Cedric Nos quedamos un tiempo más con Aysel en su habitación, hasta que me di cuenta de que allí encerrada, no iba a sentirse mejor. Tenía que sacarla, para que enfrentará al mundo, ella no era culpable de lo sucedido y no tenía que esconderse. Convencerla no fue tan sencillo, se sentía deprimida y eso justamente era lo que quería cambiar. Intenté muchas maneras de levantarla, hasta que finalmente la cargue sobre mis hombros, ignorando sus amenazas y la deje bajo la ducha. Ahora en lugar de una loba, mi compañera parecía un gatito mojado, muy enojado, que no dudaría que utilizara sus garras en mi. Idea que para nada me disgustaba. Mientras Aysel se bañaba, caminé donde su hermana y me senté, aceptando el vaso de jugo que me entregó. -Gracias Cedric, solo tú podrías sacarla de su es