El castillo se cubrió de adornos y todas las luces estaban encendidas, a las doce de la noche estaba programada la pirotecnia y las calles se llenaron con el festival, compañías de danza como la de Muñeca participaban en la celebración y Andrés se preparaba para bajar y presentarse frente a sus súbditos. Ese debía ser un día común en Krita, pero para ellos era un día de gloria porque lograron una victoria limpia contra un imperio que bien pudo aplastarlos. Respiró profundamente. – Majestad, sobre el asunto de su boda... – Sigo de luto. – Lo siento mucho, majestad. Planeaba jugar la carta de la muerte de Viola por un par de años más, después encontraría otra escusa que funcionara, bostezó y acomodó su saco por cuarta vez, en secreto se había dejado la barba para parecerse al actor de u

