El fin de semana llegó y yo no podía parar de pensar en el error que cometí al confesarle eso a Matías. Apenas se lo comenté se alejó de mí y continuó haciendo todo en silencio. Lo último que me dijo fue: —Mejor mantengámonos lejos, es lo mejor para ambos. Ay, Dios. ¿En qué estaba pensando cuando se lo dije? Ahora ni siquiera tenía sus caricias y me mataba imaginarlo con una mujer diferente cada noche. Suspiré y comencé a prepararme para recibir a mis amigos e invitados a mi pequeña fiesta de cumpleaños. Me puse un vestido n***o de lentejuelas con mangas largas y tacones altos, me maquillé un poco y me perfumé. Me dirigí a la cocina, preparé café para compartir, terminé de hornear algunas galletitas y decoré la sala con algunos globos. Era medio ridículo hacer esto sola, en los últ