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¡Cariño, Quédate Conmigo!

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Blurb

Las hermanas Bristol, Maryam y Amber, viven felices en familia hasta que, tras la muerte de su padre, la casa en la que viven pasa a pertenecer a su tío, Henry Bristol, y tienen que mudarse a una nueva casa lejos de su antiguo hogar y sus rutinas. Allí experimentarán tanto el amor como el desamor.Maryam y Amber son completamente opuestas. Mientras que Amber es mucho más racional, sensata y sabe controlar sus sentimientos, Maryam es una persona sensible e intensa que vive cada sentimiento con una emoción que se niega a ocultar.Ambas buscarán encontrar el amor pero cada una a su manera, acorde a sus diferentes personalidades. ¿Lo conseguirá alguna de ellas?

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Capítulo 1
—¿Mamá? — escuché el eco de la voz de mi hermana Amber, lo malo de vivir en una casa tan grande como Chawton Park, era precisamente el espacio, a veces era difícil hallar a alguien aquí a menos de que quisieras buscar entre miles de habitaciones el paradero de alguien, ya que la señal telefónica fallaba, así que no servía de nada ni siquiera enviar un mensaje. —¡Oh, Mary!— dijo mi hermana aliviada de finalmente encontrar a alguien y por lo colorada de sus mejillas, supuse que ya llevaba tiempo caminando— ¿Has visto a mamá? Últimamente, Amber había tenido que tomar el papel de nuestra madre, porque la nuestra estaba muy ocupada sufriendo como alma en pena por la casa. Según ella porque quería recorrer por última vez los pasillos de esa enorme mansión antes de que los nuevos dueños llegaran. —No la veo desde esta mañana—le advertí y por la cara que puso intuí que, tal vez estaba más molesta que antes por tener que buscar a nuestra escurridiza madre—¿La necesitabas para algo importante? —No encuentro a Elsie, le dije que debía empezar a hacer las maletas, pero esa niña se me escapo de nuevo.—replico Amber como si ella fuera responsable de cuidar a una adolescente de trece años que lo único que quería era estar sola y en paz después de perder a nuestro padre. Había pasado un mes desde ese entonces. —¿Ya buscaste en la biblioteca?—le propuse, ese lugar era el favorito de nuestro padre. —Lo hice— se cruzó de brazos y se dejó caer sobre el sofá de la estancia en la que nos encontrábamos. —¿El salón de piano?—insistí recordando que antes de que nuestro padre falleciera, él le estaba enseñando a tocar el piano, de la misma forma en que a mí y a Amber nos enseñó. —Fue el primer lugar que fui a revisar—impugno torciendo los labios. Recogí entonces las partituras de piano que tenía delante de mí, quería llevarme algunas, pero al lugar donde iríamos a vivir no disponía de un piano que tocar y tampoco ya no disponíamos del dinero para comprar uno nuevo, de alguna forma de la noche a la mañana, lo habíamos perdido todo. —¿La casa del árbol?—cuestione recordando cuál era su lugar favorito de niña, el único lugar privado de Elsie. —Por supuesto. ¿Por quién me tomas?—protesto Amber aún más enfadada—no sé qué le sucede a nuestra hermana, no es propio de ella escaparse todo el día y solo volver cada que tiene hambre. —Creo que no hace falta que te recuerde porque actúa así—intente animarla, todas habíamos estado muy deprimidas y no solamente por perder a nuestro padre o la casa, sino también habíamos perdido al tío abuelo. Él había heredado aquella propiedad, como su padre y el padre de su padre desde hacía muchas décadas atrás. Tenía una cuantiosa fortuna que había hecho gracias a algunas inversiones bien hechas, esa había sido su vida antes de decidir vivir en Chawton Park, una hermosa mansión situada en el condado de Kent, muy lejos del ruido de la ciudad. Nunca se casó, por lo que, en los últimos años de su vida, decidió invitar a nuestros padres a vivir con él, así que prácticamente todas habíamos nacido y crecido en ese hermoso lugar creyéndonos princesas de cuentos de hadas hasta que nuestro padre murió en un accidente de auto a unos cuantos kilómetros muy cerca de la mansión. Poco tiempo de recibir la noticia, el tío abuelo enfermo y murió una noche de lluvia. Mamá le dijo a Elsie que había sido por el corazón, pero Amber aseguraba que había sido de tristeza. El último golpe que recibimos esa semana, fue cuando el abogado del tío abuelo vino a leer el testamento. Toda su fortuna y sus propiedades se la había dejado a nuestro padre, quien había sido como un hijo para él y pretendía que él dispusiera de todo como bien le pareciera sin dejar más herederos que el tío Henry en caso de que nuestro padre rechazara o no pudiera tomar posesión de la herencia, así que nos quedamos sin nada. —Ya ha pasado un mes—expuso Amber algo molesta y en cierta forma la entendía. Habían sido días muy duros para todas, pero quien más había sufrido había sido ella. Con nuestra madre tan deprimida, Amber había tomado las riendas de la casa, se había encargado de Elsie y también de como organizar todo lo que íbamos a necesitar, así como de buscar un nuevo lugar al cual ir. —Ella no es como tú o como yo—le recordé al mismo tiempo que elegía unas partituras, al final había decidido no llevármelas, pero si pensé en tocarlas por última vez— ella solo quiere estar sola, no la fuerces a intentar superar la muerte de papa, lo hará, a su momento. Amber no dijo nada, quizás porque tenía razón. Entonces sin previo aviso, mama entro a la estancia, nos dirigió la mirada, pero no detuvo su andar, sino que se apresuró hacia el ventanal para observar algo a la distancia. —¿En dónde te habías metido, mama?