Espalda recta, estómago sumido, mirada altiva, sonrisa leve, tal vez un toque de misterio y paciencia, mucha paciencia. El estallido la tomó por sorpresa y parpadeó varias veces – está listo señorita Andes, muchas gracias por su tiempo. – Gracias a ustedes – se apartó y pudo volver a respirar, podía ser extraño, pero sentía que las cámaras se tomaban mucho tiempo, podría tejer un suéter mientras esperaba que le tomaran una fotografía. – Señorita Le Mar, su turno. Cadmia levantó su falda para subir a la tarima y sentarse sobre una silla adornada, al igual que Viola, mantuvo la espalda recta, las piernas cruzadas, facciones relajadas y estómago sumido y pecho arriba. Las tres prometidas del príncipe pasarían por la misma experiencia como un pequeño adelanto a la boda que seguía retrasán

