El conejo que siempre correteaba junto a Alicia, corrió de prisa entre los senderos del bosque, la luz se volvía más brillante a medida que se acercaba al puente y en todo ese tiempo, ni una sola vez, Alicia miró hacia atrás.
Para una persona que anhelaba tanto irse, era algo normal.
El conejo se levantó, su ropa era blanca al igual que su cabello.
El búho voló hasta su hombro, pero Osvald movió el brazo para alejarlo, al final, las personas no resistían vivir en el bosque por demasiado tiempo, fue lo mismo para la bruja anterior, que, en su desesperación, pidió un deseo, aun sabiendo que perdería lo que más amaba, clamó por un reemplazo que tomará su lugar.
Así fue como Alicia llegó.
Los días pasaron, la luna se mantuvo brillante en el cielo y completó su ciclo muy lentamente. En la noche de luna llena, Osvald escuchó voces venir del árbol de la vida, caminó hacia un costado y miró el árbol de corteza negra alzando sus ramas, el cuerpo enredado entre ellas era el de una mujer joven, con el cabello oscuro y líneas de ataduras en sus tobillos. Había regresado, pero no de la forma en que él esperaba.
– Te dije lo que pasaría sí te ibas – susurró y tomó entre sus manos el rostro de Alicia para besarla.
El alma, que era parte del bosque, volvió al cuerpo enredado entre las ramas del árbol y ella abrió los ojos.
– ¿Por qué? – preguntó una sola vez y lloró, después bajó la mirada hacia el guardián del bosque y levemente, sonrió – lo sabía, sabía que irías por mí.
Osvald encontró su llanto innecesario y se apartó del árbol – lo que has hecho tendrá consecuencias.
Alicia levantó la mirada – ellos iban a quemar el bosque, iban a matarlos a todos.
– Para matar algo, primero necesita estar vivo – señaló Osvald.
– ¿Qué?
– Todas las criaturas de este bosque, están muertas, un antiguo héroe las sacrificó – le explicó Osvald – los árboles son espíritus ancestrales y errantes recogidos de los bosques que han sido incendiados o talados por los hombres y las criaturas son las almas inocentes ofrecidas como pago – extendió su mano y un búho se paró sobre su brazo – él es tu hermano menor, después de que tu madre pidiera su deseo, su alma fue recogida como pago, siendo un alma inocente, no podemos entregarla al árbol y en su lugar, la volvemos parte del bosque, es lo mismo para todos los demás, venados, ardillas, peces, los únicos vivos son los que dejé entrar para que te alimentarán, nadie más en este bosque tiene vida.
Alicia entendió que todo lo que hizo, fue equivocarse – déjame despedirme de Iker.
– ¿Para qué harías algo así?
Alicia cerró los ojos y pesadas lágrimas bajaron por sus mejillas – quiero decirle que lo siento, y que fue mi único amigo.
Osvald caminó hacia ella – las personas que se despiden, lo hacen porque no volverán a verse, tú, eres parte de este bosque.
Las ramas se movieron, liberando el cuerpo de Alicia, sobre su abdomen estaba la puñalada que le quitó la vida, con líneas negras que parecían raíces y se expandían por su cuerpo, sus ojos ennegrecieron y su cabello creció hasta llegar a sus tobillos, después se volvió plateado.
– Eres, desde hoy y por siempre, la bruja del bosque sombrío.
No estaba muerta, tampoco viva, se había convertido en un espíritu – ¿qué pasará ahora?
Osvald dio la vuelta y miró el árbol de la vida – su tiempo se ha completado, ahora, él despertará.
No hubo sacrificios esa noche y no había almas de respaldo, la prisión se rompió y el demonio que había estado dormido por quinientos años, despertó.
En las afueras del bosque Erick corrió de prisa para encontrarse con el mago de la torre – maestro, desapareció, a Alicia, se la tragó la tierra.
– Habla despacio, ¿qué fue lo que sucedió?
– Aparecieron ramas delgadas y la empujaron hacia el interior de la tierra, usamos palas, pero no pudimos encontrarla.
El gran hechicero Evans apretó las manos en puños – es la hora, no podemos retrasarnos más, vayan al frente – levantó su báculo de madera y lanzó una luz de color verde hacia el cielo.
Era la señal, miles de soldados avanzaron por los seis puentes que conectaban al bosque y se adentraron con antorchas encendidas, en la parte de atrás los arqueros encendieron sus flechas y las lanzaron contra los árboles.
El primer objetivo era quemar el bosque, eso haría que las criaturas que lo ocupaban huyeran, después, los caballeros avanzarían entre las cenizas para eliminar cualquier amenaza y al final, cuando el demonio surgiera, sería el turno de los magos.