—le reclamo Amber sin perder tiempo, se levantó del sofá y se acercó a su lado para mirar el objeto en donde había puesto su atención—¿Tenemos visitas? —Es…—me pareció que a mamá se le hacía un nudo en la garganta, pero enseguida lo disipo aclarándosela—es su tío Henry. Fui acercándome poco a poco a otro ventanal, desde ahí pude ver un auto aproximarse, el auto era muy ostentoso y elegante. A decir verdad, no recordaba exactamente como era el tío Henry, lo frecuentábamos muy poco porque él tenía negocios en el extranjero y según lo que mi padre nos había contado de él, había estado muy poco dispuesto a viajar y dejar sus ocupaciones para ir a cuidar del tío abuelo, por ello es que había decidido vivir ahí, en esa hermosa mansión que al final de cuentas había heredado el tío Henry. —¿Así que finalmente se dignó a venir?—se quejó Amber cruzando los brazos y mirando el auto desde su sitio con bastante rencor. —Basta—la reprendió mama en voz baja, como si las paredes de la casa tuvieran oídos—en esta casa no se habla mal de la familia. —¿Casa?—cuestiono mi hermana con obvio tono de sarcasmo en su voz— por favor mamá, esta ya ni siquiera es nuestra casa y nosotras no somos más que huéspedes aquí. Amber finalmente se alejó de la ventana, estaba molesta, muy molesta por el asunto de la herencia, de hecho, todas lo estábamos, pero no podíamos hacer nada al respecto. Chawton Park originalmente había quedado a nombre de nuestro padre, el tío abuelo lo quería mucho y sabia que nadie mejor que él mantendría el legado de la familia tal cual él lo había hecho, pero nadie sospecho ni por un segundo que mi padre partiría de este mundo antes que el tío abuelo y que él ya no podría hacer ningún cambio a su testamento estando en agonía. El tío abuelo solo había mencionado a dos personas en su testamento, la primera como su heredero universal, mi padre y la segunda como reemplazo en caso de que mi padre rechazara la propiedad y su fortuna, el tío Henry. Por supuesto teníamos la opción de demandar y exigir un juicio testamentario, puesto que el testamento había sido redactado diez años atrás, tiempo en que la ley solicitaba hacer una actualización de los beneficiarios, pero hacer todo eso implicaba dinero, una suma que por supuesto no disponíamos y aunque estuviéramos esperanzadas en recibir la fortuna del tío abuelo, era un proceso que bien podría tardar años si el tío Henry se mostraba renuente a dejar ir Chawton Park. Mamá, había decidido por el bien de nuestra pequeña familia y la relación que aún teníamos con el tío Henry, dejar todo por la paz y permitir que un hombre y su esposa a quienes en realidad no conocíamos, hicieran de nuestro hogar el suyo mientras que nosotras debíamos partir a otro sitio. —No le hagas caso—expuso dándole un pequeño masaje a los hombros de mi cansada madre. Era la primera vez en mis diecisiete años de vida que veía así a mi madre, tan pálida y llorosa, sin luz ni vida. Era como si al morir mi padre se hubiera llevado todo eso de mi madre también para no sentirse solo a donde quiera que su alma fuese. Mi madre siempre me había parecido la mujer más hermosa del mundo, con su cabello rubio ondeando como una bandera a donde quiera que iba, una sonrisa blanca y envidiable, así como atractiva. Mi padre la amaba mucho y siendo pequeña noté todos esos detalles que él hacía por ella, la ternura en cada mirada, la devoción en cada caricia y los besos que inspiraban poemas. Siempre anhelé tener algo así para mí, pero ahora no quedaba más que la sombra de aquella radiante mujer que siempre vestía los hermosos colores de la primavera, se había convertido en otoño, colores más oscuros que demostraban su tristeza, quizás la primavera siempre había sido mi padre. —¿Ya están listas sus maletas, niñas?—pregunto mama con melancolía. —Están todas excepto las de Elsie—respondí soltando un suspiro. Ninguna de las cuatro quería irse, ese siempre había sido nuestro hogar y ahora era solo una casa ajena, nadie más que Elsie había mostrado resistencia, pero por mucho que aplazara guardar sus pertenencias no podíamos evitar irnos de ahí. —Ayúdale a guardar sus cosas cuando tengas tiempo, será mejor que vayamos a recibir a tu tío.

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