Llegamos por fin y me quedé parado frente a la puerta de tu edificio, con mi hijo preguntando por qué no entrábamos. Lo miré, tratando de encontrar en sus ojitos ansiosos por verte, la respuesta a esa misma pregunta, que no era otra que la que pasaba por mi propia mente en ese momento. Cuando sus tiernos labios estaban por repetir la pregunta una mujer abrió la puerta y me bajó de mi nube… Vecina – ¡¡Oh por dios!! (Yo la miraba inmóvil)… ¡¡yo sabía que ustedes volverían!! Antoine – Eh… yo… Vecina – ¡¡Pasa!! ¡¡Pasa y sube!! ¡¡Mi hijo siempre me dice que tú eres bueno y que luchas por lograr lo que deseas!! Sube y lucha por esa mujer, yo sé que no son verdad las cosas que dicen. Antoine – ¿Su hijo… me… conoce? Vecina – ¡¡Claro!! Tú le has ayudado mucho en su vida, y él quiere ser c