Erick esperó, por las historias, no se sabía cuántos espíritus vivían en el bosque.
Los soldados dejaron de avanzar, el hechicero Evans frunció el ceño – ¿qué está pasando?
Un soldado avanzó hacia el frente, cruzó el puente y después volvió – señor, los soldados reportan que el bosque no puede quemarse.
– ¿Qué dijiste?
Las ramas de los árboles no se quemaban con las antorchan y destellos de luz iluminaban los senderos, invitando a los soldados a dar un paso dentro del bosque sombrío.
– Ellos – dudó el mensajero – tienen miedo de caer en el hechizo de la bruja.
Evans no pudo creerlo – la bruja está muerta y yo atraparé al demonio cuando aparezca, no hay a qué temerle.
– Sí es así – dijo uno de los caballeros – ¿por qué no avanza primero?, sí usted entra al bosque y dirige el ataque, apuesto a que los soldados se sentirán más confiados – le sonrió con burla.
Evans levantó la mirada, tomó una antorcha, la cubrió con llamas negras que surgieron de su mano y caminó en medio del puente, los soldados se apartaron y a un paso del bosque, el hechizo fue lanzado.
Osvald subió la mirada.
– ¿Qué sucede? – preguntó Alicia, tenía miedo, se sentía responsable y quería saber qué estaba pasando.
Su vestido cobró vida, se movió con el viento respondiendo a sus deseos y sus brazos se transformaron en alas, por encima del bosque, la figura de Alicia, con el largo cabello plateado y las alas negras, se posó sobre una de las ramas de los árboles y miró las llamas negras y aterradoras.
– Quemará el bosque.
– No lo hará – respondió Osvald.
Las criaturas del bosque respondieron al llamado, Alicia, que ahora era parte de ello, también lo sintió. Cientos de aves emergieron de las copas de los árboles, abajo, venados, conejos y serpientes, toda clase de criaturas rodearon el bosque para protegerlo.
Las llamas en las manos del mago de la torre se apagaron y la tierra tembló.
El amanecer llegó, nadie se presentó, no hubo almas entregadas como sacrificio y la prisión se abrió. A su tiempo, justo como estaba predestinado, el demonio despertó y emergió de la tierra bajo el árbol.
Para cubrir su desnudez, Osvald cortó una pluma de Neón y la convirtió en un traje de color café.
El demonio cerró los ojos y sintió los corazones de cada criatura dentro del bosque – has tenido, una buena cosecha – le dijo a Osvald.
– No lo hice por ti.
El demonio sonrió – es hora de irnos.
– El bosque está rodeado de soldados.
– Mátalos – ordenó.
Osvald suspiró – tener el respaldo del espíritu rey del bosque no te hace inmune a la justicia, matar y cosechar, son conceptos diferentes.
El rey demonio sonrió – en ese caso, ¡vámonos!
Alicia aterrizó, sus alas volvieron a tener forma de brazos, miró sus dedos y sintió como la tierra temblaba, por curiosidad, volvió a extender sus alas y voló por encima de los árboles.
Las raíces de los árboles se rebelaron contra los soldados, las criaturas del bosque los atacaban y los soldados comprendieron que sus espadas, flechas o lanzas, eran inútiles.
La gran tortuga que formaba el bosque sombrío se levantó y caminó.
Evans preparó un hechizo que detendría todo, separó sus manos, las cargó de energía y la gran tortuga, sin contemplación, lo aplastó.
Erick, que estaba a su lado, logró empujarse hacia atrás, pero no salvó su pierna, desde la rodilla hacia abajo, sus huesos fueron aplastados por la gran tortuga, a su alrededor los soldados corrieron.
– Eso no es un demonio – dijo el caballero – es un espíritu maestro, un sirviente directo del rey y espíritu del bosque.
Alicia bajó para no sentirse mareada, detrás suyo vio a un hombre alto, de largo cabello y retrocedió asustada. Su corazón se lo dijo, ese hombre era el dueño del bosque, pero lejos de prestarle atención, siguió su camino ignorándola.
– ¿Qué pasará conmigo? – le preguntó a Osvald.
– Te lo dije antes, eres la bruja del bosque. Nos perteneces.
Alicia se levantó, su cabello y su vestido se movían debido a sus emociones, no al viento, sus brazos se convertían en alas, podía volar, correr y seguir al bosque sombrío.
No tenía a dónde más ir, por eso siempre consideró al bosque como una prisión, pero viendo al hombre que era su dueño, al guardián que siempre la protegería y al búho que voló para posarse sobre su hombro, sintió que era ahí donde pertenecía. Como el espíritu guardián lo dijo, ella era, ¡la bruja del bosque sombrío!