rosa y sintiendo por primera vez en su vida, mariposas revoloteando en su estómago. Él, en su lujosa habitación del Hotel de París, ignorando por completo lo que el televisor, encendido, estaba diciendo. Solo podían sonreír, y mirar el techo, viendo en él, tal vez, esos ojos y esa sonrisa del otro, que tan encantados los tenían.