La fruta envenenada Parte1

1969 Words
El amor en los cuentos de hada era un sueño luminoso, tan deslumbrante, que opacaba la luz del sol y tan melodioso, que respiraba y bailaba bajo su propio compás. No había algo más hermoso que el amor. – Será alto – dijo Bianca – gallardo, valeroso y fuerte – continuó mientras lanzaba flores al caldero. – Tendrá ojos claros – agregó Karen – azules como estas pequeñas flores – las lanzó al caldero – será el más fuerte. – Yo ya dije que sería fuerte – reclamó Bianca. Karen sonrió – será doblemente fuerte, como el caballero Casian, dicen que nadie puede vencerlo. Bianca giró sobre sus talones – tendrá pies de bailarín, tomará tu mano y te llevará por la plaza mientras todos observan, serás la envidia de todo el valle. Karen celebró – mi prometido, será el hombre más apuesto del mundo. En la entrada, una escoba se cayó, la encargada de la cocina las miró enfadada y frunció los labios – ¿qué están haciendo? Karen y Bianca corrieron, dejando tras de sí un caldero con agua hirviendo y una mezcla de flores, hierbas y piedras. – Par de mocosas endemoniadas. Bianca corría más rápido, llegó al bosque y esperó por su hermana. Karen tenía el cabello rojizo, había pecas en sus mejillas y su piel era muy sensible, sí alguien tomaba su mano y la presionaba, aunque usará poca fuerza, dejaba una marca muy profunda que parecía señal de abuso, por ese rasgo, siendo muy pequeña, las personas creían que su padre la golpeaba y al final, sus padres se separaron. Bianca era alta, tenía el cabello oscuro y sin importar cuánto comiera, se mantenía delgada, una de las cosas que la caracterizaban, era un agarre fuerte. Su madre murió cuando era muy pequeña y su padre se volvió a casar con una mujer que ya tenía una hija. Las dos llegaron a casa – papá. El señor Cardenal, en el piso de arriba vio a sus dos hijas y sonrió – veo que están muy emocionadas, hija, ¡te entusiasma tanto alejarte de este viejo! Karen lo abrazó – vendré a verlos todos los meses, te amo mucho, papá. Bianca se unió al abrazo. En la entrada, la señora Marla llegó y vio a su familia en la sala – Karen, Bianca, vayan al patio a ayudar con la ropa, hace mucho viento, y acaban de terminar la lavandería. El señor Cardenal frunció el ceño – no es necesario que hagan eso. – Les di una orden – reclamó Marla. Bianca y Karen se disculparon, salieron de la casa corriendo y fueron al patio, pero al llegar, Karen miró hacia atrás, pocas veces vio a su madre tan enojada, algo grande había pasado y le preocupaba que fuera sobre su matrimonio. – Le escribí a la madre de Guillermo – dijo Marla – quería saber qué clase de hombre es el prometido de mi hija y tú no has querido hablar al respecto, hoy llegó su respuesta. El señor Cardenal suspiró – te pedí que confiaras en mí. – Ella dice, que el matrimonio no era para Karen, su familia solicitó un matrimonio con Bianca, ¡tú las cambiaste!, ¿por qué lo hiciste? El señor Cardenal frunció el ceño – lo que ellos querían, era una alianza por matrimonio con nuestra familia para facilitar el paso de sus mercancías por nuestros caminos, yo les dije que mis dos hijas tienen el mismo valor, por eso su hijo se casará con Karen. – Sí de verdad tienen el mismo valor, elije para Karen un hombre que la quiera a ella, no a su hermana, ¡cómo esperas que viva mi hija! – Cómodamente, Guillermo es un buen chico, honesto, responsible, inteligente, sabrá cuidarla y mantendrá la alianza mientras nuestras familias hagan negocios juntas, es lo mejor para todos, ahora, iré a dormir. Marla lo siguió – si ese chico es tan bueno, ¿por qué no quisiste casarlo con Bianca?, responde – se adelantó para pararse frente a él – ¿por qué cambiaste el compromiso?, qué lo hace perfecto para mi hija e insuficiente para la tuya. – No hables así, sabes que amo a mis dos hijas por igual. – Deja de mentir y responde, o les diré a ellas lo que hiciste. – Necesito que Bianca siga soltera – respondió el señor Cardenal sujetando los hombros de Marla – después del festival de la cosecha, Casian, el héroe del que todos hablan, pasará por nuestra ciudad y nosotros seremos los anfitriones, es la oportunidad perfecta, Bianca es la joven más hermosa en este valle de mala muerte, sí conseguimos que se case con un caballero de su nivel, aumentaremos nuestra influencia en el comercio y podremos comprar un título. Marla no pudo creerlo – y mientras, mi hija debe casarse con un hombre que se siente humillado por convertirse en su esposo. El señor Cardenal la soltó – no saques el tema de proporciones, Guillermo es un buen chico que entiende la importancia de esta alianza, no se siente ofendido por el matrimonio. Marla le lanzó la carta al rostro – esta es la respuesta que recibí, no saben que Karen es mi hija, piensan que la adoptamos, esa mujer escribió que su hijo ha estado indignado y que no entiende el motivo de esta "humillación", esas son las palabras del hombre con el que quieres casar a mi hija – lloró – ¿de verdad esperas que yo lo permita? Su esposo la detuvo – hablaré con él, le explicaré que ofender a Karen es ofenderme a mí. – Suéltame. – Por favor, debes comprenderlo, esta carta no representa el futuro, Karen tiene muchos atributos, sí se esfuerza y conquista a su esposo, nada de esto importará y los dos serán muy felices, por el bien de nuestra familia y de tu hija, tienes