Jonás Estaba terminando discutir con mis hombres, la lentitud que estaban llevando en el caso Sosa, cuando Robles llego a sumar aún más problemas. ¿Acaso no podían darme un maldito día de paz? Había llegado de buen humor. Por algún milagro los padres de Faith me aprobaban, aunque ella aún no estaba muy dispuesta a hacerlo. Aunque no soy tonto y vi las miradas, la forma en que su piel se eriza o como a veces su respiración cambia cuando estoy cerca. Una cosa es que trate de mentirse a ella misma y otra es que intente mentirme a mi. —¿Qué quieres decir con que no lo encuentran? Alguien debió verlo. —Hemos ido en tres ocasiones al domicilio que nos dio la universidad y ni él, ni su compañero se encontraban. Según la portera del edificio, no los ha visto desde hace tres días. Tampoco se