Al final del muelle estaba él, sentado en una manta roja, con unas copas, vino, cojines y dulces. El mar estaba tranquilo y silencioso, al fondo se escuchaban las olas chocando con las rocas y dispersando su olor por doquier. La salitre se diseminaba en pequeñas cápsulas que el viento arrastraba. Camine hasta él y me senté en el cojín que estaba a su lado. —¿Te gustó la sorpresa?—pregunto y asentí enmudecida, era increíble todas las modestias que tenía para conmigo. —Me alegra saberlo. —Yo....muchas gracias por todo, nunca nadie había tenido tantos detalles conmigo. —suspire con pesadez, recordé a unos cuantos idiotas con los cuales había salido un par de veces. —No agradezcas, me nacen tenerlos contigo—ladeó una sonrisa. —Eh, no sé que decir, eres mucho mas de lo que creí, te juzgue m