26 de octubre Cada minuto transcurrido desde que ingresé a ese maldito avión fue una tortura para mí, quise ir muchas veces a la cabina del piloto para que cambiase la ruta, pero sabía que debía continuar. Recordaba lo hablado con Livi, mi hijo, Isma y un remolino de confusión crecía en mi cabeza a la par del nudo en mi estómago, eso sin mencionar que mi corazón estallaría por el estrés que tenía. No sabía cómo estaría, no sabía con qué me encontraría ni qué haría ella al verme, pero tenía que hacerlo, ya extendí esto demasiado tiempo. En el hangar me encuentro a Jhon esperando por mí, dejo mi maleta en la parte de atrás del auto e ingreso al frente con él, hablamos de cosas sin importancia para evitar abrumarme más con mis pensamientos, pues hasta mis voces estaban que no podían con su