— Baje con cuidado. — Le dijo el conductor de rostro adusto al notar como la pobre chica trastabillaba en las escaleras.
— Sí, gracias. — Se obligó a responder de forma alegre y despreocupada.
Por dentro estaba más que confundida, con la cabeza en las nubes y dibujando una y otra vez el rostro demacrado de su madre, “Pero ¿qué es lo que le ha pasado?” Intentaba hallar respuestas, pero tenía más dudas que otra cosa. Con los hombros caídos y la cabeza ladeada, avanzó por la colina con el paraguas extendido, intentando protegerse de las chispeantes gotas de lluvia. El sonido de las mismas la distrajo solo un poco, recordando la canción que su padre le cantaba cuando su casa era azotada por la lluvia, y la gotera del techo no la dejaba dormir en paz.
— Sí…— canturreó. — Sí las gotas de lluv
