Rubí Pese a lo que creí, vivir con Gael no era tan malo. Llevábamos solo una semana y me sentía más animada, más tranquila, de cierta manera un poco más descontracturada de lo habitual. A él no le importaba que siempre despertara de buen humor, ni lo cortante que fueran el ochenta porciento de mis respuestas, cada mañana. No, él se encargaba de ponerme de buen humor con sus constante locas ocurrencias. Siempre tenía una historia diferente, que sus tíos y sus padres, hicieron esto o lo otro. Quería creerle, porque sin dudas él sonaba bastante convincente, pero algunas historias como la de su tío Robert, quien supuestamente era el padre de Uriel, el otro hombre que se encargaba de la seguridad en la revista, eran demasiado inverosímiles, que se me hacía difícil. También tenía sus propi