que dejar ir este asunto. Del otro lado de la puerta, Karen se desplomó sobre el suelo y consciente de su situación, se levantó de prisa y corrió al patio para que nadie la viera. Su compromiso llegó de un momento a otro, su padre les dijo que tenía un anuncio importante durante la cena, habló de una familia dedicada a los textiles, les mostró un vestido como regalo de compromiso y al final, dijo que el joven Guillermo, deseaba casarse con ella. Karen lo creyó, cada palabra en esa carta, ella la escuchó y repasó en su mente, se sentía tan feliz de que alguien la eligiera, que no le importó no conocerlo, aceptó el compromiso, pero todo fue una farsa, el hombre que se casaría con ella, no la quería realmente, él ya había elegido a Bianca y ella, era el reemplazo. Todo porque su preciada hermana, merecía algo mejor. – Karen – exclamó Bianca al verla – ya casi terminamos, ¿estás bien? – Si – mintió – Bianca, ¿crees que el amor es mágico? Ella sonrió – lo es, el amor lo sana todo, no hay límites para su poder, el amor, es la fuerza que ayuda a los magos de la torre a vencer a los espíritus corruptos. ¿Realmente era el amor? Si esa fuerza existía, quizá, podría salvarla. Ese fin de semana las puertas de la mansión se abrieron y Guillermo se presentó, su familia no estaba con él, sorpresivamente habían tenido un compromiso que los mantuvo viajando y él estaba solo. En secreto, Karen lo sintió como un rechazo. – Entendemos – dijo el señor Cardenal y puso la mano sobre el hombro de Karen – ella es mi hija, Karen, te presento a tu prometido. Karen hizo una leve reverencia, alzó la mirada y vio la forma en que los ojos de su prometido buscaban por la habitación. – Pasemos al comedor, debe estar cansado. – Muchas gracias. Arriba, Bianca sintió que tendría un colapso nervioso, la llave de la puerta de su habitación quedó atorada en la cerradura por culpa de una empleada torpe y ella se estaba perdiendo la presentación de su futuro cuñado. Desesperada, Bianca corrió a la ventana, se asomó por el balcón y al mirar hacia abajo, dudó, lanzarse desde esa altura era un riesgo, sí tan solo hubiera una persona, alguien que pasara por el camino y la viera. Karen apretó la tela de su falda, ella vio cuando su madre encerró a su hermana y sabía por qué lo hacía, para protegerla, gracias a ella tenía la oportunidad de enamorar a su prometido, antes de que Bianca apareciera. No podía enojarse con su madre, y tampoco podía sentirse mal por su hermana, el destino de Bianca era otro, ella estaba destinada al caballero Casian y cuando ese día llegará, Karen sería la primera en apoyar a su hermana, vestirla, maquillarla y animarla, ese sería su acto de expiación. A Bianca, no podría molestarle no conocer a su cuñado, porque no estaban destinados a estar juntos. – A mi pequeña le gusta tejer, el mantel sobre la mesa es uno de sus trabajos, le tomó meses, es una auténtica obra de arte – presumió Marla. Guillermo bajó la mirada hacia el mantel que cubría la mesa – sí, es un trabajo excepcional – musitó con poca emoción. Karen se mordió el labio – a usted, ¿qué tipo de atributos le gustan en una mujer? Su madre volteó a verla – hija, esas preguntas son indiscretas. – Está bien – señaló Guillermo – a mí, me gustan las personas honestas y leales, pienso que la confianza es lo más importante en una relación. – Muy bien dicho – interrumpió el señor Cardenal. – Especialmente – continuó Guillermo – me gustan las personas que conocen su lugar y que no aspiran a tomar algo que no les corresponde. Los brazos de Karen perdieron fuerza y cayeron hacia los costados de la silla, el amor era mágico, era la fuerza que los defendía de los espíritus corruptos y todo lo sanaba, pero en su vida, jamás habría amor, solo desprecio. – ¡Qué voy a hacer! – sufrió Bianca, no quería imaginar el rostro de su hermana al saber que faltó a la reunión con su futuro cuñado, se sentiría decepcionada, traicionada, abandonada – no – se golpeó las mejillas, se levantó y miró el barandal. El amor era la fuerza más grande de todas y ella amaba a su familia, por eso sabía, que el amor no la traicionaría. Mientras la familia cenaba, Bianca ató las puntas de las cobijas, formó una cuerda, la dejó caer por el balcón de la ventana, después, se envolvió la cintura y cruzó el barandal con mucho cuidado, en su imaginación, la tela se aferraría a su cintura y la haría bajar como si fuera magia. En su imaginación todo era posible, pero en el mundo real, la física funcionaba diferente, y la tela que eligió era muy suave, un regalo de su padre porque deseaba que su hija tuviera los mejores textiles. Su grito se escuchó dentro de la casa. El señor Cardenal se levantó de prisa, Karen corrió hacia la puerta y Guillermo fue detrás suyo. Bianca estaba aferrada del balcón con las manos, la cuerda que pensó que la ayudaría a bajar, colgaba a un lado y sus piernas se movían en el aire. Karen gritó. Guillermo la empujó para correr y se paró bajo la ventana – suéltate. El señor Cardenal intervino – no te sueltes, iré por la escalera, aguanta hija. Bianca miró a ambos, al desconocido y a su padre, la lógica le dijo que debía obedecer a su padre, pero sus manos ya no tenían fuerza, cerró los ojos y se soltó. Guillermo la atrapó en el aire y cayó al suelo con ella en sus brazos.
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