Te Odio mi Ex Marido Millonario

Sus pasos se apresuraron hasta aquella sala donde su abogado esperaba, se aferraba a una pequeña esperanza de convencer a su esposa para que no se divorciaran, para que le diera la oportunidad de escucharlo y no siguiera creyendo aquel engaño con el que la habían cegado. —Lili —pronunció su voz al encontrarla a mitad del pasillo —por favor detén esto y escúchame. La mujer se giró mostrándole el vacío que ahora poseían sus ojos, desconociendo por completo a la mujer con la que se había casado, la dulce Lili era sólo un fantasma del pasado. —No, no voy a perder mi tiempo escuchando cómo justificas lo injustificable —se volteó para continuar su camino pero él se apresuró a sujetar su brazo para detenerla —¿Qué? ¿No ha sido suficiente para ti traicionarme que ahora quieres forzarme a tu voluntad? —¡No! Lo único que te pido es que me escuches, yo no te traicioné, jamás hubiera entregado esos documentos... —Tú eras el único que tenías acceso a ellos, Alex, no pretendas que te crea cuando no sólo entregaste esos documentos a tu familia sino porque también te vi con ella... —el dolor que experimentaba en ese momento la ahogaba sin poder creer que el hombre que tanto amaba, en quien confiaba ciegamente sólo la había utilizado —Tú juraste estar a mi lado si el mundo se nos venía encima pero me diste la espalda y los elegiste a ellos antes que a mi. —No, no te he traicionado con ella. ¡Tienes que creerme, maldita sea! Dime, dime que puedo hacer para que me creas, para que vuelvas a confiar en mi. —Nada, no puedes hacer nada. —Y si te dijera que destruiría el maldito mundo por ti, ¿me creerías? —preguntó con el último atisbo de esperanza por recuperar a su esposa, la mujer dueña de cada parte de su ser. Pero el que ella sonriera con la ironía impregnada en su rostro supo que ya no había absolutamente nada que hacer. —Podrías dar tu vida por mi, poner el mundo a mis pies y no creería en ti porque no hay nada que puedas hacer para volver a tener mi confianza —dio un paso hacia él, levantando esa mirada que por mucho tiempo lo veneró y que ahora sólo había rabia y odio profundo que parecía consumirlo —Vas a pagar por esto que me has hecho, juro que haré que tu propio mundo caiga sobre tu cabeza. ¡Te odio Alex! El dolor que atravesó el pecho de él lo dejó enmudecido, incapaz de soltar una palabra sin poder creer que la mujer que decía amarlo no le había dado la oportunidad de escucharlo, de explicarle cómo realmente sucedieron las cosas y eso sólo le demostraba que en el fondo nunca había confiado en él, que la lucha por estar juntos había sido en vano. —Escúchame bien, Alex —volvió a dar un paso más hacia él —vas a firmar esos papeles de divorcio y me vas a dejar en paz. No quiero que tengas el descaro de volver a pararte frente a mis ojos como si no fueses culpable ¡como si no hubieses besado otros labios que no fueran los míos! La vio alejarse de él, dejándolo con los brazos descolgados a cada lado viendo a la mujer por la que tanto luchó, yendo en contra de su familia para poder estar juntos y sin importarle arriesgarlo todo la eligió a ella para que al final ni siquiera le diera el beneficio de la duda. Caminó hasta entrar a la sala donde el juez esperaba, tomó su lugar junto a su abogado y fijó la mirada en la mujer de ojos celestes habiéndose un juramento silencioso «Desde ahora has muerto para mi, Lili, me encargaré que todo el amor que sentía por ti se disuelva en cenizas». Ellos era el ejemplo perfecto para decir que del amor al odio también había sólo un paso, una traición, un engaño manipulado por sus enemigos los llevó a separarse obligando a sus corazones a renunciar a todo lo que amaban y dejándolo ennegrecer por el rencor. Aquel día Lili se marchó con el alma fracturada, tomando un avión hacia un destino desconocido, dejando atrás su exitosa carrera, su gran imperio dejándolo en manos de su madre y olvidándose del mundo para que nadie supiese que dentro de ella yacía un bebé fruto del matrimonio que tuvo con el hijo de la familia enemiga de la suya. «Algún día volveré y te haré pagar por lo que me hiciste» pensó mientras acariciaba su vientre y perdía su mirada en la nada.